Capítulo Catorce

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  El delicioso olor a pan tostado con mantequilla y café recién hecho le despertaron a él y su estómago. Era la primera vez que la casa estaba sumida en ese aroma sin ser él el culpable. Se arrastró por el pasillo medio dormido rumbo a la cocina, ni siquiera había mirado qué hora era.

  Al entrar se encontró con una cafetera llena de su bebida favorita, galletas de chocolate, un bizcocho y tostadas que saltaban de la tostadora al hacer él acto de presencia. Edward las tomó al vuelo para dejarlas en un plato mientras iba camino a la mesa llevando también mermelada de fresa.

  —No me digas que te has pasado toda la mañana preparando esto —señaló las galletas recién horneadas y el bizcocho que empezaba a hacerle la boca agua.

  —Buenos días —dijo en un tono dulce y alegre—. No me ha llevado más de una hora, puedo prepararlo rápidamente solo me retrasa un poco el tiempo de cocción.

  —¿Hay algo en la cocina que no sepas preparar? —se aproximó a la mesa aceptando la taza que él le ofrecía.

  —No sabía que es lo que prefieres desayunar por lo que he decidido hacer un poco de todo. ¿Quieres algo de fruta? —Jacob negó.

  —Para desayunar me gusta el café y algo dulce o cereales. Pero con eso no me refiero a que tengas que hacerme el desayuno cada día.

  —Lo sé, pero yo no duermo y me aburro por las noches así mientras tú duermes yo horneo.

  Jacob se metió una galleta entera en la boca, entretanto, Edward tomaba asiento al otro lado de la mesa.

  —Yo no compré harina ni mantequilla, ni chocolate.

  —He ido yo.

  —Gracias.

  —No te preocupes.

  Desayunó bajo la atenta mirada de su jefe. Mordió un trozo de bizcocho y le clavó la mirada también.

  —¿Cuáles son los planes para hoy, jefe?

  —Divertirnos.

  —¿No hay trabajo?

  —No por hoy.

  —¿Entonces?

  Edward se reclinó en la silla cruzándose de brazos con aire interesante.

  —La idea me la has dado tú.

  —Ah, claro, hurgando en mi mente —soltó sin enfado alguno.

  —Termina de comer y salimos.

  —Necesito llevar ropa sino... —completó la frase con imágenes, Edward sonrió de medio lado.

  —Está bien.

  Fue a su habitación y recogió un pantalón de repuesto. Se reunieron en las escalinatas de la entrada principal. El eco de unos truenos lejanos resonaban en la distancia. Comenzaron a andar adentrándose en el bosque.

  La idea de Jacob era perfeccionar su estado como lobo antes de aparecer por la reserva, no quería ser el novato patoso e inservible. También había pensado en pedirle a Edward que le mostrara sus habilidades como vampiro y comparar las reales con las leyendas, pero solo quedó en un pensamiento ya que no se atrevía a verbalizarlo; sin embargo, si Jacob lo quería Edward lo complacería sin necesidad de expresar sus deseos.

  Esa parte del bosque era la contraria a la que Jacob había pensado ir con Bella, por eso la escogió. La espesura de las ramas no dejaban entrar la luz y el paisaje se volvía oscuro. Las primeras gotas comenzaron a caer sin prisa trayendo consigo una bajada de temperaturas que el chico agradeció.

LA LEYENDA DEL VAMPIRO DE CERAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt