Capítulo Veintiuno

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  Estaba sentado en el borde de la cama contemplando el armario vacío de su habitación, la ropa sobre la colcha yacía a su lado. No tenía demasiadas pertenencias ni siquiera en el baño, pero le parecía osado ocupar un lugar que no era suyo, después de todo llevaba allí tres meses y sentía nostalgia al abandonar el cuarto. Edward apoyó un hombro en el marco de la puerta mientras le miraba.

  —¿Te ayudo? —Jacob alzó la vista casi apenado.

  —¿Seguro que puedo mudarme a tu habitación? Es como profanar algo valioso.

  —Ya es tu habitación, sobre todo después de lo que hemos hecho —sonrió. Jacob le lanzó una almohada, ofendido.

  —Así no me ayudas.

  —Vamos, no hay ningún problema. Ya he limpiado mi cuarto y cambiado las sábanas. Si hay algo que no te guste con la decoración tienes permiso para cambiarlo.

  —No, solo quiero que entre más luz natural.

  Edward cargó la ropa en un brazo y colocó la otra mano en la cabeza de Jacob.

  —No tienes que tener ese sentimiento de culpa, no estás haciendo nada malo —se inclinó sobre él besando sus labios en un roce.

  —¿Y qué dirá tu padre cuando sepa que vas a ir a Forks? —preguntó mientras le seguía escaleras arriba.

  —No tiene derecho a decir nada, no voy allí como un Cullen sino en calidad de un yerno que va a conocer a su suegro —el chico sonrió ante la idea de esa cena familiar.

  —Técnicamente ya le conoces.

  —Por teléfono.

  —¿No estás nervioso? —el vampiro dejó la ropa en la cama y se giró hacia él.

  —¿Debería?

  —Sí, vas a entrar en tierra hostil. Hay licántropos por todos lados.

  —Soy rápido, además mi novio es el alfa —tiró de su camiseta para acercarlo a él, Jacob negó.

  —No reconocen mi autoridad porque no la tengo, solo Seth, y puede que Quil y Embry me hicieran caso en no tocarte. Ni la imprimación podrá salvarte.

  —Eres un exagerado.

  —Sam me odia por lo que te odia a ti también.

  —Pues que vaya con cuidado ese Sam —su voz salió fría, Jacob alzó una ceja.

  —¿Y eso?

  —No me agrada ese chico y si busca causarte problemas me encontrará.

  —Vas en calidad de vampiro pacificador ¿vale? No quiero que piensen que Sam tenía razón.

  —No haré nada si tú estás a salvo.

  —Por favor —se quejó. Se dio la vuelta para salir de su abrazo y de la habitación, pero Edward se pegó a su espalda.

  —La cena es mañana por la noche ¿crees que esta noche podemos...? —dejó la frase incompleta, comenzó a besar el lateral de su cuello de una manera que Jacob no quería detener.

  —No me dejarás cambiar los roles —Edward detuvo los besos.

  —¿De verdad quieres hacer eso? —cuestionó sorprendido.

  —Te sorprenderá lo que puedo hacerte —Edward sopesó la oferta, después le abrazó.

  —Sí es lo que estás pensando te dejo cambiar los papeles —Jacob se echó a reír mientras abandonaba la habitación.

LA LEYENDA DEL VAMPIRO DE CERAWhere stories live. Discover now