Capítulo Veinticinco ×Final×

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  El bosque estaba en silencio no tanto así su cabeza. Hacía una semana que había ocurrido todo el tema de la imprimación y continuaba tan perdido como el primer minuto, puesto que el dormir era imposible para él decidió perderse en el bosque.

  Enterró la cara entre las manos luchando contra sí mismo. Esa imagen era una pesadilla que se repetía en su mente una y otra vez. Iba a volverse loco, ya había empezado a volverse loco. Cerró los ojos y esperó el amanecer. Justo cuando se había calmado lo suficiente escuchó esa risa en su cabeza como traída desde un rincón de su mente, se irritó contra si mismo por permitir crear una sensación desagradable respecto a él.

  El sonido de la hojarasca no le sobrecogió, pero si lo hizo ese aroma, su olor.

  Seth había llegado aquel punto casi por casualidad, pero se detuvo unos metros antes de cruzarse con él. Estaba tumbado boca arriba con los ojos cerrados, pero no necesitó nada para saber que el contrario sabía de su presencia. Poco a poco se dio la vuelta comenzando a andar muy despacio, en cuanto hubiera ganado un espacio más amplio entraría en fase y se alejaría de allí. Durante esa semana las cosas entre ellos fueron cada vez más rígidas.

  Se sentía ridículo andando de puntillas por el bosque, pero cuando dio el tercer paso supo que algo había cambiado. Y empezó a correr.

  Emmett cerró sus brazos alrededor de su cintura provocando la caída más vergonzosa de su vida. Dio con todo su cuerpo en el suelo mientras Emmett quedó con el pecho apoyado en su espalda. Seth bufó tremendamente irritado, forcejeó para liberarse en vano.

  —Levántate, idiota —vociferó malhumorado.

  —Tranquilo, segundo al mando, que no voy a hacerte nada —dijo muy cerca del cuello del chico—. Pero tenemos que hablar.

  —¿Sabes que si entro en fase así como estamos podría matarte?

  —¿Era un chiste? —preguntó irónico—. Perdona, si lo repites prometo que esta vez sí me río.

  Seth se deshizo del agarre y escapó de los brazos de Emmett quien le miró con cara de pocos amigos.

  —Estoy harto de ese tema. Fue una cosa que yo no decidí, fue mi naturaleza.

  —Lo sé.

  —Me disculpé cuando percibí que la imprimación te ofendía tanto.

  —¡No es solo eso!

  Seth le miró extrañado, visiblemente perdido.

  —¿Qué? Hace días que no me hablas, como si te hubiera hecho algo realmente ofensivo.

  —Eres un cobarde —aunque lo susurró Seth lo oyó perfectamente, se levantó con la ira surcando su cara.

  —No me interesa tener ningún tipo de contacto con alguien como tú.

  Al principio Emmett no reaccionó y se quedó allí sentado viendo como el chico se alejaba. De repente echó a correr y le agarró de nuevo, Seth se movió con agilidad para quedar con la espalda en el suelo mientras el vampiro le sujetaba las piernas con las suyas. Lanzó una patada certera al pecho que hizo reír a Emmett y enfurecer a Seth.

  —¡Basta, eres un crío!

  —Mira quién lo dice. El mismo que no me habla en una semana y ahora por arte de magia aparece por el bosque haciéndose el encontradizo —Seth sentía que iba a estallar de impotencia e ira. Su cara comenzó a arder y los temblores no tardaron en hacerse presentes.

  —¡No quería presionarte con mi presencia! Además no sabía que estabas aquí —Emmett se quedó quieto mirando las rojas mejillas del chico, después habló más calmado.

LA LEYENDA DEL VAMPIRO DE CERAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt