Capítulo Veinte

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   Al principio fueron solo unos días, esperó un tiempo antes de llamar a la mansión pero sus llamadas nunca fueron contestadas y no recibió ninguna de su parte. Los días se hicieron semanas en las mismas condiciones y ahora pasaba más de un mes desde ese día sin tener noticias de Edward.

  Llegó a la reserva cerca del amanecer en su forma lobuna. La ponzoña no iba a matarle con tan poca cantidad, pero le quitó la energía haciendo que la carrera le costara el triple realizarla. Le contó todo lo sucedido a su padre quien se encargó aquella noche de mantener la fiebre a raya.

  Al recuperarse le llamó más de cien veces pensando en lo peor.

  —No pienses eso, él está bien. Te ayudaré a encontrarle.

  Por suerte recordó que en una ocasión Bella le había dado su número. Contestó al segundo tono.

  —¿Sí?

  —Hola, Bella, soy yo. Necesito que me digas cómo están las cosas en la mansión.

  El silencio que le siguió le cortó la respiración.

  —Creía que lo sabías. Imaginaba que te habías ido por esa razón.

  —¿Saber qué?

  —Hace un mes que el señor Cullen dejó la mansión. Me hizo llegar el mensaje para que no llevara más comida.

  —¿Irse? No tiene sentido, él no haría eso. ¿Qué te dijo exactamente? ¿Me mencionó, dejó algo para mí?

  —No. Cuando recibí el mensaje llamé a su casa, dijo que volvería a Londres porque aquí ya no le quedaba nada. Pregunté por ti, pero me colgó.

  Jacob sostuvo el teléfono contra su oreja sin dar crédito a lo que oía, intentó tragar saliva pero tenía la boca seca.

  —¿Sigues ahí?

  —Sí ¿solo dijo eso?

  —Tenía la voz diferente. No sé, no parecía él mismo. Me acerqué a la mansión para asegurarme, pero estaba cerrada, es verdad que se ha marchado.

  —Ya veo —soltó abatido—. Gracias, Bella.

  Billy le miró en cuanto colgó.

  —Se ha ido, papá. Ha vuelto a casa con sus padres. No puedo creérmelo, después de lo que pasó se ha marchado sin más, no le he importado.

  —Me resulta muy extraño.

  —Sabe que Noir me mordió, que parte de su ponzoña estaba en mi cuerpo y no ha hecho nada por buscarme. He estado dos días en cama y ni ha llamado para asegurarse de que llegué a casa.

  —Tú has hecho lo que debías, ya sabes que ha sido de él.

  —Menos mal que no le di el anillo de mamá, no se lo merece.

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  Aun pasando los días era imposible ver a Jacob sonreír de nuevo. Seth lo intentaba pasando parte de la tarde con él, pero su humor se había vuelto amargo y difícilmente se le veía feliz. Pasaba el tiempo encerrado en su habitación evitando a todos excepto a Billy y Seth. A veces compartía mensajes con Bella quien se estaba volviendo una buena amiga, más de lo esperado.

  Una noche salió al bosque de fogata con Seth. El clima era cálido pero su mente no se encontraba allí.

  —¿Prefieres hamburguesa o perrito?

  —No tengo hambre.

  —Entonces decidiré por ti —echó dos hamburguesas a la parrilla al tiempo que Jacob ponía los ojos en blanco.

LA LEYENDA DEL VAMPIRO DE CERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora