1. criminal.

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- ¡ya es mañana!- Olivia corrió hacia la cama de su madre y comenzó a saltar sobre el colchón para despertarla. Ander, su hermano mellizo, se le unió rápidamente, tumbandose junto a la mujer que se negaba abrir los ojos, para rodearla con sus brazos y piernas. La madre en cuestión, se vio obligada a despertar.
Ver sus sonrisas, la de Ander con dos huecos donde deberían estar sus dientes de adelante, le daba la certeza de que, al menos, la mañana comenzaba bien.
 
- ¡pero vamos a ver!- fingió un falso tono de enfado que sus peques ya conocían.
- qué está pasando?
 
- que Scoobie Doo está resolviendo un misterio aquí.- soltó El pequeño con un pijama de Peppa que su Tía le había comprado para mofarse de la madre y su odio hacia esa cerda.
 
- ¿Scoobie Doo?- les siguió el juego.
 
- sí, ven a ver.- insistió olivia, tirando de su mano.
 
No pudo seguir luchando contra ese pequeño par de terremotos y se dejó guiar hacia la ventana, esperaba ver algún cartel publicitario o algo así. Pero iba a ser cierto lo que decían. Una furgoneta pintada de unos colores bastante exóticos y repleta de abolladuras, estaba aparcada en la acera de enfrente; justo delante de la casa que llevaba abandonada años, a la cual solían meterse adolescentes a fumar marihuana y a destruir cristales con piedras, creyéndose guays. Aunque eso no ocurría ya, no desde que una pared se cayó y comenzaron a temer por el inminente derrumbe de la estructura.
 
- tal parece que hay un misterio.- les dió la razón.
 
- creo que es por la casa embrujada.- le aseguró Olivia.
 
- debe haber un fantasma.- los ojos del pequeño buscaron los de su madre.
 
- que no, amor. Igual es solo alguien que quiso hacerles una broma a los niños y las niñas.
 
- y no se parece tanto a la de scooby.- aseguró la niña, mostrándo la pantalla del movil con una foto.
 
- ¿ya ves...? ahora entrégame eso, sabandija.- ni siquiera la había visto coger el móvil, ni recordaba donde lo había dejado.
 
Lo desbloqueó para ver si tenía notificaciones importantes, aunque lo único que vio fue la hora.
 
- ¡llegamos tarde al cole! Corred a vestirse.-
 
Escuchó sus piececitos subiendo las escaleras mientras se dirigía a la cocina a preparar dos tuppers con frutas y dos yogures sin lactosa para que sus hijos desayunen, si tardaban más de dos minutos en vestirse, en el auto.
 
Olivia fue la primera en llegar.
 
- Andy casi termina.- informó a su madre.
- no ha querido que le ayude con los botones.- explicó levemente apesadumbrada.
 
- es porque quiere hacerlo solo, como tú lo haces, cariño.- puso una mano en su pequeño hombro.
 
La canción del tractor amarillo comenzó a resonar en toda la cocina, haciendo reír a la niña que, junto a su hermano, era la responsable de aquel ringtone que su mami no sabía quitar.
 
- es mamá -dijo a la pequeña, mientras dejaba el tupper de frutas frente a ella.
 
- ¿hola...? Muy bien, nos hemos retrasado un poco, pero... ah mira, acaba de bajar Andy- dejó el segundo tupper frente el niño mientras gesticulaba la palabra "mamá" sin sonido.
- vale, ¿tú...?- los mellizos se miraron cuando su madre cerró los ojos lentamente mientras soltaba el aire.
 
- ¿a que no llega?- dijo la niña al oído de su hermano.
 
- está bien. Yo me arreglo. Vale, adiós.
 
dejó el móvil sobre la mesa, respiró profundo y asintió a sí misma.
 
- mama no va a poder llevaros al cole.- Olivia le echó una mirada a su hermano, levantando la cejas.
 
- terminad de desayunar.- dejó los yogures en la mesa.- ahora regreso.
 
Corrió escaleras arriba, llamando a su padre, puso el altavoz y arrojó el móvil en su cama mientras buscaba ropa.
 
- Alba cariño ¿cómo vas?- no era su padre, era su esposa, Gloria.
 
- hola Gloria, ¿mi padre está por allí?- pronunció lo más alto y claro posible, teniendo en cuenta la distancia a la que tenía el móvil, la leve sordera de la señora y el hecho de estar dando saltitos para ponerse los vaqueros.
 
- no, linda. Hoy ha salido temprano y se ha dejado el móvil. Ya sabes como es recién levantado, no puede ni con él mismo. ¿por qué? ¿Necesitas algo? En cinco minutos paso por su taller a dejarle el móvil y un café, que ha salido sin desayunar.
 
- no, solo saber como estaba.- se miró en el espejo acomodando las arrugas de su ropa y ató un pañuelo a su cabeza para disimular aquel despeinado.
-Bueno, te tengo que dejar que los peques llegan tarde a clase.
 
- ¿qué no van con Claudia?
 
- no, ha tenido un inconveniente con el auto, pero no pasa nada. Que ya he hablado con Pablo y no le importa que llegue un poco tarde.- mintió porque de otra manera, la señora se habría subido en su Austin Victoria color celeste y habría llevado a sus no-nietos al colegio. Aunque eso significase no pasar por el taller de zapatos de Miguel-Ángel y llegar tarde a su trabajo.
 
- vale, te dejo entonces, que estés bien, cariño.
 
- y tú, adiós.- no pudo ni dejar el móvil para ponerse los zapatos, pues debía avisar a su jefe que llegaría tarde.
 
Se dedicó a enviar un extenso audio de los suyos para explicarle toda la historia, mientras recorría todas las habitaciones apagando luces, antes de salir.

nómada Where stories live. Discover now