18. Un camino.

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-¿Has terminado?- preguntó a la rubia cuando la vio salir de su asiento.

- no, que va, pero creo que es momento de un descanso. que estoy entrando en bucle y me estoy agobiando.

La morena estiró el cuello para ver lo que había en la pantalla.

- ¡pero si es chulísimo!

- ¿te parece? Yo es que no lo sé. Es para un cuento infantil.

- es monísimo, Albi.

- es de los trabajos más grandes que he hecho hasta ahora.

- te gusta más que hacer tatus...- adivinó.

- pues hacer diseños está guapo, pero es más divertido tatuar y nunca me he puesto a ello. Pablo me enseñó a usar la agujica esa pero nunca me he animado a más.

- anda, yo quiero un tatuaje hecho por Alba Reche, así puedo presumirlo.

- ¡¿que dices?!- rió con nerviosismo.

- es más puedes practicar recreando el de este brazo sobre esto- levantó el brazo de la escayola.- que lo hecho de menos.

- eso sí puedo hacerlo.

La rubia no tardó en levantarse del sofá y buscar un rotulador indeleble y, con ayuda de una foto que la morena tenía en su móvil, comenzar a recrear el tatuaje que se ocultaba debajo de la escayola.

- ¿de qué te ríes?- preguntó alba al ver que la morena dejaba escapar aire por la nariz, conteniendo la risa.- ¿está quedando mal?

- ¿qué? ¡no! Está quedando increíble.- dijo observando lo poco que llevaba.

- ¿y de qué te ríes entonces?- Natalia no entendía como podía estar sonriendo con los ojos y haciendo un puchero con los labios.

- porque estás muy guapa concentrada- le confesó con una sonrisa pequeña, haciendo el calor suba por las mejillas de la rubia, que se limitó a sonreír mordiéndose el labio y a continuar con el falso tatuaje. Esta vez mucho más atenta a los ojos de la morena que sentía sobre ella, haciendo que el rojo de su cara no pueda desaparecer.

Mientras natalia, contenía la sonrisa que le salía sola al ver cómo sacaba la lengua sin darse cuenta y que sólo dejaba de hacerlo para morderse el interior de la mejilla cuando volteaba a verla y sus ojos se encontraban con los de ella.

- creo que ya está.

- buah, Albi.

- ¿está bien?

- esta de puta madre. Gracias jo.- tomo la mano de la rubia y el dió tres besos seguidos.

Alba rió volviendo a tomar ese color rojizo en toda su cara.

- ¡Nat...! que solo es dibujo.

- no, es más Alba. Gracias por todo.

- es lo mínimo que luego hacer, tú... tú también me has ayudado... oye, yo... yo quería que sepas que si lo que dijiste ayer fue para hacerme sentir mejor, que no necesitas hacer nada si tu no... no quiero que te sientas.

- Albi- interrumpió- soy plenamente consiente de todo lo que dije y no me arrepiento ni retiro nada de lo que he dicho ni hecho.- le hizo saber, con plena seguridad.

Hubo un segundo, tal vez dos, en el que ambas se miraban con los mismos ojos, con el mismo brillo, pero justo entonces el timbre sacó a ambas de su trance y fue alba quien se levantó abruptente para abrir la puerta de donde aparecieron aquellos dos diablillos con la misma ropa que antes, pero repleta de manchas y arrugas. Casi no quedaba nada de los prolijos peinados con los que habían salido de casa.

nómada Where stories live. Discover now