14. el corazón delator

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- ...y me dijo...- a Natalia se le estaba complicando acabar de contar su anécdota entre la risa de Alba, la suya propia, el intentar no ahogarse con el humo del cigarro y hablar bajo porque pasaba la medianoche y estaban en la acera sentadas con la puerta abierta de la casa en caso de que alguno de los enanos demoníacos despertase, Natalia tenía la pierna derecha estirada y ocupando la mitad de la calle, afortunadamente prácticamente no pasaban coches a esa hora.- dijo "mira que me pareces una gamberra de manual pero no te puedo dejar allí en el suelo"

Alba se cubrió la oboca con las manos para no soltar una sonora carcajada y abrió muchísimo sus ojos soleados.

- ¿de verdad te ha dicho eso?

- te lo juro, yo estaba en plan, "gracias, supongo" y me ha llevando ella en su auto al hospital.

- ¡es broma!

- que no, hasta me ha contado la historia de su perro Merlín, que dice que lo atropellaron pero ya está muy bien.- volvió a reírse.

Raro era que nadie haya salido a decirles nada, pues llevaban un buen rato allí afuera riendo a carcajadas. Natalia le había contado como fue que cayó del techo de su furgo y fue socorrida por Ornella, la vecina a la que no le agradaba demasiado la presencia de la morena en el barrio. Desde el principio relató todo con humor, no parecía haberle afectado mucho, era eso o estaba en un estado de resignación total en el que ya no le quedaba otra que tomárselo con humor.

Alba sacudió el botellín, comprobando que no quedaba más que la espuma de la cabeza.

Natalia encendió su tercer cigarro de la noche.

- que día más raro tío- dijo al aire la morena, soltando el humo y observándolo esfumarse. - despierto de buenas, arreglo el cristal, todo va bien, me doy una hostia, una señora me dice que le parezco despreciable; todo va mal. La misma señora quiere ayudarme, una rubia guapa me invita a comer la mejor comida del mundo, a ver una película y a tomar cerveza; pues bastante bien. Solo falta que la rubia quera llevarme a su cama y vamos, compensados la hostia y el mal trato de le vecina.

Alba rió divertida.

- bueno, la rubia puede llevarte a su cama pero si quieres hacer algo que no sea dormir, vas a tener que ser muy silenciosa.

natalia la vio de arriba abajo exageradamente

- por esta rubia guapa soy el puto Chaplin.

- eres imbecil- Alba soltó una risotada que resonó en toda la calle, vieron una luz encenderse en una de las ventanas de la casa de al lado y corrieron adentro riendo en silencio hasta llevar a la habitación. Todo lo discreta que puede ser una chica con tres botellines de cerveza encima y otra con una bota ortopédica.

...

Despertó más temprano de lo normal, a causa del dolor en el tobillo y la muñeca que acompañaban al casi habitual dolor de espalda. Con la cabeza a mil que parecía contrastar completamente con el tiempo que pasaba lento, pues sentía llevar horas esperando a que el sueño regresase a ella.

Ver el sol comenzar a colarse entre las ranuras de la persiana fue su señal para salir de la cama.

Fue todo lo cautelosa que pudo, aunque fue inevitable que la rubia se removise y girarse ante el movimiento.

Natalia sonrió al verle la cara pues había estado de espaldas a ella toda la mañana, desventajas de ser siempre la cuchara grande. Se ocupó de cubrirle el hombro que había quedado expuesto al frío a raíz de su cambio de postura.

nómada Where stories live. Discover now