20. una cita.

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-¡MAMÁ!- corrieron hacia ella como si no la hubieran visto en semanas, que era exactamente lo que había pasado.

- ¡mis bebés!- Claudia los recibió con con mismo amor- ¡pero si habeis crecido y todo!

- mira casi me creció el diente- le mostró el niño.

- y yo mira, tengo un vestido que me ha regalado nati y este diente flojo, mira- y procede a mover el diente con la lengua, haciendo que la madre morena se sacudirse con repelús.

- esta muy bien, amor. ¿Quien es nati?

- la niñera que te he dicho.- se apresuró a aclarar la letra madre.

Alba había tenido que comentarle a Claudia que había contratado a una persona para cuidar de Olivia y de ander mientras ella trabajaba, para que ayudase con una parte del dinero.

- ¿y ya les ha regalado cosas? Qué considerada ¿no?- dijo mientras se colgaba al hombro las mochilas del cole (ambas con distintos diseños pero la misma tematica: Shrek).

- sí, Nati es muy buena y sabe hacer peinados chulos- explicó la niña con ilusión.

- bueno, ¿me dais un abrazo de despedida?- zanjó el tema antes de que se viera envuelta en la situación de tener que explicar que vive en la furgoneta que está estacionada frente a la casa o que en unas horas tendría una cita con ella... ¿era una cita?

los bracitos de sus pequeños la arrojaron rápidamente y tuvo que dar un paso atrás para no perder el equilibrio.

os voy a echar de menos.

- mamá pero vamos a llamarte.

- ya, ya lo sé. Nos vemos en unos días.

- adiós mami.-

alba cerró la puerta para poder entrar en un absoluto estado de pánico e histeria con más privacidad.

- me cago en la hostia, que es una puta cita...

...

Había tenido que pedirle ayuda a África pues era la única persona adulta que conocía allí, a parte de Alba y no podía pedirle usar su ducha para prepararse para la cita que tendría con ella, eso le quitaría toda la magia al asunto. Por eso, con toda la pena del mundo, llamó a África para pedirle prestada su casa para preparase, desventajas de la vida en una furgoneta sin agua corriente.
Afortunadamente, la chica no tuvo ningún problema en abrirle las puertas de su casa repleta de niñas y un bebé, apenas si las vio, pues las niñas, las pequeñas (las que eran iguales a África) se encontraban en la cocina con su padre que apenas se asomo a saludar, con la ropa repleta de harina y un gorro de chef, el pequeño bebé estaba durmiendo la siesta y la niña que sabía que faltaba, pues era la mayor y la más parecida a su padre; no parecía estar en la casa.

Tres toques de puerta y la cabeza de África asomándose por la puerta
- Venía a ver que todo iba bien.

Natalia ya estaba vestida, pero el maquillaje era más complicado, en especial si se hacía con la mano menos hábil.

- sí... bueno no, a ver más o menos.- resopló- Ya no sé.

- ¿Pero que pasa?- río ante la intensidad de la morena que no estaba acostumbrada a ver, entrando del todo a la habitación y cerrando la puerta.

- no, nada grave. Que con esta cosa en el brazo no puedo hacer nada y aún tengo que secarme el pelo y pasar por Alba y si no lo hago rápido va a a ser un rollo porque tampoco puedo correr con esto en el pie.

- Vale, te ayudo.

- ¿sí?

- claro mujer, déjame a mí.- la mujer sacó su propio maquillaje.

nómada Where stories live. Discover now