27. condensación.

2.1K 163 19
                                    

Marina llegó temprano a casa de su hermana al día siguiente.
 
Una sensación extraña, mas no desagradable, se alojó en su pecho cuando fue Natalia quien abrió la puerta, en pijama, despeinada y con una sonrisa de ojos menguados por estar recién despierta. Se sintió tan natural, como si Natalia llevase en la vida de su hermana desde siempre y no le disgustó, a pesar de llevar un tiempo ocultando su disconformidad hacia la morena... o bueno, más bien hacia la inestabilidad que esta parecía destilar; nada fijo, ni casa, ni trabajo... ¿que le aseguraba que no era así de inestable con la gente que la rodeaba? Alba estaba muy bien sola, la notaba bien y a sus sobrinos también. Ver a todos encariñados con  esa chica que no prometía un mañana, le asustó.
Tampoco pondría las manos en el fuego, pero ver que estaba comprometida con lo que sea que Alba y ella tuviesen y en consecuencia, su relación con Olivia y Ander, le había dado una pequeña esperanza...
 
- hola.- dijo con la voz ronca.
 
- ¿que tal?, ¿como está Alba?
 
- está arriba, si quieres sube. Voy en un momento, ¿Quieres un café?
 
- subo un momento y me voy, no te preocupes.- sonrió y se dirigió a donde su hermana.
 
- ¿Mini?- se sorprendió, pues no esperaba que viniese tan temprano.
 
- sí, yo.- rió.- solo vengo a ver como estabas. Que me he olvidado el cargador del móvil en la clínica ayer y me quedabas de paso. ¿como estás? Te veo mejor.
 
- bajo los efectos del ibuprofeno, estoy de puta madre.- la hizo reír.
 
- ¿has dormido bien?
 
- pfff. No dormía así desde que nacieron tus sobrinos.
 
- me imagino. Por cierto, ¿como han pasado la noche?
 
- según Claudia, mejor. Hubo un poco de fiebre, pero hoy Andy estaba más animado.
 
- como para no... conociendo a Claudia, les debe haber comprado media juguetería como mínimo.
 
- en realidad fue un castillo hinchable, creo.
 
- ¡mentira!
 
- que no, que es verdad. Me lo ha dicho hace un rato. Pero aún no se los ha mostrado... también un puzle pero no creo que les importe demasiado.
 
- ya te digo, que ni lo van a mirar.
 
Tres toques de puerta y, tras Alba habérselo indicado. Natalia entró con dos tazas de café.
 
- lo siento.- dijo con la boca pequeña y expresión tímida.
 
- no pasa nada, mujer.- rió Marina y Alba sonrió por la ternura de ver a Natalia nerviosa por su hermana que era un cacho de pan.- yo, como dije, pasaba a saludar y ya me voy.- se despidió de Alba y de Natalia y salió de la habitación, escuchando un "¿está bien o con más azúcar?" por parte de la más alta. De que estaban encoñadas, no tenía duda. Ahora quería saber si eso era conveniente para ambas.
 
Subió a su auto y condujo hasta la clínica; en el aparcamiento vio una cara conocida que llevaba un rato sin ver, una compañera que había estado de baja un tiempo bastante largo, cosa que le sorprendió a la rubia y no pudo no preguntarle. Acabaron ambas en la cafetería del lugar, con ella contándole sus dramas a Marina.
 
- ...y por eso he venido a firmar mi renuncia.
 
- que fuerte, tía... Joe, te voy a echar de menos.
 
- y yo. Igual algún día vuelva.
 
- ojalá. Oye, me tengo que ir, pero estamos en contacto ¿vale?
 
- sí, sí. Tú tranquila.
 
- adiós, y suerte con tus futuros trillizos.
 
- gracias. La voy a necesitar.
 
Una vez pudo retomar rumbo a la sala de descanso (y tras dar la misma explicación de por qué estaba allí a, al menos seis personas) logró llegar a su objetivo, mas no encontrando su cargador. Allí comenzó un rally de consultorios e interrogatorios a compañeros para descifrar donde estaba el cable del demonio. En eso reconoció a cierta morena que no dejaba de mover su pierna y juguetear con un sobre.
 
- pase.- dijeron dentro de la habitación y Marina cruzó la puerta.
 
- ¡Ruth! ¿Qué tal?
 
- ¡Hola, Marina! ¿Qué tal?¿qué necesitas?
 
- me he olvidado el cargador del móvil en descanso, pero no está ¿sabes si alguien lo ha cogido por error?
 
- ¿sabes qué? Creo que Ana ha tomado prestado uno, pregúntale a ella.
 
- genial, gracias.- giró sobre su eje para irse pero se arrepintió y volvió a girar.- una cosa... la chica de afuera, Natalia. ¿Está para ti?
 
- Natalia...- buscó en la pantalla del ordenador.- sí, ¿la conoces?
 
- amiga de mi hermana... o algo así.
 
- la pobre, siempre tengo preparada alguna chuche porque le baja el azúcar en todas las consultas.
 
- ¿ah, sí? No lo sabía... vale te dejo para que la atiendas que seguro está nerviosa. Nos vemos mañana.
 
Habría ido a saludar a Natalia pero tenía que girar hacia el otro lado para subir las escaleras... resultó que Ana sí tenía el dichoso cargador y enseguida pudo volver por donde había llegado.
 
Al ver que la silla que ocupaba la morena en la sala de espera estaba vacía, decidió sentarse a esperar a que saliera, si en serio le afectaba tanto, podría llevarla en el auto.

nómada Where stories live. Discover now