Capítulo 20

58 8 17
                                    

Estaba teniendo un pequeño quiebre emocional.

Mi cabeza no lograba aceptar lo que me habían dicho. Tantos años soñando con eso y jamás lo había notado y tampoco pensé que había sido real. ¿Y cómo es que todo este tiempo mis papás ocultaron algo así? No sabía qué cosa me sorprendía más. Sostenía la cabeza entre las manos, intentando controlar mis emociones con la respiración, pero era complicado. Estaba perdiendo la razón.

La habitación se inundó de un incómodo silencio. Sabía que todos estaban volteando a verme y eso no me gustaba. De nuevo era el centro de atención y ni siquiera por algo que yo había hecho. ¿Acaso era un monstruo? Ahora había más razones para aceptarlo. Aquello y el hecho de que estuvieran cazando a mi familia... qué ironía.

—Arthur —Frank rompió el silencio. Su voz se había vuelto más profunda de lo normal—, ¿estás seguro de lo que estás diciendo? No deberías jugar con algo como eso. —El sofá rechinó y sus botas resonaron por todo el cuarto. También escuché a Jennifer murmurar.

Esto no podía ser una broma. Repetí cada una de sus palabras en la mente y las uní con cada uno de los hechos que habían ocurrido. Incluso si no lo habría hechi, en el fondo sentía que era la verdad. Y a pesar de no recordar nada, aquello dolía un poco.

Aun así, la pregunta de mi memoria quedaba al aire.

—Míralo —respondió el mayor, con la misma tranquilidad—. ¿Luce como si fuera mentira?

Por fin levanté la cabeza. Deseaba poder lanzarle cuchillos con los ojos porque no soportaba que hablara de aquella forma. Debieron notarlo, ya que Frank se apresuró a hincarse a mi lado. Sentí como si de repente fuese a abalanzarse sobre mí, por lo que me puse de pie, dándole las espalda a todos. Necesitaba pensar.

—Max, recuerda lo que te dije. —Frank se apresuró a tranquilizarme, cosa que se le agradecí un poco. Pero en ese momento no era lo que necesitaba.

—¿Cómo es que algo así es posible? —hablé por fin. Apreté los labios por un momento para que mi boca dejara de temblar antes de seguir—. Ustedes lo dijeron, ninguno puede usar los poderes siendo un niño. —Me giré para enfrentarlos, pero la reacción de Jennifer me desconcentró. Al igual que yo parecía estar desorientada, cubriendo su boca. Entonces nadie lo sabía.

De nuevo, el cuarto quedó en silencio. Podía ver, en la cara de cada uno, como intentaban darle algo de sentido. Dejé de darle sentido por un momento y me concentré en mi memoria. Necesitaba mantener firme y despejada mi cabeza.

—Debería recordar algo. —Empecé a dar vueltas en el cuarto, jugando con mis dedos. Por más que lo intentara, no podía ver ninguna imagen de mi infancia. Casi todos ellos eran de cuando ya estaba en mi casa... bueno, la nueva casa.

—¿Recuerdas algo? —Ingrid preguntó después de mucho tiempo de estar en silencio. Yo me detuve e hice un último esfuerzo por evocar algo, pero nada salió. De repente veía algo acerca de mis papás, pero siempre pensé que aquellos recuerdos fueron en mi casa actual, ahora no estaba seguro.

Negué a su pregunta. Ingrid soltó un suspiro de frustración y se dejó caer en el sillón.

—No deberías preocuparte tanto —Ahora fue Jennifer quien habló—. Tengo entendido que es normal no recordar ciertos accidentes.

Sabía que sus intenciones eran buenas pero... ¿normal? Todo aquello estaba lejos de ser normal. No le respondí ya que si lo hacía sabía que iba a descargarme por completo con ella y no era justo. No era justo para ninguno de ellos.

—¿Crees que eso tiene que ver con los ataques de ahora? — Después de darle vueltas a sus palabras llegué a la conclusión de que si había sido planeado habría sido por una razón, como lo que ellos hicieron conmigo por meses. Arthur asintió lentamente

La Espada de Oro (Elegidos #1) (EDITADA)Where stories live. Discover now