Capítulo 4

148 19 25
                                    

Me encontraba en una calle enfrente de una casa común. Me di cuenta que esa no era mi casa pero algo hizo que sintiera unas ganas inmensas de entrar. No estaba seguro por qué, pero algo en esa casa se me hacía familiar.

El recibidor era una habitación simple, con un pasillo al fondo y unas escaleras al segundo piso. Había dos puertas, una de cada lado, y también había lo que uno esperaría encontrar en un recibidor: fotografías, percheros, un espejo, etc. En las fotos, casi todas eran de una pareja con un niño, los tres se veían muy felices.

Entré por la puerta de la izquierda, que era la cocina. Con una barra de desayuno en medio; un frutero con manzanas, uvas y plátanos. Posé la mano en la barra: definitivamente era mármol, debían ser gente rica. En el refrigerador estaba el dibujo de un niño pegado a la superficie. Era de su familia, lo más seguro. Debían amarlo tanto como para poner ese dibujo a la vista, en verdad estaba muy feo.

Un ruido vino del otro lado del recibidor, como unos cristales rompiéndose. Cuando crucé toda la cocina y el recibidor, en la otra puerta no había nada ni nadie mas que una sala-comedor. Al fondo, detrás de la mesa del comedor, estaba un armario con figurillas de cristal con una de las puertas abiertas y una figurilla destrozada en el suelo, una silla de la mesa estaba movida y pegada al armario. ¿Quizás el niño quiso alcanzar una de las figuras y se le cayó? Al acercarme al armario pude ver muchas figuras que se me hacían conocidas: un ciervo comiendo pasto y otro de un jaguar, acomodados de manera que el jaguar acechaba al ciervo. También había uno de una familia alrededor del pino. A mi mamá le gustaría ver esa colección.

Otro ruido vino escaleras arriba. Subí con mucho cuidado, ¿qué estaba haciendo ahí? Y además, ¿quién estaba ahí? No conocía la casa, pero aun así tenía una sensación de unión con ella. Algo ahí se me hacía muy familiar, pero estaba seguro de que jamás había entrado a ese lugar.

Poco a poco me fui acercando a la primera puerta que vi en el segundo piso. Desde donde estaba parecía ser una habitación de niño, y cuando me asomé ahí estaba un niño jugando en medio del suelo, con un tren de Lego. En la cama había una valija.

―Hola, ¿quieres jugar conmigo? ―dijo el niño. ¿Podía verme? Empecé a asustarme y a hiperventilar. Pero por alguna razón no podía moverme.

—No te preocupes —dejó el tren en el suelo y se puso de pie, luego me miró—. Aquí no te va a suceder nada.

El niño caminó hacia la habitación del frente, pero yo sólo me quedé de pie. ¿Qué rayos era esto? ¿Por qué el niño me hablaba así? Yo estaría gritando o enojado si un desconocido se metiera a mi casa, pero él…

―Está aquí. —Pude oírlo hablar desde la otra habitación. Caminé hacia él: estaba en la ventana viendo algo (o a alguien) de afuera. Sin embargo, cuando miré no pude encontrar a nadie.

—¿De quién hablas? —pregunté, pero para ese entonces el niño ya había regresado a su habitación. Yo lo seguí y esta vez miraba por su ventana.

Fue ahí cuando escuche una especie de explosión y los cristales de la otra habitación estallaron.

No sabía hacia dónde mirar o qué hacer. El niño estaba demasiado tranquilo, ahora se había sentado en el centro de la habitación. Cerca de donde estaba podía escuchar fuego.

—Nada de esto es real —dijo el niño con voz fría. De pronto pude oírlo soltar un suspiro y empezó a llorar—. ¿Mamá? —el niño se puso de pie y corrió hacia la ventana. Desde afuera pude escuchar cómo había gente gritando, más que nada una mujer. El fuego se podía escuchar con fuerza, y cuando miré hacia atrás, pude ver que en la habitación del frente ya había entrado a la casa.

La Espada de Oro (Elegidos #1) (EDITADA)Место, где живут истории. Откройте их для себя