ʟᴀ ᴠɪᴏʟɪɴɪsᴛᴀ ᴅᴇʟ ᴛɪᴛᴀɴɪᴄ •|ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ ʀᴇɴɢᴏᴋᴜ|• ✓

𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 2

Abordar el Titanic con Kyojuro Rengoku fue tarea fácil, no es para menos, era el dueño del barco, sin embargo eso nuestra protagonista no lo sabía. Ella estaba consciente de que era alguien poderoso, pero nunca esperó que fuera a ese extremo.

—Bueno señorita, nuestros caminos se separan aquí —la soltó cuando ambos estaban en la proa.

Habían logrado pasar desapercibidos porque todos estaban despidiéndose de sus seres queridos, mas ninguno de los dos tenía a quien decirle adiós, de cierto modo ambos estaban solos.

—Celeste —le extendió su mano con una sonrisa sin importar su clase.

El bicolor la tomó y con delicadeza la besó, causando la sorpresa en la joven que tras separse lo miró con asombro.

—¿No sabes saludar a las mujeres? —cuestinó alzando una ceja.

—¿No es así? —preguntó, y al ver que ella negaba una sonrisa asomó en su rostro —. ¿Y como debería hacerlo?

—Pues... —ella tomó de imprevisto la de él y comenzó a zaranderla cordialmente —, debes hacerlo así, no trates a las mujeres como joyas, creeme, aunque no lo digamos nos sentimos inferiores. Ser frágiles no es divertido.

—Creo que eres la mujer con más personalidad que he conocido —ella sonrió ilusionada —. Eso o eres muy rara.

—Me parece que va a ser lo segundo —rió levemente para acomodarse el violín.

Unos segundos estuvieron observándose, dos pares de ojos detallándose mutuamente, examinando cada parte de su contrario y tratamdo de desvelar por el encuentro de miradas lo que había en el interior del otro. Después de todo, dicen que los ojos son la ventana del alma, y ambos eran tan cristalinos, que con solo un roce podían ver más allá de lo físico.

Kyojuro era portador de esas sonrisas que no existían, increíblemente un hombre rico pero cabelloroso y bondadoso. Y la chica temía un espíritu libre, aventurero y audaz, de esos que definitivamente no encontrabas en una mujer.

Comprender todo aquello en tan sólo un segundo podría parecer imposible, pero no lo és, todo se ve en los ojos.

—¡Kyojuro! —ambos sintieron, haciendo que se dieran cuenta de lo extraño de la situación.

Rengoku se giró para ver cómo su hermano se aproximaba a la escena con pasos lentos y a su lado, también venía una mujer, bastante hermosa a decir verdad. En su rostro portaba una sonrisa totalmente fingida, pero se podía ver el esfuerzo que ponía en tratar de demostrar que le agradaba aquella situación.

—Senjuro —lo saludó alegre con una mano —¿Quién es esa hermosa dama?

—Kyojuro es tu prometida —soltó con resignación mientras corría la mirada.

En ese momento pasaron tantas cosas que fueron imposibles contarlas. Primero que nada, Celeste casi se atraganta con su propia saliva, incómoda retrocedió dos pasos y se golpeó a si misma en el pecho. Luego el mayor detalló aún más a la joven damisela que tenía justo frente a él. Era hermosa, no se podía negar, pero había algo que no le encajaba. Y por último, Senjuro suspiró consciente de que la situación no era la más cómoda del mundo.

—Mi nombre es Sofia, un placer —le extendió la mano, Kyojuro miró por en sima del hombro a Celeste, en ese justo momento ambos sonrieron con complicidad, como unos niños pequeños que saben un secreto sólo de ellos.

—Kyojuro Rengoku —la tomó para besarla —, el placer es mío.

—Emm... —la violinista carraspeó llamando la atención de los demás —Me tengo que ir ya —miró a Kyojuro —, muchas gracias por tu generosidad.

Sin esperar a que nadie contestara tomó su maleta para comenzar a correr lejos de ahí. Dejando a muchos con la boca abierta y al cabeza de familia Rengoku con gran curiosidad.

¿Volvería a ver a esa bella señorita?

Desde luego que quería hacerlo.

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—Este será tu camarote —le dijo el joven al abrir la puerta —, lo compartierás con otra chica.

—Muchas gracias por contratarme —la jovencita le sonrió cordialmente.

—Solo debe demostrar su valía está noche en la gran fiesta de bienvenida, en el armario está el uniforme que debe usar, está noche usted misma tocará la velada para el dueño del Titanic —le respondió serio —. Por ahora puede ponerse cómoda y disfrutar de los lujos que ofrece el barco y nuestros servicios.

Sin más que decir Celeste dio una ojeada rápida a su habitación. No era de las más bellas o sofisticadas del barco, de eso estaba segura, pero tampoco estaba tan mal. Tenía lo básico y era bastante hermoso. Este era por mucho el mayor trabajo que había conseguido nunca. Estaba compuesto por una pequeña sala de estár, con unas sillas y una mesita con un jarrón. Detrás estaba el cuarto, con dos camas medianas separadas por una cómoda. A la derecha seguramente habría un baño.

Se relajó un poco al sentir como la puerta detrás de ella se cerraba, dejándola sola. La muchacha lanzó sobre una de las camas su maleta para comenzar a dar vueltas en el lugar. Su hermoso vestido ondeó en el aire y aunque estuviera entre todas esas paredes, ella se sintió libre.

Se fijó en las ventanas de su habitación, quería ver el océano, así que se acercó y emocionada examinó el exterior. ¿Cómo algo tan simple podría ser tan hermoso?

Celeste estaba segura de que ese viaje sería inolvidable, lo sentía dentro de ella, había algo que se lo decía.

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Lean comiendo palomitas (￣ω￣)🍿

~Sora