𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 7

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De regreso a su habitación Celeste caminaba por inercia, aunque su cuerpo se encontraba en aquel majestuoso barco, su mente volaba horonda por miles de lugares, pensando sobre todo en Kyojuro

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De regreso a su habitación Celeste caminaba por inercia, aunque su cuerpo se encontraba en aquel majestuoso barco, su mente volaba horonda por miles de lugares, pensando sobre todo en Kyojuro. Una sornisa inconsciente se posó en sus labios al recordar como la había llamado, y luego llevó dos de sus dedos a su barbilla, el lugar donde antes él la había tocado. Se ponía peligrosa la cosa, imaginaba demasiadas tonterías con él, que no se diga que Zenitsu no la advirtió.

Aún así no podía dejar de pensar en aquella noche, en su amabilidad, en la dulzura con la que le dice "señorita", o en ese brillo especial de sus ojos, o en esa forma tan elegante, caballerosa y bondadosa de tratarla. Aunque costara admitirlo, era un hombre como jamás ella había conocido, apasionado, justo y...

—Ah... —un suspiro escapó de sus labios mientras miraba decaída el suelo.

Y estaba tan comprometido, estaba reservado para una mujer hermosa, de alta clase y con mucho dinero. ¿Cómo se podría competir contra eso? Espera...

Celeste se abofeteó a sí misma por tercera vez en el día. ¿Qué demonios estaba pensando? No era como si él le gustara o nada de eso, simplemente era distinto y por eso lo admiraba. Ella no tenía tiempo para esas tonterías. No era momento para estar divagando por estupideces como esas.

De repente, y en parte gracias a su distracción, terminó chocando contra otro cuerpo. Retrocedió dos pasos por inercia y murmuró dos maldiciones, no para ella, ni para comer quien chocó, no, iban dirigidas al hombre que robaba cada espacio vacío de su cabeza, aquel que la mantenía distraída.

—Lo siento —dijeron las dos a la vez, y me refiero a femenina porque frente a Celeste se encontraba la prometida de Kyojuro, Sofia.

Era una mujer castaña, de largos cabellos rizados, le llegaban hasta media espalda e increíblemente no los traía recogidos. Tenía los ojos color miel, profundos y brillantes, parecían sumergidos en un río de sentimentos, su sonrisa era hermosa, sus dientes eran blancos y perfectos. Su piel parecía tersa y blanca, seguramente sus manos no tendrían ni una cicatriz por trabajo, seguramente eran manos finas y vírgenes.

—¿Estás bien? —interrgó preocupada la otra chica al notar el estado de Celeste, se veía perdida.

—Emm... —la pelirrosa pareció pensarlo unos segundos, con cuidado se reincorporó para sonreír —, si estoy perfectamente, gracias por preguntar.

—No es nada —le respondió para depositar con confianza una mano en el hombro de la protagonista, inspiraba confianza y seguridad. ¿Cómo se le ganaba a eso? —no tuvimos la oportunidad de presentarnos adecuadamente. Mi nombre es Sofia Brown, pero puedes llamarme Sofia.

—El mío es Celeste —observó como la receptora se quedaba esperando a escuchar su apellido, sonrió de medio lado con un toque de melancolía y luego prosiguió —, sólo Celeste.

—Oh, Vale —esta entendió de inmediato que era mejor no seguir preguntando por la expresión en el rostro de la otra chica. Sofia era una mujer muy perspectiva y se llavaba rápidamente muchas cosas.

—¿Y qué hace una dama como usted por aquí? —fue la de ojos dorados la que rompió aquel incómodo y aparentemente interminable silencio.

Ante esto la castaña se puso realmente nerviosa, sus manos comenzaron a temblar ligeramente y pareció pensar unos segundos su respuesta —, lo siento, me tengo que ir. Mi prometido solicita mi presencia.

Sin más que decir, y dejando a otra chica con el ceño fruncido, Sofia comenzó a correr alejándose del lugar. Parecía que ocultaba algo, y muy gordo, pero eso no era problema de Celeste. Así que tras procesar lo ocurrido, la protagonista siguió caminando hacia su destino final.

 Así que tras procesar lo ocurrido, la protagonista siguió caminando hacia su destino final

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Nerviosa e inquieta se acomodó una vez más el vestido. Podía ver a lo lejos la figura grande y robusta de Rengoku. El hombre se encontraba acomodando sobre el barandal, miraba el horizonte, y había que decir que la puesta de sol no le hacía nada mal, combinaba perfectamente con los colores de su piel, cabellos y ojos. Celeste se arregló por última vez el cabello y sonrió como tonta, apretó con fuerza su violín sobre su pecho y caminó decidida.

Él lo había hecho, estaba ahí esperandola, sin importarle nada, cumpliendo con su palabra.

—Buenas tardes señor —lo tocó del hombro con un dedo, cuando él se giró la encontró con una gran sonrisa, se largo cabello rosa ondeaba en el aire, al igual que su simple vestido blanco, el mismo que portaba cuando se conocieron —¿Puedo ofrecerle algo?

—¿Sería mucho pedir una melodía acorde con esta hermosa puesta de sol? —tomó su mano para besarla. Ya sabía lo que ella le había dicho cuando se conocieron, aún así lo hizo, ¿por qué? Tal vez por no quitarle seriedad al asunto y al pequeño juago de roles que estaban teniendo.

—Claro que no —contestó agudizando su voz, hizo una exagerada reverencia y sonrió al levantar su cabeza —, si viniste.

—Te dije que lo haría —le recordó girándose nuevamente.

Celeste siguió su acción y se colocó a su lado, sintiendo el viento rozar su rostro con rebeldía, observando el sol ya ocultándose, regalándole a los dos unos últimos rayos cálidos, los pájaros surcaban el cielo naranja. Era un momento precioso, digno de guardar en la memoria, en un lugar especial bajo llave, algo para compartir solo con el otro.

Sin más que decir ella comenzó a tocar su mejor piesa, una lenta, acorde con sus sentimentos en ese momento. Cerró sus ojos dejándose llevar, dejando que sus dedos trazarán aquella melodía. Kyojuro la observó como si de oro se tratara.

Sus largas pestañas chocaban con esas finas mejillas, en su boca había una pequeña curvatura de felicidad, tan sincera y auténtica como ninguna que haya visto jamás, sus cabellos danzaban valiente al zon de lo que ella tocaba, parecían bailar en pareja con su ropa. Se mostraba tan perfecta ante sus ojos, simple, única. Él la quería sólo para sí. Aquel poderoso imán que parecía atraerlos sólo aumentaba su intensidad a cada instante que pasaban juntos, parecía... parecía auténtica magia.

 parecía auténtica magia

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Palabras del autor:

Lento pero seguro se viene el romance...

Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora



ʟᴀ ᴠɪᴏʟɪɴɪsᴛᴀ ᴅᴇʟ ᴛɪᴛᴀɴɪᴄ •|ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ ʀᴇɴɢᴏᴋᴜ|• ✓Where stories live. Discover now