𝕰𝖕𝖎𝖑𝖔𝖌𝖔

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Caleste se agachó para colocar las flores en la tumba; se trataba de girasoles, según ella era la floración que más le pegaba, los colores, el significado, todo iba de la mano con la personalidad del chico

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Caleste se agachó para colocar las flores en la tumba; se trataba de girasoles, según ella era la floración que más le pegaba, los colores, el significado, todo iba de la mano con la personalidad del chico. Una linda sonrisa adornó su rostro mientras observaba la inscripción. Se quedó ahí, en esa misma posición, recordando todo lo ocurrido en aquellos días. Siempre que iba al cementerio se prometía no llorar, pero al final, ante aquella lápida, terminaba cediendo. Aunque no se tratara de un llanto violento o decesperado, era tranquilo, callado, ella lo lloraba en silencio.

El no derramar una lágrima a través de los años se fue convirtiendo en un reto, uno verdaderamente imposible. Le hubiera gustado vivir más con él, compartir más cosas juntos, muchos más momentos. Al final el Titanic se lo había llevado para siempre, dejándole un vacío que no se llenaría.

—Hola, ha pasado tiempo —acarició, con mucho cuidado y cariño la piedra —, perdón por tardar tanto en venir, es que como me pediste estoy teniendo una vida. Me casé y estoy realmente enamorada de ese hombre, tuve dos hermosas niñas a las que amo más que a nada, cumplí mi sueño de ser una gran violinista y ahora estoy en medio de dos obligaciones: mis viajes por el mundo y mi familia. Claro, no tengo dudas, la familia va primero y al final siempre terminan acompañándome. Todas mis metas se han cumplido una a una, he sufrido y he reído en el camino, no ha sido fácil pero nunca necesité que lo fuera. Me aferré a cosas que nunca pensé que se irían y me deshice de muchas otras que consideraba irremplazables. Se han quedado atrás personas que consideraba importantes y he apreciado a otras muchas que creía simples desconocidos. Me han herido y decepcionado, también me han sorprendido y alegrado. Cosas que pensé serían eternas se han terminado y otras que consideraba pasajeras se han quedado conmigo por siempre. Supongo que esto es vivir día a día: la presión, la dicha, los momentos, el amor.

Soltó ahogándose en sus propias palabras, sabiendo el peso de estas. Debía contarle todo lo que había pasado, ponerlo al día, aunque para eso debiera hablar todo la tarde. Le gustaban esos pequeños momentos en que pasaba frente a esa tumba, recordando todo lo que tuvo, todo lo que perdió y todo lo que ganó.

Habían pasado doce años desde los acontecimientos del Titanic, al principio fue doloroso pero las personas debieron seguir adelante, seguir caminando por su propia senda. Fue un duro recorrido, lleno de difíciles obstáculos y aquellos duros recuerdos, pero al final, no se puede vivir en el pasado, hay que aprender de él y soltar esas cadenas.

Pasó un minuto de silencio, la vehemente muchacha jugó con sus dedos, buscando la forma de continuar o despedirse por hoy. Solía ir todos los años en el aniversario del hundimiento, para algunos aquella fecha había pasado a la historia, pero Celeste jamás lo olvidaría.

—Amor —alguien colocó ambas manos sobre sus hombros, apoyando parte del peso de su cuerpo con el de la ya, mujer adulta.

Ella alzó su vista para encontrar aquellos profundos orbes, detallantes, activadores y pasionales. Le sonrió a su esposo y colocó una mano sobre una de las del hombre.

—Ya estoy —le dijo, simple y concisa.

Él comprendió que sola no podría ponerse en pie así que la ayudó, porque con los años, habían sido capaces de llegar a entenderse sin las voces de por medio. Así había crecido el amor, en eso se habían convertido con mucho esfuerzo. Eran alegre pareja feliz, auténtica. Se amaban más que a nadie y el tiempo solo había afianzado ese sentimiento.

—Las niñas esperan —le advirtió para entrelazar sus dedos.

—Vamos —susurró gentil, dándose media vuelta para mirar por última vez la tumba —. Hasta la próxima, Zenitsu, gracias por escucharme.

Así, juntos, Kyojuro y Celeste abandonaron el cementerio para ir al encuentro de sus hijas, quienes los esperaban para ir todos al parque. Si, Celeste, después de tanto, había conseguido algo que nunca deseó, pero que ahora que tenía, no quería dejar ir, ella obtuvo un apellido.

Y para todo el que pregunte por ella, tanto ahora como en la historia, ya jamás volvería a ser solo Celeste, ella era...

Celeste Rengoku.

Celeste Rengoku

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Palabras del autor:

Bien, me quedó más largo de lo que quería pero weno :v

¿Qué les pareció el final?

Yo estoy satisfecha y contenta, moría de ganas por escribir algo de Rengoku y les prometo que no será la última vez.

Próximo libro de la saga Titanic ya publicado en mi cuenta, se titula: La Prometida de Kyojuro, Saga Titanic Libro II.

Muchas gracias a quienes me apoyaron y siguieron durante todo este tiempo, no soy nadie sin ustedes.

Pasen una buena noche, tarde o día, desde donde me lean.

Y sobre todo...

Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

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ʟᴀ ᴠɪᴏʟɪɴɪsᴛᴀ ᴅᴇʟ ᴛɪᴛᴀɴɪᴄ •|ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ ʀᴇɴɢᴏᴋᴜ|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora