𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 11

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Celeste se vio perdida en sus ojos

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Celeste se vio perdida en sus ojos. Jamás le había sucedido aquello con ningún hombre, tal vez porque nunca había conocido a alguien como Kyojuro, y el revoloteo descuidado de su corazón ahora mismo, la preocupaba. Con que facilidad él bajaba sus defensas y la hacía sentirse una niña, una pequeña niña anhelando algo.

Apretó la camisa en el pecho del contrario, él no dejaba de observarla, y ella sabía que solo esperaba su aprobación, porque era tan caballero que no la tocaría sin que ella quisiera.

<No hay tiempo para el amor>, se repetía una y otra vez, negándose a aceptar lo que su corazón ya sabía.

Quería quedarse ahí, pero también quería salir corriendo. ¿Cómo explicar lo débil, vulnerable y feliz que se sentía entre sus brazos?

Niégalo Celeste, niégalo y vete, él no te detendrá, es demasiado amable. Vete de ahí, sigue tu vida, conviértete en una gran violinista, aléjate de la clase alta, podrida, de las debilidades y bellezas que conllevan entregarse al amor.

Acéptalo Celeste, acéptalo y quédate, acepta ese beso que los dos se morían por darse. Quédate ahí, en sus brazos, disfrutando de esa calidez y mucha más que podría darte él, enrédate en el amor y llora cuando te dejen.

Ha llegado el momento de tomar una elección. Dos caminos, dos opciones.

Y Celeste decidió tomar el riesgo, el cambio, decidió tomar la felicidad de ese momento, porque si algún día se escapa, no se habrá perdido nada, y podrá decir que hizo todo lo que quiso.

—También... —susurró, con la cabeza gacha, tan bajo que él casi no la escuchó, tuvo que acercarse para saber que decía —, también me gustas, Kyojuro.

Alzó su vista, con una hermosa sonrisa en sus labios, los mismos que Rengoku no tardó en apresar con los suyos. ¿Sería el vino? Tenían un sabor amargo y dulce, empalagosos, pero exquisitos.

La atrajo con fuerza a sí, apretándola contra su pecho, con una de sus manos apresó su cintura, y con la otra exploró su espalda, negándose a dejarla a ir, porque ahora que sabía lo maravilloso que era besarla, quería hacerlo todos los días de su vida. Ella, por su parte, se dejó guiar, llevó ambas manos a su cabello, a su largo y cedoso cabello, para peinar con sus finos y largos dedos esas doradas hebras.

Tiempo más tarde separaron sus rostros, pero solo estos, porque se mantenían en la misma posición. Su respiración se hizo entrecortada y Kyojuro acomodó su frente contra la de Celeste, escuchando el concierto en su pecho y en el de la chica, sus latidos estaban acelerados.

Celeste lo miró a los ojos y soltó una risita incociente, había tomado muchas decisiones estúpidas en su vida, pero sin duda, ese beso no había sido una, era como el regalo del Titanic, un regalo que era solo para ella... ¡y para Sofia!

El calor del momento hizo que olvidara a la prometida de Kyojuro. ¿Qué se supone que debía hacer ahora? Estaba nerviosa.

—Sofia —lo empujó ligeramente —, tu prometida, no pienso ser "la otra".

ʟᴀ ᴠɪᴏʟɪɴɪsᴛᴀ ᴅᴇʟ ᴛɪᴛᴀɴɪᴄ •|ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ ʀᴇɴɢᴏᴋᴜ|• ✓Where stories live. Discover now