ʟᴀ ᴠɪᴏʟɪɴɪsᴛᴀ ᴅᴇʟ ᴛɪᴛᴀɴɪᴄ •|ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ ʀᴇɴɢᴏᴋᴜ|• ✓

𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 14

Cuando Erika siguió su propio camino hacia sabe dios donde, Celeste volvió a respirar en soledad. Ambas hablaron un rato, decidieron olvidar la parte triste de sus vidas para contarse lo afortunadas que eran en cierto sentido, después de todo, estaban ahí, en ese mismo lugar, rebosando de alegría y fortuna. Eran pasajeras del Titanic, de cierto modo habían prosperado.

¿Sabes de esa sensación de recién conocer a alguien pero sentir la suficiente confianza para confesarle algunos secretos? Pues esa comodidad provocaban la una en la otra. La charla salió natural, sin necesidad de forzar nada, porque precisamente se trasmitian buenas vibras. Decidieron que si el destino volvía a encontrarlas en tierra firme prodrían comenzar una bonita amistad.

Aunque al final Erika tuvo que abandonar la tranquilidad de aquel banco, tenía a alguien a quien buscar. Celeste no supo distinguir si se trataba del chico que había mencionado, aquel que la estaba haciendo vacilar respecto a sus sentimientos. Algo si era cierto, aquella muchacha corrió como si persiguiera algo valioso e invaluable. La pelirrosa no necesitaba una contestación, después de todo, ella se veía de ese modo cuando pensaba en Kyojuro.

Kyojuro.

En la abrumadora melancolía de aquel lugar, terminó por colocar su mano en el espacio vacío del banco, añorándolo. No la culpen por querer verlo, por querer que estuviera ahí ahora, a su lado, diciendo cosas que sin duda la harían sonrojarse, o tal vez besando salvaje pero pasionalmente sus labios.

Su sonrisa incrementó al pensar en el hombre, sus ojos se cerraron ligeramente y divisó con anhelo el puesto sin nadie. No quería a cualquiera, lo quería a él.

—Señorita —alguien colocó una mano sobre la suya.

Celeste sintió que el aire le faltaba y en ese momento los latidos de su corazón amenazaban con detenerse. Reconocía esa melodiosa voz, ese particular modo de llamarla. ¿Por qué cuando lo necesitaba, Rengoku estaba ahí? ¿Qué clase de poder tenía?

Fijó su vista al frente, encontrándolo agachado, lo que lo hacía ver en un ángulo ligeramente más abajo que ella. Portaba esa característica sonrisa en su rostro, opacando al sol con su reluciente mirada. Apresaba entre una de sus grandes manos la pequeña y menuda mano de la protagonista, apretándola con fuerza pero sin llegar a hacerle daño.

—Kyojuro —murmuró, intentando controlar sus inmensos deseos de besarlo, de lanzarse a sus brazos para ser recibida por el fuerte abrazo de estos.

—Te dije que te encontraría dónde estuvieras —se alabó, capturando con su mano libre algunos mechones traviesos de cabello de su compañera, para colocarlos tras su oreja —, pero he de admitir que no fue muy difícil.

—Eso es porque quería que me encontraras —confesó, tras aquello, mordió ligeramente su labio inferior.

Rengoku negó divertido para acercarse lentamente a su rostro, esperando ser recibido con aprobación. Acarició su mejilla antes de besarla, despacio, calmado, un pequeño beso que fue capaz de remover todos los sentimientos que había guardado Celeste todo el día esperando encontrarlo.

Ya no les importaba el ser vistos por cualquiera, era algo secundario.

Cuando se separaron, el bicolor tomó asiento a su lado, mirando al frente. Ella imitó su acción, sin embargo, en todo ese tiempo, aquel par de manos no se había separado.

—Pensé en traerte algún lujoso vestido para la cena —comenzó el varón, mirando el cielo —, pero mi di cuenta que tal vez estaría preparándote para mi mundo, arrastrándote a él, cuando lo que más me gustó de ti siempre fue tu libertad. Concluí que puedes ser tu misma, no tienes que agradarle a nadie en esa absurda cena, solo quiero que la gente te conozca por como eres.

A Celeste se le subieron los colores a la cara, tiñiéndose de un hermoso rojo. La verdad es que aquello la había afligido bastante tiempo, se había quejado de los extravagantes y exagerados vestidos de las damas de clase; sin embargo, estaba dispuesta a colocarse uno solo para no hacer el ridículo, para no dejar en mal lugar a Kyojuro.

Al parecer los dos habían puesto al otro por en sima de sus propios intereses, que curioso.

—Gracias —le dijo, pozando el dorado de sus ojos sobre su figura imponente.

Era el tipo de hombre esbelto, alto, pasional, encendido. Llevaban poco tiempo juntos, pero ella sabía que no encontraría más sinceridad y bondad en nadie más.

—Tengo la tarde libre —en un rápido movimiento, la atrajo a sí, logrando que ella recostara su cabeza en su pecho —. Podemos pasarla juntos si quieres.

¿Cuánto habría tenido que luchar para conseguir aquello? Celeste no era ingenua, sabía que se había buscado a un hombre ocupado. Seguramente había tenido que mover cielo y mar para poder dedicarle tanto tiempo, lo que ella no sabía es que él lo había hecho encantado.

Cuando Kyojuro la sintió acurrucarse a él, la envolvió con sus brazos y colocó su barbilla sobre la coronilla de la cabeza de la muchacha. Decidieron no hablar, decidieron guardar silencio, abrazarse, escuchar los latidos en el pecho del contrario, porque a veces, las palabras no son suficientes, y para trasmitir un sentimiento es mejor una acción, un lindo gesto, un momento de paz y armonía, las mismas sensaciones que se contagiaba aquella joven pareja.

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Palabras del autor:

Primero que nada, me gusta mucho Kyojuro, hasta mi informe ;-;

Ok, comencemos.

Debo informarles que la historia está llegando al climax y deben faltar aproximadamente cinco capítulos, por lo que creo que la terminaré esta semana, si todo sale bien. Comenta cómo crees que terminará conocíamos a Sora C:

Vota y comenta si la historia te está gustando para que llegue a otras personas. ~(˘▽˘~)(~˘▽˘)~

Lean comiendo palomitas (￣ω￣)🍿

~Sora.