Capítulo 2

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Mayo, 1941

-Ya no soporto esto. -Dije al borde de las lágrimas al ver que mi padre regresaba por tercera ocasión golpeado de su trabajo.

-Tranquila, Mila. Esto acabará pronto. -Intentaba calmarme con el rostro lleno de moratones y haciendo muecas de dolor, me dolía tanto verlo de esa manera que prefería encerrarme en la habitación a tratar de controlar mi enojo, y así lo hice.

Mi mandíbula estaba tan apretada que dolía, sentía tanto miedo y enojo que no sabía qué hacer, las cosas cada vez se ponían peor, era más difícil conseguir alimento, mis padres ya no nos dejaban salir, ya que, casi siempre que un judío salía a la calle regresaba golpeado a casa.

Los alemanes habían estado deportando gente desde el año pasado en cantidades pequeñas, no se sabía a donde iban, había rumores que decían que los llevaban a campos de trabajo en donde solo hacían eso, trabajar y que cuando terminara la guerra los liberarían. Otros decían que realmente los llevaban a la muerte. Nosotros no sabíamos que creer, de lo único que estábamos seguros es de que no pasaría nada bueno si los solados tocaban a nuestra puerta y nos pedían tomar nuestras cosas.

Nos habían quitado el radio que nos mantenía informados y el pequeño auto de mi padre que había conseguido con tanto esfuerzo y sacrificio.

Injusticia era poco para describir lo que nos estaban haciendo.

Me recosté sobre la cama, miré el techo mientras miles de cosas pasaban por mi cabeza, ¿Cómo era posible desarrollar un odio tan grande contra una población entera? ¿hasta dónde podía llegar ese odio?

El sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos seguido de los gritos de mi madre.

-¡CAMILA, VEN ACÁ! -Decía con voz preocupada, me puse de pie de un brinco y caminé para la sala.

-Por Dios, ¿qué pasó? -Exclamé al ver a mis padres intentando ayudar a Jared a mantenerse en pie.

-Sofia trae mi cabás, está en mi habitación. -Pidió mi padre una vez que sentó a Jared en el sofá. Mi hermana salió corriendo al cuarto.

-¿Qué pasó? -Pregunté de nuevo viéndolo preocupada.

-Los soldados... -Hizo una mueca.

-No deberías de salir de tu casa, muchacho. -Mi madre tomó la palabra mientras lo veía con los brazos cruzados de pie frente a él.

-Necesitaba ver a Camila. -Como pudo me miró con media sonrisa. Y yo aparté la vista algo incómoda.

Mi padre se aclaró la garganta y agradecí que Sofia llegara con sus cosas. Revisó sus costillas y se dio cuenta de que estaban fracturadas, le puso algo de hielo y le dijo que intentara no moverse.

-Lo mejor sería que te llevaran a tu casa en una camilla o algo por el estilo, pero a como están las cosas, lo más que puedo hacer es ponerles una venda. -Dijo con una mueca.

-No se preocupe, lo que sea es bueno. -Jared hablaba con los dientes apretados.

El silencio se instaló en la sala mientras mi padre le colocaba la venda.

-Será mejor que vayas a casa y descanses. -El hombre lo miró con seriedad y el chico parecía sorprendido.

-Claro. -Se puso de pie con mi ayuda y la de mi madre y entre las dos lo acompañamos a la puerta.

-Cuídate, Jared. -Ella lucía genuinamente preocupada.

-Lo haré, señora Cabello. -Dio una media sonrisa.

-Adiós, Jared. -Con algo de incomodidad me acerqué y dejé un pequeño beso en su mejilla.

No esperé respuesta, cerré la puerta y caminé junto a mi madre hacia la sala.

Gloom (Camren)Where stories live. Discover now