Capítulo 35

717 54 3
                                    

-No se sienta comprometida a hacerlo... si no puede, lo entenderé. –La interrumpí antes de que terminara de hablar.

-Camila... –Escuché pero eso no me detuvo.

-Es solo que no me siento bien y creo que me vendría bien estar acompañada. –Hablé rápido e intentando evitar su mirada, no soportaría recibir una respuesta negativa mientras la miraba.

-Me quedaré contigo, Camz. –Dijo con voz suave y algo divertida, cuando la escuché me detuve de golpe y entonces sí procedí a verla a los ojos.

-¿De verdad? –Pregunté esperanzada.

-Te dije que no te dejaría sola, y si necesitas compañía, entonces te haré compañía. –Se encogió de hombros y yo sonreí, casi segura que con cara de idiota pero no me importaba. –Solo iré a dejar esto a la cocina y por un par de mantas, ¿de acuerdo?

Claramente no quería que lo hiciera por compromiso o porque me tuviera lástima, y era difícil despejar mi mente de esos pensamientos, sin embargo, verla tan sonriente y tranquila me hacía pensar que lo hacía porque quería y porque disfrutaba estar conmigo. Simplemente asentí y ella se dispuso a abrir la puerta.

-Aguarde. –La detuve y ella se quedó estática. –¿Podría tomar un baño? No me siento muy cómoda. –Hice una mueca y la escuché reír.

-Claro. –Asintió. –Te traeré algo de ropa para dormir. –Me guiñó un ojo y salió.

No podía evitar sentir esa sensación en mi estómago cuando hacía algo como eso, era un cosquilleo muy extraño, algo que jamás había sentido antes. Y solo por un momento, dejé de pensar en todo lo que estaba por venir, en el lugar en que me encontraba y en el peligro que corría. ¿La razón? Estar con Lauren Jauregui era pensar solo en ella, como si mis pensamientos le pertenecieran completamente cuando estaba cerca. Quizá por esa noche podría dejar de lado todo lo que me atormentaba.

Me duché lo más rápido que pude, el agua fría me sacó varios suspiros, pero estando en ese lugar, la temperatura era lo de menos, lo importante era que hubiese. Mi cabello ya llegaba hasta los hombros y lo agradecía, sin embargo, debíamos ser muy cuidadosas y cubrirlo perfectamente con los paños, de otra forma nos lo volverían a cortar. Si tomábamos en cuenta el peligro que corríamos, se podría pensar que el largo del cabello era completamente irrelevante, pero era lo único que nos ayudaba a aumentar aunque sea un poco nuestra autoestima. Es decir, vernos desnutridas, sucias, con ojeras y con un atuendo horrible era desgarrador, más aún vernos además sin cabello. Aunque para ser sincera, mi aspecto ya no era tan deplorable, quizá porque me estaba alimentando de una mejor manera, mis huesos aún sobresalían pero podía percibirse como una delgadez relativamente normal.

Me dediqué a lavarlo, a tallar mi cuerpo como pocas veces lo hacía, ya que, el tiempo en las duchas era demasiado corto y si teníamos suerte nos daban jabón, así que, en ese momento me encontraba llena de privilegios y los aprovecharía por más que eso sonara oportunista. También agradecí que el cepillo de dientes aún estuviese ahí.

Después de alrededor de quince minutos me sequé y envolví mi cuerpo en una toalla. Al salir me encontré con la ojiverde colocando un camisón sobre la cama y una gran cantidad de mantas sobre la misma. Se había cambiado la ropa, ya no traía su uniforme, sino ropa para dormir de color beige.

-Hey... te traje la... –Dejó de hablar cuando me miró, como si se le hubiese cortado la respiración.

-¿Pasa algo? –Pregunté con el ceño fruncido.

-No... –Dijo después de un par de segundos. –Solo que... –Se aclaró la garganta. –No es nada... –Negó rápidamente. –Te traje la ropa. –Dijo tomándola y extendiéndola hacía mí.

Gloom (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora