Todos hemos soñado con historias con cantantes, actores, modelos e incluso con amores literarios en este libro encontrarás muchas historias con esos personajes
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Mackenzie Halstead terminaba de sututar la herida de su paciente y se preparaba para tomar sus cosas he ir a casa, probablemente su esposo ya habría llegado.
Ya casi lista para salir del hospital después de despedirse de Maggie la zona de urgencias se volvió un caos, un camilla llegó rodeada de paramedicos y policías que conocía por Jay.
Un mal precentimiento llegó a su mente y con nerviosismo avanzó hacia la sala de urgencias donde estaban tratando al paciente nuevo.
El sargento Voight se percató de la cercanía de Mackenzie y trató de detenerla pero ella era una mujer hábil y logró evitarlo, al entrar al compartimiento su corazón se puso a latir más rápido y su cuerpo empezó a temblar.
Su esposo, Jay estaba en la camilla con una herida de bala en el hombro cerca del corazón.
Las enfermeras y detectives notaron a la pelirroja y trataron de sacarla de ahí, no era una escena que se disfrute.
Entre Hailey y Will sacaron a Mackenzie que parecía en un estado de shock mientras que el doctor Rodhes llevaba a su esposo a quirofano dejando un rastro de sangre.
Si no fuera por el agarre que Will su cuñado tenía en ella ya se abría desplomado en el piso.
Luego de tratar de calmar a la joven cirujana la llevaron a una sala de emergencia donde le explicaron todo.
En una misión Jay trató de hacer entender a un joven que bajara su pistola y en un descuido el joven le disparo dejándolo en el piso.
Mackenzie solo asintió ante la historia y agradeció a Hailey por el café que le trajo.
Su mente trabajaba a mil por hora, ella era una doctora ella sabia que Jay estaba criticó y por la sangre que su esposo perdio la extracción de la bala iba a ser difícil.
Ella tenía en cuenta el riego que conlleva ser pareja o esposa de un oficial y lo aceptó porque sabía que eso hacía feliz a Jay, pero cada día estaba muerta de miedo esperando que en cualquier momento la llamara Platt y le informara que su esposo había muerto en persecución.
La idea de Jay muerto la aterraba, ella no quería descubrir lo que significaba vivir sin él, no quería perderlo en esa cama de quirofano donde ella trabajaba diariamente.
No quería perder una parte de ella, por que eso era Jay, una parte de su corazón.
Mientras la espera pasaba la idea de vivir sin Jay estaba ganando ¿ella se recuperaría de esa pérdida? ¿Podría dejarlo ir? e incluso si no moría hoy ¿ella lograría dejarlo ir en un futuro?
Estaba hundida en la ansiedad pensando en lo que su madre la diría "te dije que casarte con un policía no era lo correcto"
Solo llevaban 7 meses de casados, apenas estaba empezando su historia y no podía acabar aquí.
Pero toda tristeza se fue cuando Will entró diciendo que Jay estaba bien y lo estaban llevando a una habitación.
Mackenzie sólo logró abrazar a su cuñado agradeciendole a Dios por no llevarse a su esposo.
A paso rápido la pelirroja camino en busca de Connor para agradecerle por salvar a Jay y luego se dirigió al cuarto que se le fue otorgado a su marido.
Ahí estaba, recostado en la cama con los ojos cerrados, más pálido de lo normal y con el hombro vendado.
Pero estaba vivo y eso era lo importante.
Pasaron dos horas para que Jay Halstead despertara, algo desorientado pero al ver la cabellera pelirroja de su mujer se calmo un poco.
Mackenzie despegó la mirada de su libro y sintió tranquilidad al ver esos ojos que no lograba decifrar si eran verdes o azules.
-¿cómo te sientes?-preguntó ella acariciando el cabello de Jay que cerró los ojos ante el tacto de Kenzi y embisos una débil sonrisa que tranquilizó a la mujer.
-cansado-se limitó a responder disfrutando del tacto que le seguían proporcionando-¿y tu? Te ves igual.
-como querias que estuviera-dijo Mackenzie alejando su mano de la cara deJay y empezando a caminar por la habitación-estaba muerta del miedo, te vi en esa camilla casi muerto.
Jay bajo la mirada sin atreverse a ver a Kenzi a los ojos, se sentía mal por preocuparla.
-fue un accidente Kenzi, sabes como es mi trabajo-dijo Jay haciendo una mueca al ver la cara de su esposa.
-ya sabía cómo era tu vida antes de estar contigo Jay y lo acepte-exclamó Mackenzie empezando a enojarse-sabía que había riesgos pero no como estos, siempre estas herido, siempre te metes en problemas y terminas diciendo que fue un accidente, no veo que tus compañeros vengan una vez a la semana porque están lastimados.
-lo se-dijo Jay admitiendo que siempre terminaba metiéndose en problemas.
-no eres solo tu Jay, hay gente que depende de ti, tienes amigos y un sargento que estaban muy preocupados por ti-dijo la joven tratando de no tirar una lagrima por la impotencia-tienes un hermano que estaba lleno de miedo por perderte y tienes una esposa que no quiere descubrir un mundo sin ti.
Al decir esas palabras ella solto aúna lagrima que rápidamente limpio muestras que Jay se sentía culpable por verla sufrir por el.
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Jay no logró artícular ninguna palabra, sólo logró extender su brazo bueno invitándo a Mackenzie a acercarse.
Ella ya más tranquila luego de acara todo lo que tenía camino hacia sus esposo y se subió a la camilla poniendo su cabeza en el pecho de Jay escuchando el tranquilo sonido de su corazón.
-lo siento-dijo Jay besando su frente-se que soy muy tonto y despreocupado pero te prometo que voy a cuidarme, por ti y por mi, por nosotros.
Mackenzie asintió y beso el pecho de su pareja sintiéndose más tranquila mientras sus ojos se cerraban por el cansancio.
-yo tampoco quiero conocer un mundo sin ti-dijo Jay mientras acariciaba el cabello de su esposa.
