Los prejuicios de Facundo | Serie Épicos I

Prejuicio | Tres | Nueva edición.

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Joaquín.

No quiero que me digas te amo para que vuelva, no quiero que esas palabras salgan de tus labios sino son ciertas; me niego a que me digas te amo, como si aquellas palabras tuvieran una cura milagrosa, como si con ello, se arreglaran los problemas mágicamente.

Sé que me amas y yo te amo, pero a veces, esas palabras no son suficientes, a veces se necesitan de acciones que enmienden el daño que se ha hecho. Tu y yo sabemos, cuanto odio ese tipo de parejas, esas que dan el amor por sentado, que creen que decir te amo todo lo cura, que creen que un sentimiento los mantendrá unidos, cuando ellos son tóxicos para el otro.

Vamos, recuerda cuando Natalia nuestra vecina llevaba su novio a casa, como los oíamos pelear por las rendijas y corríamos cuando escuchábamos que la pelea se intensificaba y el novio salía golpeando la puerta y dejando el camino atrás. Recordad lo que nos decía Natalia, cuando intentábamos decirle a mamá, que vuestros gritos llenaban la estancia, que aquel hombre le golpeaba. Ella nos decía que algunas personas se aman tanto que se hacen daño, que es la única manera en que pueden darse amor, porque no conocen otro modo.

Nosotros no somos Natalia ni ese hombre, nosotros no nos golpeamos ni nos dañamos en el camino, pero si nos escondemos, escondemos lo que sentimos porque creemos que es un pecado y sé lo que me dirás, que no es cierto, que solo procuras nuestro bienestar, que sinos escondemos el tiempo suficiente, nos haremos inmunes a esa marea de chismes en torno a nosotros. No quiero eso para mí, Facu, no quiero eso, me niego a esconderme más y convertirnos en dos personas que se comportan como si estuvieran llevando a cabo un delito, cuando solo es amor.

Yo estoy dispuesto a todo por ti, pero aquí, la pregunta es si tú estas dispuesto a todo por mí.

Recordad de nuevo, como esos dos chiquillos lloraron al termino de esa historia, cuando Natalia se convirtió en un cuerpo en una sábana blanca, cuando la sacaron sin vida y nosotros creímos ser los culpables; recordad que lloramos durante meses y aborrecimos cualquier contacto que no fuera el del otro, porque creíamos que podríamos hacerle daño a los demás porque estábamos malditos, porque éramos unos asesinos, que temían ser señalados. Esos días durante su muerte y los meses que siguieron nos escondimos en nosotros mismos, nos culpamos por no haber hablado antes, por no decirle a mamá lo que pasaba.

Ya no somos esos niños, Facu, ya no tenemos que escondernos por temor a ser señalados porque no somos culpables de nada más allá de querernos. Y sé, sé que nuestra historia no es sobre Natalia, pero en estos últimos días con Emilia como mi única compañía, no he podido dejar de compararme con ella, con esa pobre chica. Si sigo este camino, si sigo lo que creéis es la verdad, entonces, aunque no me mates, terminaras matando el amor que existe por ti en mi corazón, y volveremos a ser los culpables, volveremos a sentirnos como cuando éramos unos niños, habremos matado algo bueno que existía entre nosotros, por temor a hablar de ello, por esconderlo.

No me pidas que vuelva, Facu, como si estuviera en mis manos, cuando sabes que no es así. Son tus prejuicios los que nos separan, abren una brecha entre nosotros que empieza a romper nuestro amor. Si me quieres, tanto como dices hacerlo, entenderás que es lo que necesito y en vez, de pedirme que vuelva, sabrás abrirte un espacio y un camino hasta mi corazón.

Tuyo, Joaquín.

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Nueva edición: Mayo de 2024.

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