Introducción | Nueva edición.

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Facundo

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Facundo.

Seis meses después.

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Llega un momento en la vida de toda persona en que quien eres, quien deseas ser y quien fuiste, se convierte en una de tus mayores decisiones. De cierta manera, me encontraba en una batalla interna por decidir que debía pesar más en la terrible decisión que estaba por tomar. Tenía un miedo absurdo subiéndome por la garganta en una mezcla venenosa de lo que podía bien ser bilis o un nudo de emociones y palabras que pugnaban por salir desde hacía más de cinco años.

Me pasé una mano por la frente y, sin duda, la capa de sudor que me cubría el rostro era una sola de las acciones que mi cuerpo emitía ante el miedo absoluto. Y vaya que no era un miedo absurdo y vaya que me pesaba tan solo pensar en ello, pensar en que estaba a punto de convertirme en quien deseaba ser, pero como esto se convertiría en una batalla tan cruda con mi aclamada carrera. Sacudí mis manos y cerré los ojos, ya no estaba dispuesto a dejar que los demás dictaminaran quien debía ser, como vestirme o el solo hecho de tomar las decisiones que creía eran las correctas.

Miré las cámaras arremolinadas en el set, miré las pantallas cubiertas de fotos, algunos afiches e, incluso, mis ojos terminaron sobre la mesilla en la cual guardábamos el centenar de regalos de nuestros fans. Éramos nosotros una banda mundialmente reconocida, éramos épicos, la banda pop más conocida del momento, una banda latina que cantaba en su idioma original, pero también en inglés y cuyas canciones se encontraban en el podio en los rankings mundiales. Me fui inevitable no pensar en el pasado, en lo mucho que habíamos luchado por encontrarnos aquí, quizás también en la lista de equivocaciones que me habían llevado hasta este momento y como mi vida, mi sueño, mis triunfos, todo lo que deseaba estaba justo frente mí, ante mis ojos se cernía lo que más hubiera deseado durante toda mi corta vida.

¿Y por qué no me sentía conforme? ¿a qué se debía ese dolor que me oprimía el pecho? ¿Cuántos días llevaba sin dormir pensándolo, deseando hallar una respuesta, mientras la noche se me escurría entre los dedos como el agua, sin hallar una sola solución? Cerré los ojos, medité mis respuestas y solo una se hizo camino en mi mente, deseaba decirlo, deseaba dejar de guardarme los secretos y gritarle al mundo quien era. Ya no podía más con esta carga, con este dolor que me traspasaba el alma, que me destrozaba a cada instante, que marcaba cada paso en mi camino de secretos, como una herida constante en mi cuerpo.

Abrí los ojos en el instante justo en que las luces se encendieron, en que los encargados caminaron uno a uno detrás del otro, mientras nos dirigíamos a ese set, el set donde hacía cinco años había comenzado este largo camino.

Este era nuestro sueño, el de épicos.

¿Quiénes éramos ahora? ¿acaso éramos los mismos chiquillos nerviosos que habían comenzado este camino o solo el producto de la fama, una fama que determinaba quienes debíamos ser?

Miré a mis amigos en los afiches y me fue inevitable no pensar en ellos, en la libertad que nos privaba expresarnos, ser nosotros mismos. Habíamos pasado de ser una banda que defendía a toda costa las diferencias, la libertad de expresión y de sentirse orgullosos de quienes se son, a ser un producto más de esta asquerosa industria. La fama nos habría consumido como unos chicos sin temor de ser quienes deseaban ser y regurgitado a una banda de chicos miedosos, carcomidos por la ansiedad, la depresión, las adicciones y los dolores escondidos.

Mi banda, épicos era mi sueño, era mi vida, sabía que para ellos era igual, aunque este sueño se hubiera trastornado en una pesadilla, que nos nublaba la mente, que controlaba nuestros movimientos, nuestras acciones, nuestros amores, nuestras decisiones. Nos detuvimos a un paso del set, la silla de ruedas ya no podía entrar al salón, miré a mis amigos, pero no nos miramos entre sí, no nos dimos una sonrisa nerviosa como al principio y mucho menos nos tomamos de las manos; debíamos ser profesionales, debíamos ser maduros, debíamos ser amigos, aunque sabíamos poco quedaba de eso, después de las mil peleas, de los complejos, de los que unos pensábamos estaba bien y otros solo criticaban. Éramos cuatro ahora, cuando antes éramos cinco chicos, con el mundo entre nuestras manos, debíamos estar felices, pero no lo estábamos, debíamos sonreír, pero no era real.

Esto no es real, pensé.

Cuando el lugar tomó fuerza, comenzó el golpeteo de un reloj al lado izquierdo del set, que contaba los segundos antes de comenzar. Vi a mis amigos, vi sus rostros, la manera en que emociones se reflejaban en sus ojos y como buscaban de cualquier manera sacudir sus miedos antes de darle una sonrisa a la cámara, esa sonrisa que habíamos aprendido a dar, a punta de practica e hipocresía.

Me sacudí las manos y lo supe en aquel instante en que me levanté con dificultad de la silla de ruedas. Aunque me costara lo haría, no importaba si mi carrera terminaba aquí, yo sabía quién era y debía decírselo al mundo, junto a estos tres chicos a mi alrededor que más que unos amigos eran familia.

Los miré y me sonrieron tristes, todos sabíamos que este sería el final de épicos, de nuestro sueño compartido, de nuestras mismas metas, de la única familia que tenía. Reconocer quien realmente era, mis gustos, en una industria extremadamente homofóbica, no solo enterraría mi carrera, sino también la de mis amigos.

Sin embargo, no podía vivir un día más así, no me importaban las consecuencias, debía dejar de mentir y gritarle a todos que era homosexual y no me importaba decirlo, es más me sentía orgulloso. A partir de hoy, Facundo Sarmiento ya nunca más se dejaría gobernar por sus propios prejuicios ni por los de nadie más.

Inhalé y deje salir el aire de manera pausada mientras miraba a mis compañeros, y supe que lo haría, hoy era el momento.

Seria hoy o nunca. 

Para quienes han tenido que ocultar quienes son, por miedo a ser rechazados, discriminados o temen perder a sus familias o su apoyo

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Para quienes han tenido que ocultar quienes son, por miedo a ser rechazados, discriminados o temen perder a sus familias o su apoyo. Para que sepan que aquí podrán encontrar una nueva FAMILIA.

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Nueva edición: Mayo de 2024. 

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Los prejuicios de Facundo | Serie Épicos IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora