Prejuicio | Cinco | Nueva edición.

82 27 14
                                    

...

Facundo.

Quisiera comenzar preguntándote por qué no contestaste mi última carta, pero no puedo hacerlo. Quisiera decir que lo entendí porque el paso del tiempo me ha hecho menos impaciente, pero no es así. Es solo que comprendí que no puedo reclamarte nada, porque no tengo el derecho a hacerlo. Quisiera ser cínico y pedirte explicaciones que no merezco, pero una parte de mí, no me deja serlo.

Por más que quiero, no puedo olvidar las cosas malas por las que te he hecho pasar y que tienes todo el derecho de olvidarte de mi existencia o de quien fui en tu vida, casi como quien arranca una hoja del diario de su vida y la desecha sin volver a verla jamás.

No me malinterpretes, no dudes que me dolería en el pecho que lo hicieras, pero en el fondo lo entendería.

Algunas veces, aunque ames mucho a alguien, debes aprender a vivir sin esa persona, debes comprender que el amor es compañía, se trata de un regalo y no de una obligación. Quisiera que me amarás, que me eligieras, pero no podría culparte sino lo haces. Porque, de vez en cuando, hay que arrancar de nuestras vidas a quienes más daño nos hacen, para encontrar la verdadera felicidad de la mano de un nuevo camino.

No sé si estas en camino de olvidarme, pero me tomaré tu ausencia, la de tus letras, como un permiso para seguir hablándote a través de estas cartas sin respuesta. Si algo me queda en esta vida que hacer por ti, por ese nosotros que ahora parece tan fragmentado, casi como si no existiera, es recordarte quienes fuimos, todo lo que dejamos atrás y sobretodo que tú eres mi felicidad y yo sé que fui la tuya.

Quiero recordarte que, a pesar de los dolores que te he causado, hemos vivido más alegrías juntos que la acumulación de todo ese mal. Quisiera recordarte los miles de momentos juntos que hemos vivido, pero no me alcanzaría una carta para hacerlo, no me alcanzarían las letras para recordarte algo que seguro has olvidado.

Quisiera que me ames como yo te amo a ti, que ames los momentos buenos que vivimos juntos, las tardes acostados en tu techo, mirando las estrellas y contándolas, las tardes con tu abuela y sus historias, las salidas de campo en la que nos perdíamos entre la naturaleza y éramos uno solo. ¿Recuerdas el día en que te persiguió una abeja y corrías como si tu vida dependiera de ello? ¿Recuerdas el día en que visitamos una comunidad indígena y nos enseñaron sus creencias sobre la madre tierra? ¿Recuerdas cuando casi te ahogas y aunque no sabía nadar me tiré detrás de ti? ¿Recuerdas el día que recorrimos el río en una lancha y como me tomabas la mano, mareado porque no soportas el sentimiento de estar flotando? ¿Recuerdas el día que nos subimos a la montaña rusa o al martillo, ese juego supuestamente divertido, que nos puso de cabeza y que nos hizo rezar mil plegarias, mientras las niñas de adelante reían?

Quiero que me recuerdes de ese modo, solo porque todas estas cosas que estoy contando tienen algo en común: como yo acudí a ti.

Cuando las abejas corrieron detrás de ti, yo corrí a ayudarte.

Cuando necesitaste que te acompañara a un lugar a muchos kilómetros de casa para conocer una comunidad indígena, yo solo pregunté cuando salíamos y que debíamos llevar.

Cuando a los diez años casi te ahogas, aunque yo no supiera nadar, me tiré detrás de ti y te ayudé a salir, antes que un salvavidas viniera por nosotros.

Cuando nos subimos a esa maltrecha lancha, yo no dejé de hablarte de lo apretados que eran nuestros chalecos salvavidas, de cómo corría el agua e incluso, nos sentamos y muy cerca a la orilla, el agua corrió sobre nuestros dedos. Sé que de cierta manera allí te ayudé a superar el miedo que le tenías a volver a ahogarte.

Cuando nos subimos a esos juegos, yo tomé tu mano y la apreté y de seguro, recordaras lo que te susurré: si tú gritas, yo grito.

Siempre ha sido así, siempre hemos sido tu y yo; si tú saltas, yo salto. Y quisiera que esto no se acabara aquí, pero no sé cómo arreglar lo que está roto. Me lo pregunto todos los días sentado en este sillón que se ha vuelto mi comedor, mi escritorio, mi cama, mi lugar. Pero, no sé, no sé cómo hacer que vuelvas a mí y me duele, pensar que, aunque te conozco tanto, más que a mí mismo, pueda perderte por no saber cómo hacerte verdadera e inmensamente feliz, como lo mereces.

¿Qué quieres de mí? Pídeme lo que quieras, yo te lo daré, pero tan solo no te vayas, no me dejes sin tu compañía. Dime que volverás, dime que lo harás, ¿Quién soy yo si tú no estás? ¿Qué me queda si te vas? Recuérdame, recuérdame una sola cosa antes de partir, que me amas y me amarás, que este amor te hará tenaz, que lucharas por quedarte a mi lado*

Por un siempre a tu lado.

Facundo, siempre tuyo.


🦋🦋🦋

*Aquellas letras hacen parte de una de las canciones del primer álbum, titulado, somos efímeros. Esta canción fue escrita por Facundo y Joaquín, justo en el momento en que alcanzaban la fama. Su nombre es «Quédate a mi lado».

Pd. Esta canción refleja uno de los momentos más tristes en la vida de ambos. Pero, no se preocupen, este recuerdo podrán encontrarlo más adelante en una de sus cartas.


Nueva edición: Mayo de 2024.

No olvides seguirme en mis redes sociales :)

Los prejuicios de Facundo | Serie Épicos ITempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang