Capítulo 16 | El dolor del duelo.

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"Y si ves con mis ojos y si tanto entendés, cómo no viste en ellos, cómo cómo no viste, no miraste, un pequeño animal que pedía aire, que ardía, se asfixiaba, se moría."

Idea Vilariño.

Idea Vilariño

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Joaquín. 

Muerte, una palabra que conlleva demasiadas circunstancias, problemas, dolores, lamentos y tristezas. Las emociones al rojo vivo se intensifican cuando se ama con locura a quien se pierde.

¿Cómo enfrentarse ante la muerte cuando es tan repentina, dolorosa, intensa y fría? ¿Cómo asumir las circunstancias cuando no se ha estado siquiera preparado para vivirlo?

Duele, escala niveles del dolor que ni siquiera sabía podían sentirse de esa manera, escoce en el alma, te ahoga quitándote las fuerzas para seguir de golpe, con intensas arcadas y ganas de abandonar la batalla.

Enjuago mis lágrimas con un pañuelo que llevo en mi saco, me es imposible aguardarme fuerte cuando por dentro todo duele a flor de piel, cuando los pasos se me hacen pesados y cada parte de mi escoce como si tuviera miles de heridas abiertas.

Observo a Antonia llorar, sus rodillas sobre la tierra, arrastrándose sobre el sepulcro, mientras la primera pala de tierra cae.

El sonido de la tierra contra el ataúd es intenso, es un solo recuerdo de que nada será igual, que la muerte nos marcara de miles de maneras antes de que podamos ser conscientes, que el sentimiento de pérdida nos abrumará hasta un punto en que llorar sea la única opción para desahogarnos y solo quede sumirnos en una eterna agonía, el vivir cuando quien amamos tanto ya no tuvo esa oportunidad.

Sebastián hala a la niña contra sí, pero la chiquilla patalea, sus intentos de seguir, aferrada contra el ataúd, que se ha perdido en medio de la tierra. Varios hombres pasan a nuestro lado, llevan consigo la mezcla de cemento con el cual sellaran la tumba.

Todos sabemos que es hora de partir, pero mis pies no me obedecen, tan solo no quiero alejarme, no quiero moverme un solo centímetro porque tan pronto camine lejos, todo será peor, esa persona ya no estará, nunca más la escucharemos reír, sus risas ya no inundaran cada salón y aquellos sonidos serán remplazados por nuestro dolor, por la huella que ha dejado en nuestros corazones y sabemos que ya nunca nada podrá remplazar.

Las personas a nuestro alrededor se alejan, sus pasos es lo único que puedo escuchar, mientras me limpio las mejillas con torpeza. Cuanto amor, cuanta vida, cuantos lamentos y dolores dejamos detrás de nuestra partida, detrás del amor que vive en los corazones de quienes más queríamos.

Duele de maneras inexplicables, de una manera en que no recordaba sentirlo hace muchas décadas. Miro la placa con su nombre y el golpe me hace trastabillar, es un hecho, ella nunca más estará, su presencia se ha ido y ha quedado solo un fantasma con su sombra donde antes todo era luz.

Los prejuicios de Facundo | Serie Épicos IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora