Capítulo 11 | Memorias efímeras | Nueva edición.

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"Del pasado no tiene usted que recordar más que lo placentero"

Jane Austen.

Facundo

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Facundo.

La fotografía al igual que la memoria nos permite recordar sucesos que ya acontecieron, incluso de distintas maneras a cómo sucedieron. Miro las fotografías en el álbum que ha traído la madre de Joaco consigo y sonrío. Las fotografías revelan un nuevo mundo, uno que incluso no recordaba sobre mi niñez, momentos efímeros que se han escapado de mi memoria con el paso de los años o que han sido remplazados por otros recuerdos mas "relevantes."

Anita, la hermana de Joaco, me mira y sonríe, acurrucándose sobre mi hombro con una cobijita de ositos cubriéndole. Está mirando sobre mi hombro el álbum que su mamá me ha regalado y que aún no encuentro el valor de abrir. ¿Cuál podrá ser el poder que tiene una serie de momentos que no logras recordar? ¿Me dará vergüenza ver los momentos penosos de mi infancia o en cambio me reiré sobre lo que no recordaba pasé junto a la familia Ríos? O, en cambio, ¿me dará melancolía ver la prueba de las navidades, cumpleaños, graduaciones, entre otras celebraciones, que mi padre no estuvo junto a nosotros?

Mis manos tiemblan sosteniendo aquel elemento. Quiero abrirlo, pero me da terror la cantidad de recuerdos malos, buenos y melancólicos que tan solo ese objeto pueda desatar en mi interior.

—¿Vas a abrirlo o no? —refunfuña Anita clavando su barbilla en mi hombro.

La madre de Facu me ha regalado este álbum como si se tratara de algo preciado y me ha pedido lo cuide tan bien, como cuido a su hijo. No puedo despreciarlo, no puedo guardarlo porque soy un cobarde que teme verlo o siquiera abrirlo.

Anita detiene mis pensamientos, lanzándose sobre mí y quitando el álbum de mis manos. Suelta una risa risueña empujándome sobre el mueble en que nos encontramos, mientras me clava su codo sobre mi abdomen.

—¡¿Qué estás haciendo?! —grito mirando como abre sin temor el álbum.

Anita ni siquiera me mira, tiene la cara dentro del álbum.

—Lo que tú no eres capaz de hacer, nenita —alega—. Vaya flor silvestre que me saliste.

La miro mal y le tiro de mi estómago, quitándole el álbum.

—Nenita tu —murmuro—, que no creciste más de metro y medio.

—¡Ahora sí! —Anita se lanza sobre mi tomándome de las orejas con fuerza.

Grito, pero ella se ríe.

—¡Quítate, inmundo animal! —grito—. Quítate.

Anita me tumba aún más y me hala con fuerza el cabello, también.

Los prejuicios de Facundo | Serie Épicos IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora