~2 (Lucy)

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¡𝗕𝗶𝗲𝗻𝘃𝗲𝗻𝗶𝗱@𝘀 𝗱𝗲 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼! 𝗦𝗲 𝘀𝘂𝗽𝗼𝗻í𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼 𝗶𝗯𝗮 𝗮 𝗮𝗰𝘁𝘂𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗿 𝗵𝗮𝘀𝘁𝗮 𝗹𝗮 𝘀𝗲𝗺𝗮𝗻𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝘃𝗶𝗲𝗻𝗲 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗻𝗼 𝗽𝗼𝗱í𝗮 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗿 𝘅𝗱. 

𝗔𝘀í 𝗾𝘂𝗲 𝗮𝗾𝘂í 𝗲𝘀𝘁á:

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20 de Noviembre de 1997 (Nueva York) Maya:

—Ese es el señor Williams—dijo Lucy señalando a un hombre de unos treinta y cinco años que paseaba cerca de nosotras.

El señor Peterson nos había dejado traer a Lucy al parque para que nos ayudara con la investigación (a cambio de mantenerla al corriente de todo, había pedido ella todavía abrazando a su conejo de peluche el día anterior).

—¿Sabes el nombre del señor Williams completo, cariño?—preguntó Wen con voz aterciopelada.

—No me llamo "cariño". Me llamo Lucy—respondió la niña de forma cortante.

Sonreí, me caía bien. Sabía lo que quería.

—Lucy—intervine yo empujando levemente a Wen—necesitamos tu ayuda para poder encontrar a tus hermanos, ¿acaso no quieres verles de nuevo?

Hubo una pausa dónde Lucy abrió la boca pero no dijo nada. Quería sonreír pero me contuve.

—Sé que les echas de menos, no finjas. No pasa nada en admitir que te duele no saber si les vas a ver de nuevo. Es comprensible—continué yo.

Lucy estaba mirando al suelo. Por primera vez desde que la conocí, se había quedado sin palabras.

Sin embargo, después de dos segundos recobró la compostura y se escondió detrás de su máscara una vez más.

—O-os ayudaré—contestó—...¿que necesitáis?

Asentí, sonriendo.

—Podrías empezar por hablarnos un poco de tus hermanos. ¿Qué es lo que les gustaba hacer? ¿Tenían algún problema a nivel sentimental o físico? ¿Eran independientes? ¿Cómo os llevabais?

Lucy suspiró.

—Mateo y yo éramos mejores amigos—cerró los ojos, le dolía hablar de ello—usualmente era muy hiperactivo pero sabía escuchar cuándo yo tenía algún problema, supongo que por eso siempre fue el favorito de madre...-

—Estoy segura de que os quiere a todos lo mismo—intervino Wen

Le di un suave golpe en el hombro a Wen en señal de que si interrumpía a Lucy puede que cambiara de idea y no nos ayudara.

—Continúa, Lucy—dije yo

—...Mateo siempre tuvo problemas para dormir, padecía de Insomnio. Cada noche salía de su habitación e iba a la cocina para tomarse un vaso de leche.

—¿Cómo sabes eso?—pregunté intrigada.

—Fácil. Como normalmente salía a la cocina a las dos de la mañana, me quedaba despierta hasta oírle irse y luego ya me dormía.

—Entiendo—contesté—y, dime, Lucy... ¿oíste a Mateo salir a la cocina la noche en la que desapareció?

Noté como Wen contenía la respiración.

—Sí. Sí que le oí—contestó Lucy.

—Entonces, eso significa que sea lo que sea que le pasó, no sucedió en su habitación—observó Wen.

Agencia de Detectives Nichols #1Where stories live. Discover now