~3 (Emociones encerradas)

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➭¡𝗕𝗶𝗲𝗻𝘃𝗲𝗻𝗶𝗱@𝘀 𝗱𝗲 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼!

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21 de Noviembre de 1997 (Nueva York) Wen:

Tan solo eran las 9:00 de la mañana cuándo Maya y yo nos presentamos de nuevo en la casa de los Peterson, tocamos el portón y una señora, de unos cincuenta años que no habíamos visto antes, nos recibió.

Era una mujer morena, baja y con unos ojos verdes extrañamente cálidos. Estaba sonriendo.

—Buenos días, señoritas Nichols—dijo animada la señora—mis señores me avisaron de su llegada, es un placer conocerlas. Me llamo Adriana Brown y soy la ama de llaves de la familia Peterson.

Adriana nos tendió la mano aún sonriendo. Se la di. Me cayo bien instantáneamente.

—Buenos días, señora Brown—saludó mi hermana con una pequeña inclinación de cabeza—el placer de conocerla es nuestro.

—¡Pasad, pasad! Les acompañaré al piso de arriba, los señores les están esperando—dijo la ama de llaves abriendo más la puerta, apartándose, para darnos espacio para entrar.

Seguimos a Adriana hasta el piso de arriba, al salón el cuál Maya y yo estuvimos hace un par de días, ahí se encontraban de nuevo el señor Peterson y la señora Peterson con Lucy. La señora Peterson estaba cosiendo mientras que el señor Peterson estaba leyendo el periódico, en cuanto a Lucy, ella estaba jugando con su conejo amarillo tumbada en el suelo.

—Señor Peterson, señora Peterson—llamó Adriana—las señoritas Nichols ya han llegado.

El señor Peterson levantó la vista del periódico y la fijó en la ama de llaves.

—Muchas gracias, Adriana—dijo—puedes retirarte ahora.

Adriana hizo una pequeña reverencia y se fue del salón.

Lucy se levantó del suelo y dió un fuerte abrazo a Maya. Ahora esta última sonreía y la abrazaba de vuelta.

—Lucy, vuelve a tu sitio. Ahora—ordenó el señor Peterson con voz cortante.

Lucy fulminó a su padre con la mirada y despacio volvió a sentarse en el suelo, cogiendo a su conejo.

El señor Peterson se dirigió a nosotras:

—Buenos días, señoritas. Querían vernos, ¿verdad?

—Así es—respondió Maya—queríamos hablar con ustedes sobre sus relaciones con sus hijos.

La señora y el señor Peterson se miraron extrañados.

—Perdone si les ofendo pero—empezó el señor Peterson—no entiendo que tiene esto de relevante con la investigación.

Observé como Maya se acomodaba en su silla y como la comisura de sus labios se anchaba.

—Verá, señor Peterson. Debo de saber absolutamente todo de sus vidas para poder llevar la investigación correctamente—mi hermana hizo una pausa, probablemente para poder salir de la situación con una mentira lo bastante buena como para que el señor y la señora Peterson se creyesen el engaño—eso influye también su relación con sus hijos. No hay que descartar la posibilidad de que a lo mejor se han escapado, en vez de que les secuestraran.

La boca del señor Peterson se abrió y se cerró varias veces, sin saber que decir. Fue la señora Peterson la que habló pasados unos segundos.

—Si necesitan saber todo sobre nuestra relación con nuestros hijos para seguir con la investigación—dijo la mujer con el rostro más sereno que la había visto poner jamás—entonces pregúntenos todo lo que quieran rápido.

Agencia de Detectives Nichols #1Where stories live. Discover now