~12 (¡Sorpresa!)

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Wen

Maya y yo habíamos decidido ir a casa de los Johnson, de nuevo, por la tarde.

Había llegado el momento en el que el secreto de Theodor Johnson y Ander Williams saliera a la luz.

Bueno, no del todo. Pero algo era algo.

Sentía mi respiración contraerse mientras que Maya y yo caminábamos en dirección a la casa de los Johnson. Mi hermana estaba más tranquila que yo, pero seguía siendo bastante para ella.

—Espero que tengas un plan—dije, esperanzada.

—Sí, tenemos un plan—contestó Maya, recalcando la palabra "tenemos".

Nos plantamos delante de la casa de los Johnson, ambas esperamos a que la otra llamara.

—Llama—pedí.

—Hazlo tú—contestó Maya.

Eché la cabeza para atrás ligeramente.

—Deja de fastidiar—me quejé.

Maya sonreía.

—No lo hago.

—Sí lo haces.

En ese momento, la puerta de los Johnson crujió al abrirse, y el rostro de la señora Johnson apareció desde el interior.

—¿Señoritas Nichols? ¿Que hacen ahí paradas?—preguntó la mujer.

Maya y yo disimulamos lo mejor que pudimos.

—Buenas tardes, señora Johnson—saludé yo, ignorando completamente su pregunta—queríamos comentar un tema, un tanto delicado, con usted.

La señora Johnson abrió completamente la puerta y frunció el ceño.

—¿De qué se trata?

Maya y yo nos miramos, sin saber que decir.

—Es mejor que entremos, hablaremos más cómodamente—dijo Maya.

—De acuerdo, entonces—aceptó la señora Johnson.

Como ya nos conocíamos la casa, llegamos más rápidamente al salón. La señora Johnson se sentó en el sofá y espero a que nosotras hiciéramos lo mismo. Cuando ya estuvimos cómodamente sentadas, dirigí mi mirada hacia Maya, viendo que ella también me miraba. Rompimos contacto visual y lo uní con la señora Johnson.

—¿Y bien?—preguntó la señora Johnson. Parecía más enfadada que intrigada.

Iba a abrir la boca, cuándo Maya me puso la mano en la pierna, y negó con la cabeza.

Yo la miré con una ceja levantada. ¿Que pretendía hacer? Estaba... ¿esperando a algo?

—¿Hola?—volvió a preguntar, la señora Johnson. Su rostro era de alguien impaciente.

Y, como si alguien lo hubiera invocado, se oyó el ruido de la puerta principal al abrirse.

El señor Johnson había regresado a casa.

Maya apartó su mano de mi pierna y asintió. ¿Así que era eso a lo que estaba esperando?

—¡Ya estoy en casa!—exclamó el señor Johnson, como si no hubiera quedado claro.

La señora Johnson se levantó del sofá y fue a saludar a su marido, lo que nos permitió estar un minuto a solas para hablar de lo siguiente que haríamos, o mejor, de lo que diríamos.

—¿Cómo se supone que se lo tenemos que decir?—pregunté, cuando ya la señora Johnson se había ido del salón.

—No lo sé. Tú dime—contestó Maya.

—¿Pero no tenías un plan?—pregunté, estupefacta.

—Teníamos un plan. Las dos tenemos un plan, Wen—dijo, de nuevo, Maya—no hablar de nada hasta que el señor Johnson regresara. Ahora que lo ha hecho, podremos conversar cómodamente.

—¿Cómodamente?—pregunté, incrédula—ahora mismo estoy de todo, menos cómoda.

—No te preocupes—aseguró Maya—saldrá bien.

Resoplé, estaba cansada de esto.

—Eso espero—contesté.

 ...

Maya

—Sabemos su secreto—declaré de sopetón.

Miré a Wen de reojo, que me observaba con una mirada sorprendida. Estaba claro que así no es como se esperaba que sucediera.

—Y creo que ya es la hora que ella lo sepa—añadí, después de una pausa, y señalando a la señora Johnson con la cabeza.

La señora Johnson y el señor Johnson se miraron, estupefactos.

Me era imposible saber que se escondía en aquellas mentes. ¿Qué estarían pensando? ¿O sintiendo? Intenté de descifrarlo, en vano. Ahora, solo esperaba a que hablaran.

—¿De que están hablando?—preguntó atónito, el señor Johnson—no hay absolutamente nada sobre mí que mi esposa no sepa.

—¿Es eso totalmente cierto?—cuestionó Wen, apoyándose en el reposabrazos del sofá.

El señor Johnson frunció el ceño y asintió.

—Completamente—dijo—¿por qué mentiría?

Me crucé de brazos.

—No lo sabemos. Pero está claro que lo hace—apunté.

La señora Johnson se levantó, bruscamente, del sofá en frente de nosotras.

—¡No pueden presentarse en mi casa e insinuar que mi marido me oculta algo, y que miente sobre ello!—la mujer elevaba el tono de voz por primera vez desde que la conocimos—¿Quienes se creen que son?

—Así es como son las cosas—contesté, subiendo los hombros.

Wen me empujó suavemente, en señal de control.

—No pretendemos ser una molestia. Solo queremos avisarla—dijo, suavizando la tensión.

¿Avisarme de que? Si puede saberse—rodó los ojos, la señora Johnson.

—¡No lo sabemos!—dije con sarcasmo—¡puede del hecho de que su marido le esté siendo infiel, por ejemplo!

Cerré la boca de repente, había hablado de más. No era así como tenía que haber sido. Tendría que haber sido con apoyo, sin gritar, y siendo menos... directa y agresiva.

Vi como Wen aguantaba la respiración, y por solo un segundo, sentí pena por ella... pero de pronto me acordé de lo que acababa de decir y de que, en este momento, le tenía que prestar más atención al señor y la señora Johnson, que a Wen.

Para mi sorpresa (y para la de Wen), los Johnson solo sonreían nostálgicamente. ¿Qué nos habíamos perdido?

—Ya veo—dijo la señora Johnson, ahora más liberada (por una extraña razón).

—¿No está enfadada? ¿O al menos sorprendida?—pregunté, por una vez sin entender nada de lo que estaba pasando.

—No, porque ya lo sabía.

¡Sorpresa!

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𝗖𝗼𝗿𝘁𝗼 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗹𝗼 𝘀𝘂𝗳𝗶𝗰𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗹𝗮𝗿𝗴𝗼 :𝗗

Agencia de Detectives Nichols #1Where stories live. Discover now