~10 (Otra mentira)

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Wen

¿Y ahora qué?

Intenté mantener la calma, siguiendo con la mirada al señor Fisher y a Olivia. Se sentaron en una mesa bastante alejada de la nuestra y empezaron a conversar, a lo que yo me sentí un poco más liberada.

Miré a Maya y pude observar que estaba mirando de reojo a los Fisher, mientras que hablaba con la señora Jones. Sonreí levemente.

Casi estaba convencida de que podíamos terminar de comer y salir de la cafetería sin que el señor Fisher y su hija se dieran cuenta. Casi.

—¡Señor Fisher! ¡Olivia! ¿Por qué no vienen aquí para conversar un rato?—exclamó la señora Jones, mirando hacia la mesa en la que los mencionados se sentaban.

Genial. Simplemente genial.

Miré a Maya con ojos frustrados y vi que ella tenía la misma expresión que yo. Me alarmé un poco, ya que eso significaba que ella tampoco tenía un plan para esto, y que Maya no tuviera planeado algo era una mala señal.

—¡Ah, señora Jones!—respondió el señor Fisher desde el otro lado del local—que sorpresa encontrarla aquí.

Bastante gente que comía cerca de nosotros se giraron para mirarnos. Yo bajé la cabeza, pues no me gustaba demasiado que me miraran. Por el contrario, Maya parecía haber recuperado un poco la compostura, y ahora estaba sonriendo.

—Buenos días, señor Fisher—dijo Maya, alzando la voz, causando que más gente se girara para mirarnos—¡vengan, vengan! Les invitaremos a un café.

Los Fisher se levantaron de la mesa y se acercaron a la nuestra, luego cogieron dos sillas que descansaban cerca y se sentaron en ellas.

—¿Qué les trae por aquí?—conseguí preguntar yo.

—No mucho, la verdad—contestó el señor Fisher, cruzando los brazos—Olivia tiene el día libre hoy, y hemos salido para aprovecharlo.

El señor Fisher acarició el pelo de Olivia en señal de cariño. Era bastante satisfactorio ver la relación que tenían el uno con el otro.

Niños como Lucy jamás experimentarán tal sensación, y eso me provocaba tristeza.

—Me alegro—respondió Maya.

Hice una señal a un camarero que pasaba cerca de nosotros y señalé mi café, levantando un dedo en el aire. Esto fue para señalar que sirvieran otro café.

—¿Qué tal el colegio, Olivia?—preguntó la señora Jones, con voz cariñosa, de esas que tienen las abuelas cuando se encuentran con sus nietos después de solo un par de semanas desde la última vez que los vieron.

—¡Muy bien! Muchas gracias por preguntar, señora Jones—contestó Olivia, con una sonrisa.

—Debes estarlo pasando muy mal, cariño—dijo la mujer, buscando la mirada de Olivia—la desaparición de Lucas y Mateo nos ha dolido a todos, pero sobretodo a ti, pues tenías una gran conexión con Lucas, ¿verdad?

Me acomodé en mi silla, la conversación había dado un giro bastante brusco, y yo estaba dispuesta a escuchar.

Olivia, por su parte, bajó la mirada. Se notaba que estaba muy triste, y con razón.

—La verdad es que sí, señora Jones. La estaría mintiendo si dijera lo contrario—contestó Olivia, después de una pausa—pero sé que ellas conseguirán encontrar tanto a Lucas como a Mateo.

Olivia nos estaba mirando a mi hermana y a mí, con una sonrisa melancólica.

Mi corazón se aceleró notablemente. Olivia confiaba en nosotras, eso me daba adrenalina, y ganas de continuar.

Olivia acababa de hacer algo que muchos considerarían minúsculo, pero que significaba mucho para nosotras.

Nos había dado confianza.

...

Maya

La verdad es que me sentí más segura cuando Olivia dijo aquello, y no pude evitar sonreír.

—Por supuesto que lo conseguiremos, no te preocupes, Olivia—contesté, tocándola comprensiblemente el hombro.

En la cara de Olivia se formó, de nuevo, una sonrisa.

—Eres increíblemente fuerte, cariño—le dijo el señor Fisher, a Olivia.

—Eso es completamente cierto—afirmó la señora Jones.

Olivia agradeció los cumplidos, y justo en ese instante, el camarero de antes volvió con el café extra.

—Un café por aquí...—dijo él, sin inmutarse.

Algunas veces me parecía como si ciertas personas tuvieran unas cuantas frases por defecto y las pronunciaban sin emoción, pues estaban obligadas a decirlas más de cincuenta veces al día.

—Gracias—le contestó, Wen, al camarero.

—No tenían por qué, pero muchas gracias—agradeció el señor Fisher, cogiendo la taza de café y llevándosela a los labios.

Y de repente, una idea se me pasó por la cabeza. En un instante, barajé los pros y las contras de la misma y, finalmente, decidí llevarla a la práctica.

Pero para eso, tenía que esperar.

...

Wen

Continuamos hablando por aproximadamente media hora, ya que el señor Fisher se tenía que ir a hacer unas compras.

Tanto como Olivia como el señor Fisher dieron las gracias por la invitación y se retiraron de la cafetería. Ahora éramos de nuevo, la señora Jones, Maya y yo.

Miré a Maya de reojo un momento, y pude observar que tenía una extraña y enigmática mirada en el rostro. ¿Acaso planeaba algo?

—Me preguntaba, señora Jones, que si por casualidad hubo algún niño que tuviera la oportunidad de probar sus galletas el día de la desaparición.

La señora Jones se giró bruscamente hacia mi hermana.

—Es curioso que pregunte eso, señorita Nichols. Pues sí, increíblemente, Olivia estuvo en mi casa a eso de las nueve de la noche—respondió la señora Jones, haciendo memoria—se quedó aproximadamente dos horas, y luego se fue, acompañada de su padre.

Fruncí el ceño. Había algo que no me cuadraba.

—¿A las nueve? ¿Está segura?—preguntó Maya, extrañada.

La señora Jones asintió.

—Sí, completamente.

Hubo una pausa.

—Entiendo—respondió Maya.

Se llevó la taza de café a los labios, sorbiendo. Luego se levantó y la tendió la mano a la señora Jones.

—Ha sido un placer conocerla, señora Jones—dijo Maya—sin embargo, debemos irnos. Se está haciendo tarde.

Me levanté del sitio y me despedí de la señora Jones, (quién decidió quedarse).

Al salir de la cafetería, la pregunté a Maya cual era nuestro nuevo objetivo, pues ya habíamos terminado de interrogar a todos los sospechosos.

—Dímelo tú, Wen—ordenó Maya, andando, sin mirarme.

—¿Qué?

Estaba confundida.

Maya se detuvo y me miró a los ojos.

—Llevo toda la investigación decidiendo nuestros próximos destinos—me sonrió—quiero que aunque solo sea por esta vez, decidas tú que hacer.

No pude evitar sonreír.

—De acuerdo, entonces. Citemos a la ama de llaves, Adriana Brown, para mañana. Creo que sabe más cosas de las que pretende.

—Está hecho—contestó Maya.

Algo me decía que íbamos a encontrar algo interesante.

Agencia de Detectives Nichols #1Where stories live. Discover now