EL BOSQUEJO

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Luego de darse y, darse todo el amor que les fue posible pues recordemos que no habían dormido muy bien, que lo hicieron pocas horas y en la carretera, ambas quedaron rendidas, pasaron aproximadamente seis horas para que Juliana despertara, cómo estaba boca arriba, lo primero que vio fue a ella misma y a su dulce y sexy novia sobre ella, el espejo seguía en el mismo lugar así que era imposible que no se viera. Bajó su vista un momento hacía Valentina que tenía su rostro metido en su pecho y parte de su cuerpo sobre el de ella sosteniendo su cintura con sus brazos, sonrió también por eso, pues hasta dormida se le salía lo posesiva que era con ella. Con sus dedos comenzó a acariciar su rostro, se veía hermosa dormida, sus labios más rojos de lo normal debido a las largas horas de besos y sexo que acababan de tener, Juliana sintió deseos de volver a besarla, pero se aguantó las ganas, no quería despertarla, también le gustaba disfrutar de su turista así, de observarla en un momento donde nadie advirtiera el amor que estaba sintiendo, que nadie le dijera que la estaba viendo con los ojos del amor.

Luego que sació su lado boyeur, dejó de acariciar su rostro para entonces acariciarle sus hombros desnudos, a través del espejo advirtió que tenía sus propios dientes marcados en la espalda de su novia, entonces reprimió una sonrisa y prefirió morderse los labios al recordar porque la había mordido. Dejó de acariciar sus hombros y continuó un rato con su espalda hasta llegar a sus nalgas, volvió a sonreír al recordar la forma tan demandante en que la turista le había pedido sexo anal, también sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, instintivamente le apretó una nalga a Valentina, el pensamiento que se le coló en la cabeza fue el culpable. En ese momento Valentina se movió pues le había apretado la nalga, solo que no lo suficiente para despertarla pero si el justo para decir unas palabras
Valentina-tendrás que darme el tuyo primero si quieres volver a tener el mío mulata—Juliana se llevó las manos a la boca para que no se le fuera a ir una carcajada, acababa de descubrir que la turista también hablaba mientras dormía.

Juliana volvió a acariciar su rostro unos minutos más, entonces sin poder evitarlo le habló
Juliana-a ti te lo daría todo... mi amor—lágrimas se atoraron en su garganta, tanto hasta el punto de no poder seguir hablando, aún así su cuerpo la traicionó, pues bien sabemos qué pasa cuando contenemos el llanto, ella estaba convulsionando débilmente para no despertar a Valentina, pero fue en vano, Valentina había escuchado y sentido todo, solo que a ella se le daba mejor contener el llanto y las convulsiones, no sabían porque esas palabras les estaban dando deseos de llorar o salir corriendo cuando en realidad debería ser todo lo contrario, de igual forma ella no quería volver a hacer sentir mal a la mulata como cuando le llamó mi amor y se puso nerviosa, esta vez no saldría corriendo, pero tampoco opinaría al respecto porque no sabía cómo tomarlo, esta vez se quedaría fingiendo que estaba dormida y que no había escuchado nada, esta vez estaba siendo una cobarde pero al menos no saldría corriendo a pesar de que su mulatica estaba intentando contener lágrimas que ella odiaba que derramara, pero que no tenía el valor de secar en ese momento pues ni siquiera tenía idea del porqué esas palabras estaban poniendo así a su mulata.

Juliana con mucho cuidado salió de la cama y fue al balcón, ahí si que lloró a gusto y con ganas, estaba enamorada por eso lloraba, porque también estaba asustada, que sería de ella si no era correspondida, que sería de su organización si ella se perdía, de echo ya sentía que lo estaba, había encontrado el amor pero había perdido su enfoque completamente, su prioridad ya no era su organización, ahora su prioridad la estaba viendo llorar en secreto, sintiéndose la más grande de las hijas de putas por no tener el valor de ir a consolar el llanto de su mulatica pues ella también estaba asustada.

Juliana dejó de llorar, se secó las lágrimas y comenzó a contemplar como la noche se adueñaba del día, como el sol se escondía para darle paso a la luna, esa que les adornaría la noche. Valentina había tomado un baño, salió más relajada, se colocó un albornoz color blanco con la insignia del hotel y agarró uno para la mulata que estaba totalmente desnuda en el balcón, también agarró dos copas y otra botella de champán, dejándolas en una de las mesas del inmenso balcón, ya la noche estaba presente, ahora estaba disfrutando del mar, del sonido de las olas, del canto de algunas gaviotas y las estrellas, la mulata observaba todo eso con adoración.

HABANA (Juliantina)Where stories live. Discover now