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19. "Demasiado tiempo"

4 de Julio, 2285
C.I/S, Nevada
EEUU

¡Cuatro meses! Ambos iban a cumplir cuatro meses de amistad. Un tercio de año era muchísimo tiempo.

Los refulgentes rayos del sol daban una sensación de clima bochornoso. El verano en Nevada era casi una pesadilla. Aún así, Idaly no salía sin su traje de chasovoy.
El tren entró al andén.
Aquel día no había demasiada circulación de personas.

Tren 056 proveniente de Spring Valley en dirección a Las Vegas abordando en el andén.

La voz a través del megáfono avisó la llegada del tren de Arthur. Era el que siempre se tomaba para llegar a la escuela de verano. 

—¡Daly!

Como era de costumbre, él se tiró a darle un abrazo.

—Feliz aniversario de amistad, Arthurito.

Escaparon de los trabajadores que salían del tren hacia las afueras. Caminaron hasta el parque, que es en dónde se detuvieron.

Todas las semanas desde el cuatro de marzo, Idaly no dejó de cambiar su actitud. Todos los días era alguien más alegre que el anterior, y así sucesivamente. Sus hábitos de ir y recibir a Arthur ya eran una rutina emocional que la hacía poner feliz de manera natural. Por fortuna, él siempre venía solo.

Jamás se había sentido tan feliz. Sin duda alguna, el pequeño niño regordete pelirrojo le había cambiado la vida.

—Bueno, Arthur. Aquí debo dejarte. Mi hermano estará afuera de la escuela hoy y no puede verme con un inutilia. ¿Sí me entiendes verdad?

Él se puso triste.

—Pero... Pero hoy es nuestro día especial— Frunció sus labios con tristeza, sin mostrar enojo. Suspiró y siguió de largo. A Idaly le partió el corazón.

—¡Espera!—Paró con su mano al niño— Ven, mejor vayamos a divertirnos.

Abandonar las responsabilidades estaba mal, pero… ¿Qué sería la vida sin algo de desvelo por lo divertido?
Se tomaron de las manos y salieron corriendo hacia un salón de juegos frente al parque.

—¡Vayamos a éste!

Subieron a unos pequeños compartimentos que daban vueltas a seis kilómetros por hora. Gritaban mucho.
La sala estaba repleta de cientos de juegos para niños y adultos. No podían probarlos a todos, claro, pero sí a la mayoría.
Compraron unas manzanas bañadas en chocolate para comer mientras se divertían. Un empleado les tomó una foto a los dos para que tengan de recuerdo.
También, se pusieron protección para escalar una enorme pared de casi nueve metros. ¡Y no solo eso! Luego tuvieron que cambiarse de ropa para jugar unas partidas de paintball. ¡Qué extremo!

Perdieron la noción del tiempo. Cuando menos se dieron cuenta, ya era mediodía. Afuera también el cielo se nubló.

—¡Oh por Stella! Mi padre me matará si llego después de la una— Idaly tomó el brazo de Arthur y lo sacó hacia afuera. Él se rió— ¿Qué es tan gracioso? ¡Es verdad!

—Es que...—Continuó riendo— Stella es el nombre de mi hermana. Y suena gracioso como lo dices.

Idaly se detuvo y miró confundida al niño.

—¿Stella?—Torció sus labios y entrecerró los ojos— ¿No me dijiste que tu hermana se llama Liberty?

—Oh...—Él cambió su mirada brillante a algo triste—¿Podemos sentarnos solamente unos minutos? Hay... Hay algo que jamás te conté sobre mi familia.