capítulo 4

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‹‹TRIBU BADASGA, CLAN BUGHAE››. 
SOLSTICIO DE VERANO 
CINCO AÑOS ATRÁS... 
 
No sabía muy bien qué lo impulsó a presentarse al atardecer en las tierras del clan Bughae, era posible que tuviese algo que ver con la arrogancia innata en sus genes y el hecho de dejarle claro a la mujer que lo había criado que lo que hiciera o dejase de hacer con su vida era decisión suya y que ninguna absurda profecía intervendría. Pero se inclinaba a pensar que el empujón final a esa decisión había llegado tras el encuentro que tuvo con Keira aquella misma mañana, en la que su adorable mujercita le había impulsado a tomar una decisión que pondría punto y final a cualquier malentendido futuro. Si quería quedarse con ella, hacer una vida con su amada, debería dejar primero todos los asuntos bien atados. 

—Ve a conocerla —le había animado a ello. Se habían citado como cada día a orillas del río, dónde nadie podía molestarles y podían dar rienda suelta a su pasión y amor—. Ella es como tú y quizás se sienta igual de sola de lo que te sentiste después de iniciarte en este mundo regido por los espíritus y atestado de misterios. 

Sonrió y se llevó los largos dedos femeninos a los labios para mordisquearle las yemas de los dedos. 

—¿No tienes miedo de que me enamore perdidamente de ella nada más verla? 

Ella se rio, se lamió los labios y agitó las espesas pestañas que cubrían unos hermosos ojos castaños. 

—No, SeokJin —negó arrebatándole la mano y posándola sobre la barbuda mejilla. Esa mañana ni siquiera se había afeitado—. Tu corazón, al igual que tu amor, son míos, no hay nada que ella pueda quitarme. Confío en ti, hechicero, con todo mi espíritu. 

—Estás muy segura de ti misma, amor —se burló de ella. 

Keira no dudó en responderle con un beso que le arrancó el aliento y encendió su cuerpo de una forma que solo ella podía hacerlo. 

—Quiero que nos casemos, que nos marchemos para hacer nuestra vida lejos de la tribu —expuso ella entonces—. Pero para hacerlo, primero tenemos que atar todos los cabos sueltos de nuestro pasado. Quiero tener una vida contigo, SeokJin, quiero darte hijos, hacerte feliz y poder mirar atrás sin tener que lamentar nada. Ve a verla, dile que tu corazón me pertenece, ayúdala si lo necesita, pero vuelve a mí. 

A lo largo de los años venideros, no dejó de preguntarse si ella habría visto lo que les deparaba el futuro en sueños, si algún espíritu le habría susurrado al oído el desenlace de aquella visita a las tierras al otro lado del río. 

Permaneció buena parte del día con ella, disfrutando del sol y de la libertad de su amor. Se perdió en su cuerpo como tantas otras veces, la amó como si fuese la última vez que podría poseerla y se rio con las bromas y los planes de futuro que a menudo hacían. Tanto fue así que la tarde había empezado a caer cuando decidió coger el coche, un viejo jeep que había comprado hacía un par de años en un desguace, y se aventuró a conducir hasta las tierras del otro lado del río. 

La música y la algarabía propia de un día de celebración lo recibió nada más apagar el motor del coche. El clan Bughae estaba disfrutando de los últimos coletazos de la festividad del solsticio de verano y el jefe del clan, tras reconocerle como el Alto Hechicero de la tribu hermana, no dudó en recibirlo con los brazos abiertos e invitarle a compartir la cena ante la fogata encendida en el centro del poblado. Quizá ya entonces debió sospechar de las huidizas miradas y de la falta de niños y algunas mujeres entre los presentes, pero el distendido ambiente, la conversación y las viandas que le ofrecieron apartaron tales cosas de su mente. 

ℍ𝕖𝕔𝕙𝕚𝕔𝕖𝕣𝕠 𝔻𝕖𝕝 𝔽𝕦𝕖𝕘𝕠 ༆𝕂𝕚𝕞 𝕊𝕖𝕠𝕜𝕁𝕚𝕟༆  Libro 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora