Cuarta parte, capítulo 27

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Ódiame, hasta que me ames. 

 
Hacía tiempo que JiMin  no veía al hechicero tan desesperado. SeokJin no se separaba del lecho en el que descansaba EolEum, la tensión en sus facciones y las abruptas respuestas que últimamente abandonaban sus labios era un palpable indicativo de que la fortaleza del hombre se estaba minando poco a poco.       

—¿Cuánto más piensas quedarte así? —preguntó al traspasar el umbral del dormitorio—. No has dejado esta habitación ni un segundo en las últimas cuarenta y ocho horas. 

Los cansados ojos marrones se fijaron en él. 

—En la biblioteca o aquí, ¿cuál es la diferencia? —Señaló a la mujer durmiente en la cama—. El resultado sigue siendo el mismo, no he encontrado una maldita sola cosa que ponga freno a su espíritu. Ahora, alégrame el día y dime que tienes alguna respuesta sobre ese condenado pergamino, porque no sabes lo cerca que estoy de hacerlo cenizas. 

Enarcó una delgada ceja ante la irritación palpable en su voz. 

—Podría decirte exactamente quien lo dejó en tu puerta y por qué, pero considero que esa respuesta ya la intuyes o la sabes —le dijo mirando a la dormida hechicera—. En cuanto a lo otro, su significado no es nada más y nada menos que el que es; una revocación para tu proscripción. Solo para la tuya. 

El hechicero siseó y abandonó el lateral de la cama en la que había estado sentado. 

—Una revocación que no quiero —masculló—. No quiero nada que venga de ella, nada. No quiero un indulto que signifique su propia libertad, no seré el único en vagar por este maldito infierno. 

JiMin no podía culpar a SeokJin por su desesperación, la vida de esos dos hechiceros no había sido fácil. Demasiado a menudo se encontraron lanzados al camino, sin saber en qué dirección emprender el viaje. Las equivocaciones, las culpas, el dolor... todo pesaba en su alma atormentada y el ver a la única persona que se mantuvo a su lado a pesar de todo muriendo lentamente pesaba más que nada. 

EolEum se moría, era un hecho que ninguno podía cuestionar ya, a la pequeña hechicera no le quedaba tiempo, su vida era consumida por el espíritu que albergaba y ya solo un milagro podría arrancarla de sus garras; un milagro que tardaba demasiado en llegar. 

Observó al hechicero cruzar la habitación, chochándose con él para luego esfumarse en el aire cuando no había llegado siquiera al umbral de la puerta. SeokJin estaba herido, era como un animal herido de muerte que no se fiaba de nadie y que deseaba llevar esa agonía a solas. Miró entonces a EolEum, quien seguía dormida ajena a todo aquel tumulto. Quería a la pequeña hechicera, lo hacía a su manera, quizá porque él mismo era tan culpable como el mismo SeokJin de haber permitido que todo acabase de esta manera. 

Si en aquel entonces hubiese hecho algo, si hubiese erradicado el problema de raíz, quizá hoy esa delicada e inocente criatura no estaría luchando entre la vida y la muerte. 
 
‹‹TRIBU BADASGA, CLAN JEONHWA››. 
CINCO AÑOS ATRÁS... 
 
—¿Qué es lo que has hecho? —la recriminó JiMin nada más tenerla delante. Podía pertenecer a su gremio, quererla como a una hermana, pero sus decisiones habían jodido la vida de dos inocentes conduciéndoles a un destino que solo podía imaginar—. ¿Qué demonios has hecho, Keira? 

La mujer alzó los claros ojos avellana hacia él, estos estaban teñidos por las lágrimas que todavía no se atrevía a dejar caer. 

—¡Eres su Vigilante, maldita sea! —siseó extendiendo la mano en dirección al poblado—. Se te envió para guiarle hacia su destino, para ayudarle a pasar por el duro trago del despertar, no para robarle un corazón que pertenece a otra mujer. ¡A su Hechicera! 

ℍ𝕖𝕔𝕙𝕚𝕔𝕖𝕣𝕠 𝔻𝕖𝕝 𝔽𝕦𝕖𝕘𝕠 ༆𝕂𝕚𝕞 𝕊𝕖𝕠𝕜𝕁𝕚𝕟༆  Libro 5Where stories live. Discover now