Capítulo 8

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-Está descansando.

Se giró a tiempo de ver a JiMin traspasar el umbral de la habitación, las prístinas alas del ángel iban plegadas a la espalda, solo los arcos superiores sobresalían por encima de sus hombros. El atuendo de cuero blanco era un irónico contraste con el aura de patea culos del ser emplumado, sus ojos por el contrario reflejaban a la perfección su carácter.

-Te dije que esto pasaría, pero parece que tienes predilección por ignorar mis advertencias.

Echó un vistazo al interior del dormitorio para comprobar que efectivamente la pequeña rubia dormía plácidamente arropada por las mantas.

-Su corazón se ha cubierto de escarcha -murmuró-, se está apagando poco a poco.

Le dio la espalda al umbral y volvió al pasillo seguido por el ángel.

-A menos que tengas una solución -murmuró en voz baja, dura, carente de expresión-, ahórrate tus palabras.

JiMin se limitó a negar con la cabeza en gesto resignado.

-Me pides una solución que ya te di en su debido momento, Alto Hechicero -le recordó-, una que decidiste ignorar. Tienes una terrible tendencia a ignorar aquello que no quieres escuchar, SeokJin y el resultado de ello a menudo es... esto.

Se giró hacia él sin medir las consecuencias, en un instante lo separaban unos pasos, al siguiente había estampado las alas del ángel contra el muro al otro lado del pasillo.

-Una tendencia que al parecer ambos compartimos, JiMin -escupió.

Su contrincante se limitó a arquear una delgada ceja y mirar las manos que lo sujetaban.

-Soy responsable de cada uno de mis actos, hechicero -aceptó sin titubeos-, de mis errores y lo que estos han hecho a la humanidad y a mis custodios.

Ni siquiera le tocó físicamente. No era necesario, el aura de poder que lo envolvía lo empujó con firmeza, obligándole a soltarle.

-Y el error que cometí con esa mujer es uno de los que siempre me pesarán en el alma -le dijo con la misma fiereza-. ¿Puedes tú decir lo mismo? ¿Estás dispuesto a admitir la culpa que te corresponde por el destino que le obligaste a enfrentar? Yo le fallé, Alto Hechicero, pero tú... tú la abandonaste e iniciaste su propio calvario.

Le hubiese gustado gritar que no era cierto, que estaba equivocado, que el único culpable del destino de EolEum en aquellos días fue únicamente culpa de ese maldito Vigilante, pero ambos sabían cuál era la verdad, él mejor que nadie sabía que lo que ella había enfrentado, era únicamente culpa suya y de nadie más.

Llevaba ese día grabado a fuego en el alma y en el corazón, el mismo en el que sintió como la única superviviente de su familia, la última persona que lo conectaba a sus raíces, había dejado este mundo sin que pudiese decirle adiós.

No le importó desafiar a los dioses, a su pueblo y a quien se le pusiese por delante. Después de vivir durante casi un año en el exilio, volvió a la tierra que lo vio nacer para observar desde la lejanía la columna de humo y escuchar los cánticos fúnebres que su tribu dedicaba a la Kitaii de los Jeonhwa. El dolor de la pérdida y la agonía que trajo consigo la culpa opacó todo lo demás.

Permaneció en un absoluto mutismo hasta mucho después de que el sol se pusiera y las llamas hubieran consumido completamente la pira funeraria. Los cánticos se fueron desvaneciendo hasta apagarse por completo, sumiéndolo todo en una silenciosa mortaja. Dejó de ser consciente de cualquier cosa a su alrededor, todo en lo que podía pensar era en que su última conexión con sus raíces se había ido, la mujer que lo había criado había muerto y no había podido decirle siquiera lo agradecido que estaba porque hubiese cuidado de él cuando nadie más lo habría hecho.

‹‹ORILLAS DEL RÍO GIMHWAGYO, CHEORWON››.
EN LOS LÍMITES DEL CLAN JEONHWA
CUATRO AÑOS ATRÁS...

-SeokJin...

ℍ𝕖𝕔𝕙𝕚𝕔𝕖𝕣𝕠 𝔻𝕖𝕝 𝔽𝕦𝕖𝕘𝕠 ༆𝕂𝕚𝕞 𝕊𝕖𝕠𝕜𝕁𝕚𝕟༆  Libro 5Where stories live. Discover now