Tercera parte, capítulo 13

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Con mi último aliento. 

 
La continua convivencia con SeokJin le había aflojado las neuronas, EolEum estaba segura de que no existía otra explicación para el que estuviese ahora mismo frente a las paredes de un edificio que no había pisado nunca antes. Sabía de su existencia, conocía a algunos de los agentes que trabajaban en su interior, pero nunca se aventuró tan cerca como ahora; no sola, al menos. 

Hizo una mueca ante ese pensamiento. Quizá ese fuese el problema, se había hecho dependiente de su hechicero, demasiado dependiente y eso a menudo la dejaba desnuda ante la cínica ironía y las crueles saetas del hombre. Cualquier persona en su sano juicio le habría cascado los huevos para luego salir por la puerta y no volver a mirar atrás, pero ella no era cualquiera; a la vista estaba. 

Suspiró, esto iba a encabronar a SeokJin y mucho. Pero, por otra parte, no era mucha la elección que tenía, lo que tanto había temido y anhelado al mismo tiempo tocaba por fin a su puerta. 

La muerte se acercaba y no quería irse de este mundo sin liberar la atormentada alma del hombre al que a pesar de todo amaba y mostrarle que su corazón todavía podía latir. 

—Conseguir que me ames... —musitó para sí al tiempo que cerraba la mano en forma de puño sobre el corazón y suspiraba—. Bueno, cosas más difíciles ha hecho la humanidad. 

Decidida, respiró profundamente y penetró en el interior del edificio. El trasiego con el que se encontró la hizo pensar en la redacción de un periódico en las horas previas a sacar una nueva tirada. Timbres de teléfonos, gente moviéndose de un lado a otro, una mujer diminuta y etérea gesticulando con énfasis hacia un hombre que la doblaba en tamaño... La agitación y las prisas parecían emanar por doquier. 

Se apartó antes de ser arrollada por una nueva mujer salida de la nada y que se precipitaba en su dirección con una montaña de carpetas en las manos. 

—Ah, perfecto —dijo deteniéndose ante ella. Sin parpadear quitó varias carpetas del montón y se las dejó en las manos—. Sube por esas escaleras, gira a la izquierda y entra sin llamar. Y dile a JiWon que envíe a Jo aquí abajo de una patada en su primoroso culo. Ese íncubo está muy equivocado si piensa que va a librarse del papeleo. Vamos, vamos... que es para hoy. 

Abrió la boca para corregir cualquier posible equivocación, pero antes de que pudiese hacerlo se encontró a sí misma al pie de las escaleras situadas al otro lado de la amplia sala. 

—Interesante —murmuró sorprendida ante el poder de aquella diminuta mujer que seguía impartiendo órdenes y repartiendo carpetas por aquí y por allá sin dejar a nadie libre. Alzó la mirada en la dirección que le señaló y comenzó a subir. 

La puerta indicada por la hiperactiva hembra estaba abierta y podía escuchar las voces que surgían del interior. 

—...bueno, Jefa, siempre puedes hacer un casting —escuchó una risueña y sexy voz masculina—, o poner un anuncio en el periódico, aunque iba a ser un pelín complicado explicar el contenido... 

La respuesta de la mujer llegó con un bufido seguido de un tono suave y delicado a la par que sensual. 

—Gracias por aportar tan valiosísimas ideas, Jo. —La ironía era palpable. 

Una clara y contagiosa risa hizo eco entre las paredes de la oficina y consiguió que se estremeciera de deseo. Sacudió la cabeza sorprendida por el magnetismo del íncubo que había mencionado la mujer. 

—Bueno, siempre puedes hacer lo mismo que hiciste conmigo, jefa, dejar que el programa seleccione a los nuevos Agentes —comentó—. Al novio de mi prima no le fue tan mal después de todo. Acabó reclutado de esa misma manera... 

ℍ𝕖𝕔𝕙𝕚𝕔𝕖𝕣𝕠 𝔻𝕖𝕝 𝔽𝕦𝕖𝕘𝕠 ༆𝕂𝕚𝕞 𝕊𝕖𝕠𝕜𝕁𝕚𝕟༆  Libro 5Where stories live. Discover now