capítulo 7

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EolEum lo había despachado. Lisa y llanamente, lo echó de la habitación y él se lo permitió. La hechicera sabía cómo hacerse oír incluso cuando la muerte venía a reclamarla, ni una sola vez a lo largo de su vida juntos se había dejado ningunear. Podía fingir ante ella, aparentar que no se daba cuenta o que le importaba más bien poco o nada sus opiniones y que el acatarlas o no era cosa suya, pero la realidad era muy distinta. Demasiadas veces se había encontrado deseando, aún a regañadientes, cumplir con sus escasos caprichos, permitiéndole esa pequeña victoria que le iluminaba los ojos y apartaba la soledad de ellos. 

Decirle que olía. Soltó un bufido y alzó el rostro hacia el chorro de agua de la moderna ducha. Sin duda una afirmación descabellada y demasiado fantasiosa, pero había dado resultado. Necesitaba aquel respiro, necesitaba alejarse de ella pues el deseo que lo acercaba demasiado a menudo se cubría de amargura. Deseaba que el pasado fuese tan fácil de borrar como lo era la suciedad sobre la piel, que los recuerdos del hoy batallando con los del ayer desaparecieran con la misma facilidad. 

Cerró los ojos y dejó que el agua caliente resbalase por su cuerpo. La desesperación ante la falta de respuestas que pusieran fin a aquella tortura menoscababa su espíritu, quería volver de nuevo a esa maldita habitación sin ventanas y seguir buscando entre los incontables libros una respuesta, algo que le permitiese hacer a un lado el peso de un futuro que no quería afrontar, no sin ella. 

—No la amas, ella es tu penitencia, tu infierno en la tierra —se dijo a sí mismo en voz alta—, si la pierdes, si se aleja, no te quedará nada, nada que sostenga los recuerdos del pasado, que te recuerde lo que perdiste. 

Y no podía renunciar a ello, sus recuerdos era todo lo que tenía del hombre que una vez fue, de la vida que una vez creyó poder vivir, de la felicidad que estaba seguro de alcanzar al lado de la mujer a la que sí amaba. Renunciar a EolEum, era renunciar a Keira, a su odio y a la traición que la inocente hechicera había iniciado con su despertar.         

‹‹Eres todo lo que tengo, SeokJin. Me da lo mismo que me odies, pues algún día tendrás que dejar el odio a un lado››. 

La voz de EolEum era como el diablillo que personificaba una parte de su conciencia, a menudo sus palabras se filtraba en el presente y traían consigo la estabilidad o la inyección que necesitaba para continuar adelante, para seguir viviendo a pesar de todo. 

‹‹¿A quién crees que estás castigando realmente, SeokJin? ¿A mí o a ti mismo?››. 

Apoyó las manos contra la pared e inclinó la cabeza dejando que el pelo mojado escurriese por sus hombros.

—Mierda —farfulló permitiendo que el chorro de agua cayese ahora sobre su espalda—. Tú y tus malditos sentimientos. 

No podía corresponderla. No podía quererla como ella esperaba que lo hiciese. Su corazón ya tenía dueña, atrapado en las manos de la única a la que siempre amaría. 

—Keira —pronunció su nombre como si de esa manera pudiese conjurarla a ella y apartar a un lado a su hechicera. 

Las imágenes de la última vez que vio su rostro se agolparon tras sus córneas, los ojos marrones anegados en lágrimas todavía lo perseguían como un fantasma, el dolor y el arrepentimiento que había visto en ellos... Dioses, la había amado tanto, pero el destino se había impuesto entre ellos en la forma de una inocente muchacha cuya presencia lo encendía como su propio espíritu del fuego. 

El pasado encontró las puertas abiertas y se filtró trayendo consigo los ecos de una separación por la que todavía le sangraba el corazón. 
 
‹‹TRIBU BADASGA, CLAN JEONHWA ››. 
AL ATARDECER 
TERCER DÍA TRAS EL SOLSTICIO... 
 
Si algo llevaba grabado a fuego en el alma y el corazón era el preciso momento en que se vio obligado a despedirse de ella. Podía recordar con milimétrica precisión cada uno de los pasos que dio hacia la entrada de la casa en la que moraba, esperándole en el umbral con esa mirada esperanzada y al mismo tiempo arrepentida en los ojos pardos. Ella se había arrepentido de dejarlo marchar, lo supo en el momento en que dejó el dintel de la puerta y se precipitó a sus brazos. 

ℍ𝕖𝕔𝕙𝕚𝕔𝕖𝕣𝕠 𝔻𝕖𝕝 𝔽𝕦𝕖𝕘𝕠 ༆𝕂𝕚𝕞 𝕊𝕖𝕠𝕜𝕁𝕚𝕟༆  Libro 5Where stories live. Discover now