CAPÍTULO X

50 16 64
                                    

Entrenador

Nunca creí que desearía con tanto apremio el termino de una clase de pintura. No porque no me estuviera gustando; mi tutor tampoco estaba mal. Pero... sí, mi tutor era un problema. Esa incesante energía que parecen emanar de forma natural es inquietante; estar tranquila y enfocada resulta imposible cuando están cerca, y me costó mucho llegar a este estado de quietud.

Cuando la hora llegó a su fin, me despedí, como la persona educada que soy, y salí, arrastrando a Ali, tan rápido como me lo permitieron sus tacones.

Desde entonces estamos en lo que se convertirá en mi lugar favorito del campus: la biblioteca. Lo maravilloso de las bibliotecas es que todos están en la misma consonancia: no me molestes, estoy leyendo. Así nadie está realmente al pendiente de nadie. Y aquí no es la excepción, de hecho, hay muy pocos estudiantes entre las mesas y pasillos. El silencio es más que bienvenido.

Alanna ha estado haciendo apuntes para un informe de Historia de la moda. Por mi parte, busco cualquier información de teorías psicológicas que nos ayude a ambas para la próxima clase del profesor Patterson. Lo último que quiero es quedar como estúpida delante de ese hombre.

Sin embargo, un pensamiento no deja de interrumpir mi investigación: ‹‹Debes pintar un sueño››; esa ha sido la tarea que me ha dado Adriel, mi tutor en Dibujo y Pintura. Una imagen viene acompañada con las palabas: un bosque en penumbra, frío, denso e inquietantemente vivo. ‹‹Conozco ese bosque››.

—Ali...—está demasiado metida en el libro de moda francesa como para prestarme atención. Insisto—Ali—levanto un poco la voz. Levanta el rostro y me mira entre parpadeos—¿Muy entretenido?—Inquiero, divertida por su expresión de confusión, como si hubiese olvidado que también estaba aquí.

—Los franceses son unos maestro de la moda ¡Es maravilloso!—Sonrío. Ese es su propio mundo feliz—¿Qué pasó? ¿Por qué me llamaste?

Es mi turno de parpadear.

—Ah...—me inclino hacia adelante, sobre la mesa. No es necesario, estamos completamente solas en esta sección de la biblioteca, y aun lo veo necesario. Ali me observa con atención—¿No te parece muy raro esto del Coro?

Ladea la cabeza, pensando.

—¿Raro? ¿Qué sean insoportablemente atractivos, populares, ricos e inteligentes?—Le doy una mirada torva con bordes cansados. Sonríe como una niña inocente y continúa con su tontería—Sí. Pero quién soy yo para juzgar los designios del Señor—se encoge de hombros, mientras frunzo los labios.

—No seas tonta, Alanna—suelto con una mueca seria—¿No te parece extraño que ahora los veamos en todas partes?—siguiendo su juego barre los alrededores con la mirada. La frustración baña mis facciones con líneas rígidas—¡Alanna, enfócate!

Ríe por lo bajo y me hace señas con las manos para que me calme. Espero a que se tome el tema con seriedad. El momento llega cuando deja de reír y un brillo que conozco muy bien destella en sus ojos cristalinos.

—Un poco sí—admite—. Hasta ahora ni siquiera los habías visto. Yo no los había visto a todos—asiento, porque también pensé lo mismo—. Según mis indagaciones no suelen relacionarse con nadie más que no sean ellos, y sin embargo...—me mira de forma significativa, entornando los ojos y apretando los labios. Elevo las cejas, interrogativa—Me parece que hay un patrón—no cambia su expresión. Espero. Mueve una mano como si intentara alejar ciertas ideas—. Pero no quiero adelantarme, todavía hay muchas variables y datos que me faltan.

—¿Eso qué quiere decir?

—Que esperemos al correr de los días.

‹‹Esa no es una buena idea››. Apenas es un susurro de mi conciencia.

Empíreo. ✔. Where stories live. Discover now