Epílogo

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‹‹... La soberbia, la envidia y la avaricia son las tres chispas que han inflamado los corazones››


ALANNA

—Es como el tercer círculo del infierno—dice Raamiel, un poco menos furioso. Solo un poco. Sus ojos sigues envueltos en llamas ambarinas.

Cuando lo vi me encogí, aterrada; tan parecidos a los ojos de aquel monstruo... Pero él no es ése monstruo y su furia tenía un motivo que compartía, que comparto.

Tiene razón, también pensé en el sexto canto de la Divina Comedia cuando salí del sopor, en medio de aquel torrencial: ‹‹... la lluvia eterna, maldita, fría y densa. Espesos granizos, agua negruzca y nieve descienden en turbión a través de las tinieblas...››

—Creo que le enseñamos demasiado bien—suspira Olivier, dejando caer la cabeza en el respaldo del sofá.

—Nunca nos necesitó, Oli—refuta Raamiel—. Solo le dimos las herramientas para liberarse.

Durante varios minutos ninguno dice nada, demasiados absortos para hablar.

—¿Qué hace allí afuera?—pregunto al fin. La curiosidad encontrando su camino a la superficie.

Después de que Zadkiel me trajo la protección de la mansión, lejos de la helada tormenta, volvió al bosque. De eso hace más de una hora.

—Él y Nathanael tenían una conexión especial—dice finalmente Adriel, parece compungido, pero es difícil afirmarlo debido a la peculiar mueca de sus labios—. Necesita tiempo.

—El tiempo nunca nos ha ayudado a sanar heridas—replica Raamiel, como si le recriminara algo—. Más le vale que se reponga rápido, porque de ningún modo dejaré a chao meum con el maldito traidor de Dalkiel—de pronto suspira, con profundo cansancio—. Nathanael no debió terminar de esa forma. Él no.

De nuevo el silencio cae en la sala, un silencio acongojado y en exceso asfixiante. No, él no debió terminar así. A diferencia de papá... Nath era bueno, puro.

Trago el nudo en mi garganta.

—¿La recuperaremos?—pregunto en un hilo de voz.

Si debo dejar mi vida atrás, y olvidar mi futuro, lo haré. Sé que ella haría lo mismo si fuese mi caso. Me convertiré en la mejor versión de mí en este mundo fantástico. La seguiré a donde sea que vaya.

—Sí. Lo haremos—responden alunísono. Y mi corazón deja de golpear con tanta fuerza contra mi pecho. 

Fin.

Empíreo. ✔. Where stories live. Discover now