Veinticuatro.

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Y... ¿Puedo ir contigo?

No creo que tu mama te deje.

Le diré que iré a ver a Ashton.

No quiero que le mientas.

Por favor.

Esa carita triste que le había puesto el rubio en los ahora diario mensajes de texto que se enviaban, lo había proyectado en el lindo rostro del rubio, y eso lo había desarmado y convencido.

Pero, estoy 135 km lejos.

Por favor.

Había salido de su casa, había encerrado por completo toda evidencia y había dejado a sus perros con su tío, con el pretexto de unas vacaciones.

Pero solo había salido de la cuidad y se había ido a un pueblo chiquito y lejano, donde al parecer solo era utilizado agricultoramente.

Y a él le jodía todo tipo de mosquitos o animalitos o ruido o humedad y sobretodo la tierra, él no era una persona "natural".

Pero quería ver al rubio, habían estado conversando a diario desde hace 2 días y habían excedido el límite de mensajes en una conversación.

El asesino a veces (por no decir esas dos noches), le dejaba cortante las conversaciones con fines de terminar de conversar, pero el rubio siempre buscaba un tema, que por más absurdo que era, podía conocerlo aún más.

Solo se habían llamado una vez y el asesino le había contado que no estaba en su casa actualmente, que se había dado un "descanso" Y ahora el rubio que ya se venía de Irlanda, quería verlo.

Pero estaba seguro, que no más que el asesino.

No podía negar que el rubio le sacaba una que otra sonrisa por las tonterías que escribía, o por las cosas que decía.

Era tan ridícula la forma en como el rubio—supuestamente—coqueteaba, esas palabras tan clásicas y esos piropos tan lentamente estratégicos que el rubio le escribía.

Era algo que al asesino lo ponía mal.

Ahora que la única cosa actualizada en el lugar donde estaba eran los mensajes del rubio, había tenido bastante tiempo para pensar.

El rubio simplemente era un niño perfecto—y era en todo el sentido de la palabra—su madre lo adoraba y lo aceptaba, tenía muy buenas notas y era extremadamente lindo.

Mientras el asesino venía siendo ese típico chico que una madre bota a patadas de su casa, y era algo muy peligroso, era un asesino, y él lo sabía, el rubio lo sabía.

El rubio no era para el asesino, y el asesino no era para el rubio.

Pero sin embargo ambos podían ser algo juntos. El rubio estaba muy entusiasmado, mientras el asesino se estaba desboronando.

Se estaban necesitando, se estaban extrañando.

Era tan estúpido, era tan precoz e inmaduro, eso que estaba logrando tener, era tan rebelde e inevitable. Esas polillas que picaban con fuerza su estómago de madera cada vez que escuchaba la risa tan femenina del rubio.

Sus carcajadas tan largas que terminaban con un sonido de puerquito, que simplemente hacían al asesino reír por cuan raras y lindas eran.

No podía evitar sonreír, morderse el labio, y aguantar las lágrimas. Le jodía todo esto, sabía que nunca podía estar con el rubio, o simplemente estar con alguien.

The Killer [Muke Clemmings]Where stories live. Discover now