Treinta y uno.

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Solo camino unos cuantos pasos saliendo de su casa y escuchando los pasos a lo lejos.

Su cabeza cambiaba de lado por cada ruido que sonaba, o tal vez solo era su mente jugándole una broma.

Su corazón iba de paso con su respiración, y sus navajas se encontraban estratégicamente escondidas en diferentes partes del cuerpo.

Solo deseaba por completo que esto acabara ya, e irse a abrazar al rubio.

Y aunque suene completamente increíble, hasta para él.

Lo estaba haciendo por él, por el rubio.

Caminó despacio, por todo el oscuro bosque espeso que se encontraba casi cerca de su casa de campo. Sus brazos se mantenían firmes y sus piernas duras.

Sus movimientos se detuvieron de inmediato cuando sintió esa presencia. Y trató de esforzar su vista para divisar a los diferentes lados.

No encontró nada.

Pero sin embargo él siguió caminando, tratando de decir "no te tengo miedo" Porque la verdad era esa. Él era un asesino, no se puede perder con un asesino ¿o sí?

—He estado esperando este momento por años, Clifford.

Al asesino se le cortó la respiración, al escuchar la voz desconocida sus latidos se incrementaron.

Esa persona avanzó unos cuantos pasos, revelando su cara por la poca luz de la luna.

El chico de la playa, el de la cafetería, el del bar. El asesino parpadeó y frunció el ceño.

No sabía con exactitud quién era ese chico, o que era lo que quería. Pero era una presa fácil para el asesino.

Cabello castaño y ondulado, ojos grises y tatuajes que comenzaban desde su cuello. El ceño marcado y la sonrisa macabra pintados en su rostro.

Sus manos se encontraban escondidas en sus bolsillos.

El asesino se paró recto y observo burlonamente al chico que se encontraba en frente de él.

—¿Quién eres?

—Que descortés de mi parte no presentarme. Soy Kurt.

***

El rubio estaba haciendo la mayor tontería que alguien haría, se montó en su bicicleta roja y manejo hasta la casa del asesino.

No entendía porque lo hacía, sentía una gran opresión en el pecho que no lo dejaba respirar tranquilo. Su mente solo proyectaba al asesino en problemas y luego su corazón dolía.

La había dejado dormida a su madre y luego salió de su casa como si nada.

Pedaleaba con fuerza hasta llegar a la casa del asesino. Su mente acataba cualquier idea mala que pasaba.

Tocaba la puerta con fuerza, nadie le abría. Había conseguido abrir la ventana de la parte trasera y se metió encontrando todo con las luces apagadas y todas las notas arrugadas.

Su pecho dolía aún más y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Volvió a subirse a la bicicleta y manejó recordando el camino hacia la otra casa del asesino.

Su corazón bombeaba sangre desesperado mientras limpiaba sus lágrimas que obstruían su visión.

Entendía esa necesidad de preocupación y desesperación por comprobar si el asesino se encontraba bien o no, en todo caso.

No recordaba demasiado bien el camino, y peor aún si se encontraba en plena noche, pero logro reconocerlo.

Empezó a buscarlo de una manera silenciosa y poco visible al asesino. Sabía que se encontraba ahí, había visto su carro desde la entrada.

The Killer [Muke Clemmings]Where stories live. Discover now