Seis.

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El rubio no pudo dormir. Había escuchado el carro arrancar, había intentado abrir la puerta y la ventana pero los intentos eran realmente inútiles.

No había dejado de pensar, a donde se había ido el asesino. Tal vez a conseguir nuevos instrumentos de tortura para el rubio.

El rubio trataba de cerrar los ojos mientras su cuerpo estaba en el colchón inflable.

Su cabeza también estaba en otra parte ¿Qué pasaría con su amigo rizado si se enterara que desapareció? ¿Cuánto tiempo le quedaba de vivo? ¿El asesino se habría ido a hacer daño a su familia?

El rubio unió las piezas de puzzle en su cabeza y se alteró logrando hacerlo llorar.

Sus lagrimitas bajaban por sus rosadas mejillas y las apartaba toscamente.

Había sido un error haber aceptado esa invitación de su amigo. Había sido un completo error salir de la fiesta sin saber en dónde estaba parado.

No debió haberse quedado mirando ese momento.

Esto estaba siendo tan estúpido, míralo ahora donde esta solo por ver algo que no debía haber visto.

Se abrazó a el mismo tratando de conseguir calor.

Sus pies estaban descalzos y no podía sentarse, le dolía demasiado el abdomen.

Pero mil veces prefería esto, que le hagan daño a su familia.

Había dicho la verdad con respecto a su madre, si estaba de viaje. Sin embargo su padre había fallecido ya hace un par de años.

Él amaba a su madre más que a nada en el mundo y no permitiría que le hagan daño.

El rubio recordaba los viajes familiares que tuvieron. Las tantas anécdotas que tenía. Las fotografías. Todo eso era lo más valioso para lo que le quedaba de familia.

El motor del carro se escuchó y el rubio no sabía dónde meterse del miedo.

La puerta, los pasos y las llaves se escuchaban claramente.

El corazón del rubio bombeaba muy rápido y su cabeza dolía.

¿Y si el asesino estaba borracho? ¿Y si venía de frente a matarlo? ¿Y si ya había hecho daño a algunos de sus familiares? Aun que era algo tonto ya que él no tenía familiares en esta parte de Australia.

La bulla se había parado, pero el muchacho de ojos azules aún seguía asustado.

El silencio se reemplazó por la música, que el rubio conocía.

Beach Boy se escuchaba en un tono bajo.

Al parecer al asesino le gustaba la música muy antigua, casi tanto como el rubio.

El asesino se estaba dando una ducha, sentía una decepción personal.

Tenía que matar al rubio, pero algo dentro de él le decía que sería importante.

Pero no sabía para qué.

La música cambio y el asesino terminó su ducha.

No había tenido sexo con nadie, ni con la exuberante morena.

Solo había bebido unas cuantas copas de la bebida más fuerte que ese prostíbulo tenía y vino antes de embriagarse del todo.

Salió de la ducha y se cepillo los dientes. Su aliento no era el mejor después de tomar y fumar descontroladamente. Se tomó una Aspirina y salió del baño.

Se fue hacia la cocina a tomar una vaso de agua helada. Odiaba las resacas en las mañanas.

Dudó muy seriamente antes de ir a ver al rubio. Sabía que probablemente el rubio termine llorando del miedo, si lo veía ahora, en plena madrugada.

Abrió la puerta y entró lentamente pensando con encontrarse al rubio dormido. Pero el rubio aún estaba despierto y temblando.

El asesino se acercó al rubio asustado, este se revolvió incomodo por el dolor y el miedo.

—¿No puedes dormir?

—No, señor.

El asesino miro las mejillas húmedas del rubio y dudó un poco, pero lo hizo.

—Ven, párate.

El rubio agarro el brazo del asesino sin dudarlo, sabía que tenía que hacerle caso si quisiera seguir vivo y siguió las instrucciones del asesino.

El asesino lo guió hacia donde él había estado antes, en la habitación principal. Donde las camas eran cómodas y las sábanas calientes.

—Dormirás conmigo.

El rubio se congelo, nunca antes había dormido con alguien ni siquiera con su amigo de cabello rizado al cual le tenía una confianza única.

—Solo he dicho dormir, primor. No te asustes.

El asesino hizo que el rubio se acostara y se tapara con las sábanas quedando cómodo.

El rubio que acurrucó entre las sábanas y cerró sus ojos mientras el asesino pensaba si era buena idea dormir con su próxima víctima.

Al parecer no lo era, pero no tenía otra opción.

Tenía que dormir en su cama y el rubio estaba en ella. Así que...

El asesino se acostó manteniendo una distancia prudente de él y el rubio.

No se quitó la camiseta como lo hacía siempre antes de dormir, porque sabía que si lo hacia el rubio se asustaría.

Aunque por otro lado los pensamientos del asesino variaban constantemente últimamente.

Estaba más que obvio que tenía que deshacerse del chico, tenía que matarlo. Él no estaba seguro de la promesa del rubio, por lo tanto desconfiaba. Pero ¿qué tan necesario era matarlo? Quiero decir, podía no matarlo y dejarlo ir, pero el asesino no tenía tiempo para estar vigilando a un niño.

Tenía que encontrar un buen trabajo, pero no podía exponerse mucho con la gente.

Tenía que seguir detrás de ese rubio, no quería que abra esa boquita.

Pero...

¿Qué tan lejos podía llegar este crimen?

The Killer [Muke Clemmings]Where stories live. Discover now