Cuatro.

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Se montó en su auto chatarra y se fue directo hacía la clínica odontóloga que el rubio había apuntado en su calendario.

La camioneta hacia un ruido muy extraño pero normal para su estado.

Sus pies tenían que presionar bien el acelerador y el freno porque si no, no funcionaban.

En la radio se escuchaba una canción de The Police, que al asesino le gustaba.

Y tarareaba las partes que se sabía, a simple vista parecía un ciudadano normal.

Estacionó la camioneta cerca de un callejón y un poco lejos de la clínica.

Entro a la clínica.

—Buenas días, señor ¿en qué lo puedo ayudar?

La secretaría le sonrió en una forma extrañamente coqueta. Su fuerte de la chica definitivamente no era sonreír.

Sus atributos se daban a la vista y eso al asesino le llamó la atención

—Cita a las 10:45. Luke Hemmings.

—Sí, señor Hemmings. Espere un momento.

Se paró y le giñó el ojo antes de entrar por una puerta blanca con un folder en mano.

El asesino sonrió, no por la chica, si no porque eso era lo que quería. Quería despejar el área.

Y al pie de la letra del plan. El rubio entró.

El asesino miró al rubio y lo agarró del brazo fuertemente.

El rubio se quejó, pero cuando vio los fríos ojos verdes se quedó paralizado, él aún no los había olvidado.

—Camina lentamente y actúa como si me conocieras.

Le susurró fríamente el asesino al rubio. Sabía que había cámaras de seguridad, así que era mejor hacerlo bien.

El rubio tragó al sentir su mano del asesino entrelazar la suya, y lo siguió con el miedo en su mirada.

—¿A... A dónde... Vamos, señor?

—Será mejor que te calles, primor.

El rubio tembló y sus ojos comenzaron a picarle.

Estaba imaginándole lo que le pasaría, y no era nada bueno.

El asesino abrió la puerta del copiloto y sentó al rubio, el rubio había empezado a temblar y a jugar con sus dedos muy nerviosamente.

El asesino entró al auto con una sonrisa, ya iba a desaparecer la evidencia.

—Así que, nena ¿Abriste la boca, todo este tiempo?

—No, señor. Se lo juro, por favor no me haga nada.

El asesino sonrió mirando el camino y arrancando su chatarra.

Le encantaba que la gente rogara por su vida.

—Ya veremos, dulzura.

Avanzaba controladamente hacía la salida de la ciudad por los bosques, ya había decidido su opción.

—Así que ¿Cita con tu dentista?

Trató de conocer la actitud y personalidad del muchacho.

El rubio asistió rápidamente. Actitud extrovertida, personalidad tímida.

¿Por qué?

Preguntó de la nada el asesino.

—Tengo un diente picado aquí, mire.

The Killer [Muke Clemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora