Dieciséis.

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A pesar del mal momento que había tenido ayer, se había levantado animado, hoy era el día.

Hoy  asesinaría al jodido odontólogo, que había estado siguiendo intensamente desde que se enteró que tenía relación con Moorlin Cotrey, una víctima pasada. Pero sería un excelente regalo de cumpleaños.

Alistó sus navajas mucho antes de tiempo, como siempre lo hacía. Y salió a alimentar a sus perros.

El gran filete de carne sancochada se lo terminaron casi de inmediato con unos severos gruñidos, claro no sin antes darle la orden.

Volvió a mirar la ventana detrás de ese mueble alto de madera, sintió una pequeña corriente eléctrica desatarse toda su espina dorsal. Sentía temor, debía aceptarlo.

Miró a sus perros, que por ahora serían su única arma.

Mientras tanto, el rubio sonreía satisfactoriamente, había terminado de leer los 4 libros de una saga.

Sobó suavemente sus ojos y bajó hasta donde su madre se encontraba.

—Y ¿Lo acabaste? ¿Qué sucedió con Martín? ¿Acabó con los zombis? ¿Y Boo?

El rubio sonrió y se sentó en la pequeña mesa que había dentro de la cocina, acompañándola a su madre.

—Algo así, se supone que Boo creía que al irse Martin, él iba a matar al líder.

—¿Lo hizo?

El volvió a sonreír, amaba saber que su madre siempre lo escuchaba

—Hizo un pacto de paz.

La mamá del rubio dejo de mover la cuchara de madera y lo miró, esperando que él continuara.

—Logrando calmar a los zombis. Pero la mayoría de ellos ya estaban muertos.

—¿Y a dónde se los llevaron?

—Ahí viene la mejor parte...

—¡Por el amor de Dios! Lucas habla.

El rubio soltó una risita.

—Lo que Martín hizo fue una estrategia, era una mentira el acuerdo de paz. Estando al final cuando los zombis deciden irse, Boo llega con el escuadrón negro y termina matando a los zombis sobrevivientes.

—¿Y el líder?

—Martín, el corta la cabeza en dos —dice el rubio con una sonrisa orgullosa.

La madre del rubio ríe, alegre. A ella le encantaba que su hijo lee, amaba verlo leer, y luego viniera alegre contándoselo. Se parecía tanto a su padre, que ella se tomaba un largo tiempo para recordarlo.

—Y así la cuidad Leeroun, queda libre de zombis.

Ella jaló las mejillas del rubio mientras el reí tratando de apartarse.

—Me alegra que eso haya pasado, amor. Pero la comida ya está, acomoda la mesa.

Asiente, y luego lo hace.

Él amaba leer, porque de alguna manera, o hacia olvidar, de todo. De él, de esa sombra hermosa que pasaba una y otra vez en su cabeza, de ese hermoso rostro pálido que al ser aterrador era simplemente admirado.

Ya a estas alturas no podía negar esas sensaciones extrañas que solo las presenciaba cuando estaba con el asesino y se ubicaban en partes específicas, en su estómago, en su cabeza... en su corazón.

Esa actividad paranormal que ocasionaba noches incompletas de sueños, y pequeños llantos silenciosos en la madrugada.

El rubio al igual que el asesino, estaba afectado.

The Killer [Muke Clemmings]Where stories live. Discover now