Trece

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Desperté con el cuerpo dolorido e intenté quitarme el cabello de la frente, me sentía transpirada, pero tenía las manos atadas a algo. Abro los ojos de golpe. Eso no fue ningún sueño. El corazón se me acelera de golpe y empiezo a forcejear en la cama a la que me tenían amarrada.

Joddy.

— ¡Ayuda! -empecé a gritar. La habitación carecía de luz necesaria para ver algo en absoluto- ¡Ayuuuda!

Nada. Sólo silencio dentro de cuatro paredes desnudas y oscuras, que decían a gritos que nada bueno pasaba aquí.

— Pequeña perra -me sobresalté al oír su voz. No sabía de dónde venía, pero estaba dentro de éste cuarto, cerca- de nada sirve gritar.

— ¿Quién eres? -Miré a mi alrededor y vislumbré en una esquina algo, un movimiento.

Entonces una luz roja iluminó el cuarto y la cara furiosa del demonio mismo mirándome con ojos inyectados de sangre.

— Sabes quien soy -su mandíbula estaba apretada al extremo de que podía verle temblar por la fuerza.

Era Jay.

— ¡Suéltame! -grité asustada- ¿qué mierda quieres de mi?

— Venganza.

Y sin preámbulos sacó de atrás de su pantalón una navaja con lo que empezó a acercarse a la cama donde yo no podría escapar. Me va a matar. Sentí que todo el cuerpo me hormigueaba, de manos a pies, y comencé a forcejear con las sogas pero sólo acabé quemando la piel de mis muñecas.

— Aléjate de mi -gruñí aterrorizada.

— La pobre Denia tendrá su merecida muerte al fin -decía mirándome desquiciadamente, claramente no estaba en sus cinco sentidos- Podrás verle la cara al querido Max después de todo. Apostaría que está guardándote un lugar en el infierno, pequeña zorra.

— ¡Estás enfermo! Déjame ir a casa, imbécil  -acercó la navaja a mi muñeca y lo vi vacilar un segundo. Tenía la esperanza de que cortara la soga.

Pero Jay cortó mis pulseras. Él cortó mi muñeca. Mi piel, mis venas. Estaba cortándome la vida.

***


Dame una razón.Where stories live. Discover now