Quince.

56 6 0
                                    

  —  Dev, soy Nick, por favor responde el teléfono.  

  —   Por favor, llámame.

  — Oye, tenemos que hablar, no me ignores.

—   Dime que estás bien.

Creo que han sido mas de diez mensajes de voz que le he dejado en, tal vez, cinco minutos. Se que es un poco desesperado, pero algo me decía que estaba mal. No hay razón suficiente para que no me conteste. Solo habíamos tenido una pelea pequeña, de esas que todos tienen en algún momento de la relación a causa de inseguridades personales, si, eso era lo que pasó. Inseguridades, Miedo. Ella.

— Oye Nick, -Joe se apareció en mi radar- tu novia se fue de compras.
— ¿Cómo sabes? -lo miré ceñudo.
— Te buscaba hace rato, dijo que iría al centro -se encogió de hombros.
— ¿Y hasta ahora me lo dices? Joe, ella tiene problemas, problemas serios...
— Y ahora tu también los tienes, hermano.

Cogí las llaves del auto, sin permiso, y fui a por el auto de mamá. Joe sabe donde voy, así que, que él  se encargue de avisar.
— ¡Joe! -grité para que se asomara. Apareció por una ventana y le digo:- Si en 30 minutos no te aviso que estamos bien, llama a la policía.
— ¿Qué tan grave puede ser?

Pero no respondí, solo salir lo más rápido que se me permitía andar por estas calles. Tenía que estar calmado primero que todo lo demás.  Si, esta chica me estaba volviendo paranóico, pero una presión en el pecho me decía que debía ser así.  Esta vez estaba bien siendo así.

Doble a la esquina llegando a un taller mecánico y mis manos se paralizaron. Frené en seco y me baje del auto. Camine dudando de qué  es lo que iba a hacer a continuación.

— ¿Hola? -dije en alto para que quien quiera que trabajará aquí me atendiera.
— Ya voy...

Siento los pasos a mi derecha y aparece un chico engrasado hasta los codos y la ropa sucia.

— Estoy buscando a alguien... -¿como se llamaba ese tipo? Diablos, cómo  se llamaba.
— Mmm... hoy solo estoy yo -se limpió las manos en la ropa, o eso intentó  pero quedó igual de sucio- Jay tiene el día libre.
— ¿Jay? -clic, ese es el nombre- ¿donde puedo encontrarlo?
— Ni idea, su casa supongo, o con su novia, o qué  se yo... -se ríe entre dientes- no soy su puta mamá.
— Necesito ubicarlo, llámalo -le ordené  mientras trataba de mantener mi respiración controlada. El tipo vaciló- llama a Jay, pregúntale donde está.
— ¿Quien mierdas te crees?

Pero en tres segundos lo tenia acorralado por el cuello, con la espalda en la pared y mi puño amenazando con  golpearlo.
— Lo vas a llamar, él  te va a decir dónde  y con quien está y esta se quedará  hasta aquí ¿vale? -gruñí.
— ¿Quién eres? -si, ahora si estaba asustado el muchacho.
— El novio de Denia ¿ te suena?

Se le abrieron los ojos, sus pupilas de dilataron y en su mano apareció el celular con el que estaba llamando a Jay.
— Pon altavoz.

Esperamos a que contestara.
— Oye viejo, estoy ocupado...
— Hola Jay ¿que hay? -le tembló la voz.
— ¿Qué quieres, Matt? -se escucha exasperación en su voz, esta respirando por la boca, lo se- Estoy a punto de cogerme a dos putas...
— ¿Quién,  tu novia? -Jay se ríe- ¿Con quien estás?
— Está Joddy aquí,  amigo, y... -algo lo cae, suena a vidrios rotos- y si, una puta. No me hagas perder el tiempo Matt...

Aprieto mi mano en su garganta, tiene que sacarle más información.
— Oye Jay -Matt tose un poco y continúa:- Un cliente trajo un paquete para ti.
— ¿Qué clase de paquete?
— Uno muy bueno.
— Mándalo a mi casa.
— ¿Estas allá?
— Que si, mierda Matt ¿que es todo esto? -estaba empezando a sospechar. Diablos, diablos diablos.
— Mándame la dirección.

Matt cuelga y le doy un puñetazo en la cara de todas formas. Necesitaba descargar tensión.

— ¿Dónde vive? -le grito, y en respuesta me tira su celular con la dirección en un mensaje de texto- me quedo con tu celular.

Si bien no conocía la dirección, sabía que eran barrios complicados, donde las casas parecían cárceles al estar enrejadas hasta el techo para resguardarse de los robos. Gente vendiendo drogas a niños, niños golpeando a sus padres, a sus hermanos pensando que así se hacen respetar. Calle donde se enfrentan a tiros con la policía, lugares donde nadie se quería meter por gusto, inclusive yo no quería tener que estar aquí.

Conduzco lento cuando me hacerlo a la numeración indicada. Llegó a una casa de concreto descuidada. Me estaciono un par de casas antes y observo a mi alrededor. Cuando se que nadie me esta viendo, entro a la propiedad, la reja esta abierta y rechina un poco. Me escondo tras un auto aparcado en un patio con maleza y espero un poco por si alguien me ha escuchado.

Nada pasa.

La casa tiene las ventanas bloqueadas con madera y clavos por todas partes. Seria muy arriesgado entrar por la puerta principal así que sigo avanzando sigilosamente hasta que encuentro una rendija  y escucho con atención.
— Está sangrando mucho, Jay -dice una chica con voz temblorosa- déjala ir.
— ¡Te dije que no! -se oye un golpe- ¡Ves lo que provocas!
La chica solloza un rato y luego dice:
— Denia ya esta amarrada, es toda tuya.

El corazón se me paraliza y sin dudar marco el numero de mi hermano pero él  no responde tan rápido como yo espero.
《Llama a la policía.  Peligro. Urgente》
Y en un segundo mensaje le mando la dirección.
Segundos después llega otro mensaje:
《En camino》

Todo lo que pasó después de eso son recuerdos fugaces y borrosos. Recuerdo los disparos. Recuerdo la sangre. Recuerdo a Denia moribunda y la sirena de la ambulancia, y luego nada.

Una frazada sobre mi.
Vamos al hospital.
Una mano apretando mi hombro.
Un doctor tranquilizando a una madre.
Mis padres consolando gente.
Consolándome.
El corazón bombea lento, puedo sentirlo enviar sangre al resto de mi cuerpo.
Mis hermanos diciendo cosas para mantenerme tranquilo.
Una pareja de homicidas muertos en las noticias.
Una chica en una cama conectada a las máquinas para seguir con vida.
Un chico desconectado porque sigue con vida.

El hombre de bata blanca vuelve con buenas noticias, ella vivirá... y entonces, recién,  puedo volver a respirar. Una razón para hacerlo.

Ella vivir, una vez mas.








FIN.

Dame una razón.Where stories live. Discover now