Siete

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 Tengo a Nicholas a pasos de mi y estoy despidiéndome con la mano. Si, péguenme un tiro. Creo que debería decir algo, pero no me siento capaz de nada cuando está mirándome de esa manera tan intensa.

— Gracias por acompañarme -puedo decir con un hilo de voz e inconscientemente tironeo las pulseras en mi muñeca.

— Creo que dejé las llaves de mi casa en tu habitación -¿ah, si?

— Ve por ellas -Caminamos juntos y entramos, cierro la puerta y él sigue su camino a mi habitación. Veo la hora en el reloj de la entrada [16:25], mi madre aún no llega. Voy hasta la cocina y tomo un vaso de agua, me siento sedienta ¿que pasa que se tarda en encontrar las llaves?

 Voy a mi habitación y lo pillo de pie en el centro, tiene las llaves en las manos y cara de preocupación.

— Ya las tienes -digo lo obvio, sigo sin darme cuenta de qué pasa- ¿va algo mal?

— No lo se -dice casi en un susurro- Dev, quiero...

— Detente -suspiro entendiéndolo un poco tarde, él nunca dejó sus llaves aquí-. Sólo hazlo de una vez, ¿puedes?

Entonces deja caer las llaves y me acerca por la cintura. Una de sus manos está acariciando mi mejilla izquierda, la otra me tiene sujeta por la espalda baja, es fuerte. Aún huele a café y vainilla, aún siento su corazón latir muy fuerte en su pecho, como el mío. Mis manos están en su cuello, juego con su cabello y es más suave de lo que pensé. Sus ojos me están viendo directo. Sin vacilar. Su boca está a milímetros de la mía. Rozamos. Quiero lamerlo, y lo hago. Paso mi lengua por su labio inferior y siento su cuerpo tensarse.

– Bésame ya -susurro sin aire, cierro los ojos casi con dolor.

Y sus labios capturan los míos con ternura. Su tacto es exquisito, caliente. Tironea de mi boca con sus dientes y me encanta como lo hace. Sus manos van de arriba hacia abajo por mi espalda mientras yo lo aprieto para tenerlo más cerca. Lo siento. Siento a Nicholas tan cerca. Nuestras lenguas batallan con deseo en nuestras bocas y es el mejor beso que jamás me han dado, al que jamás respondí antes.

A cuestas quito mi chaqueta de nuestro camino y sus manos no tardan en colarse para tocar la piel de mi espalda, su tacto es caliente. Su aliento está acelerado y quiero que me toque más.

Creo que me leyó la mente, porque sus manos me agarraron del culo y me subió hasta que enrollé mis piernas en sus caderas. Siento la pared tras de mi. Su boca va desde mi boca hasta mi cuello con besos y lengua.

— Tócame, por favor -le pido entre jadeos.

Encuentro su mano derecha y la guío hasta mi pecho, por debajo de cualquier tela que ha estado ahí. Me gusta que no sea tímido conmigo. Me gusta lo que está haciéndole a mi pezón. Santa mierda. Y me presiona con más fuerza contra la pared. Sus caderas chocan conmigo. Nicholas también me quiere, lo siento en mi entrepierna, me desea.

Su mano va de mi pecho derecho, al izquierdo y siento pánico repentino. Encontró mi cicatriz.

— Nick.

— Lo siento -sus ojos me ven con preocupación. Debe pensar que se pasó de la raya, pero no es por él. Soy yo. 

Me da un poco de espacio y se arregla un poco el pelo, mientras yo la ropa.

— Besas increíble -susurro ayudándolo a ordenarse, aún luce agitado. El hace lo mismo conmigo.

— Tú eres increíble -roba un beso de mis labios justo cuando sonrío-. Estuve todo el día deseando besarte, Dev, todo el maldito día.

— Estoy segura que valió la espera -me inclino y beso sus labios, quiero volver a ir por más, pero ya fue suficiente por hoy- Nick, hay cosas de las que no me gusta hablar, y la cicatriz es una de ellas.

— Entiendo, no iré por ese lado -promete acariciándome el rostro-. Eres hermosa.

— No tienes que decirme cosas como esas sólo porque nos besamos.

— Lo digo porque así lo pienso -frunce el ceño- Quiero estar contigo.

— Lo estás justo ahora.

— Sé sólo mía, Dev -me pide con los ojos brillantes. No puedo hacer esto ahora. Niego.

— Me tienes, lo juro, pero no puedo... -alcanzo su rostro y le acaricio las mejillas- Necesito calmar mis demonios, todavía.

— Quiero ser parte de eso -susurra con miedo, lo puedo ver en sus ojos.

— No sabes de lo que soy capaz -le advierto-. Estuve a punto de morir... dos veces. Necesito encontrarle sentido a todo otra vez y no quiero que sea gracias a alguien más, porque no me gusta ser dependiente. 

— No te haría daño -es su segunda promesa. La gente está hecha y deshecha de ellas.

— Me daño sola, se que no serías capaz de lastimarme, pero yo a ti si podría, Nicholas.

La puerta principal se cierra, mamá llegó.

— Tienes que irte,-susurro y beso su mejilla- gracias por lo de hoy.

— Sabes donde encontrarme -agarra sus llaves del suelo y puedo verle el corazón agrietado por todas partes.

Pienso que en verdad puedo herirlo, o a .

Dame una razón.Where stories live. Discover now