Cinco

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         No me he atrevido a salir de mi casa para no tener que cruzarme con don cuerpo-ardiente-y-sonrisa-encantadora. Es totalmente injusto que existan chicos con esos atributos y totalmente peligroso que vivan tan cerca.

Ah, tengo una excusa para no salir de casa: luego de la regadera de ayer, me resfrié. Nada grave pero debo andar por la casa con un rollo de papel para sonarme los mocos. Asqueroso.

Me gané una llamada de atención por parte de mi madre... Aunque no fue idea mía empezar la guerrilla con los Miller. 

¿Habré estropeado el celular de Joseph? Pobrecito. ¿Estaría furioso?.

La casa está silenciosa. Está bien para mi por ahora. Mamá había ido a la misa dominical y luego pasaría a comprar un jarabe para mi. 

Caminé al living y me dejé caer en el sofá, agarré el control y puse MTV.

  Sigue dándome vueltas en la cabeza la imagen de ayer. Si, el cuerpo de Nicholas no ha salido de mi cabeza, y lo que me hizo sentir cuando me tenía atrapada por sus brazos, tampoco.

No puedo negar que sea atractivo. Bueno, si puedo, pero no lo haré.

Tiene esos ojos brillantes, tan expresivos. Esa boca con la sonrisa confianzuda. Su cara con los lunares. Su cabello que... diablos, ¿será tan suave como se ve? Y su... su pecho. Sus hombros. Su espalda. 

Detente, Dev. Eso sólo es físico.

Eso está bien para mirar. Pero aquí viene lo otro: es que también es divertido, impulsivo, tiene  una manera de reír adorable, podría verlo, escucharlo reír siempre, o hablar, su voz hace que se me contraiga el estómago de nervios. Es gentil, es atento, preocupado... bueno mucho de eso.

— Ya llegué, cariño -era mamá.

— ¿Como te fue? -Apagué la tele a lo que ella entra en la habitación, le recibo el jarabe que me ofrece.

— Bien -sonríe-. Debes tomar un poco cada seis horas.

— Oki doki -abro la cajita y saco la cuchara plástica. Vierto un poco y me lo echo a la boca, sabe horrible. Hago un mohín.

— Recuerda que mañana tienes hora al médico, Dev -dice haciendo su camino a la cocina- y no podré acompañarte. Tampoco quiero que vayas sola.

— Ya tengo 19, no necesito niñeras -respondo poniendo el jarabe en el botiquín del pasillo. Ella sale a verme. Tiene cara de preocupación- está bien, veré si Nicholas puede ¿contenta?

— Gracias -se acerca y me besa en la frente.

***

— Hola Denisse, ¿está Nicholas? -y con eso todas mis excusas para no verle la cara se desplomaron. 

— Hola, claro, está en su habitación -abre la puerta para que pueda pasar- por el pasillo a la izquierda, la puerta azul.

— Bien -paso por su lado y hago mi camino hasta la puerta azul. La puerta está cerrada, toco.

— Adelante -dice desde adentro. Obedezco.

Me encuentro con Nicholas sentado frente a un computador y una página de música abierta, estaba viendo algún video de alguien llamado John Mayer. Sus paredes son color gris, están forradas con algún tipo de aislante, para el sonido creo, él tiene una guitarra y un amplificador aquí. Lleva puesta una polera sin mangas y el cuello cortado, jeans oscuros y zapatillas nike. Otra vez me pilla mirándolo.

— Hey -saluda.

— Hola -y ahí está la molesta sensación en mi estómago- ¿tienes algo que hacer mañana?

Dame una razón.Kde žijí příběhy. Začni objevovat