Capítulo 15

36.6K 1.6K 80
                                    

La cama está tan cómoda que no quiero moverme, pero me estoy muriendo de calor y eso me desespera, por lo que me veo obligada a destaparme. Me siento en la cama y el dolor me invade de inmediato. Creo que si ahora mismo me cae un bloque de cemento en la cabeza no lo sentiré.

—Si ya despertaste será mejor que bajes, Aleisha Evans —escucho la voz de mi hermano proveniente de abajo, y para mi desgracia no lo escucho muy contento.

Me quejo estirando cada parte posible de mi cuerpo y comienzo a caminar, preparándome mentalmente.

—Hola —sonrío descaradamente cuando entro a la cocina y los ojos de Jake caen directamente en mí. La imagen de Stitch sonriendo y levantando la pata se me viene a la mente y rio, provocando que el ceño fruncido de mi hermano sea más notorio.

—Estoy enojado —dice como si nadie se hubiese dado cuenta. Un momento… ¿ese es el molesto rubio? ¿Qué hace aquí? —Mientras yo trabajo, hago el maldito esfuerzo de salir adelante y confiando en ti, creyendo que pensarás maduramente alguna vez en vida, te dejo sola por una maldita noche ¿y qué haces tú? —hace una pausa mientras yo me muerdo la lengua para no soltar que él es más inmaduro que yo y aclarar que no trabaja limpiamente, pero me mantengo en silencio —¡Una maldita fiesta!

—Yo-

—¡Tú nada! —me interrumpe perdiendo la paciencia, inevitablemente me asusto por su repentino grito y el rubio lo sabe —No sé qué más me duele: que mandaras a la mierda la confianza, nuestra confianza o que no me esperaras para la maldita fiesta

Automáticamente la risa del rubio cesa y yo miro a mi hermano totalmente confundida

—Tengo el maldito trabajo —y cualquier rastro de enojo desaparece en segundo dándole paso a una enorme sonrisa.

—¿Qué? —pregunto aún sumida en la confusión —¡Lo conseguiste maldito desgraciado! —salto sobre él, olvidándome por completo del dolor de cabeza, y comenzamos a dar vueltas y vueltas —¡No tendré que trabajar! —y al suelo. Sí, Jake el idiota Evans me ha dejado caer y al parecer ha sido tan gracioso que esos dos instantáneamente comienzan a reír.

Opto por no decir nada, busco los cereales, la taza y la leche, pero esta última no está por ningún lado.

—Aquí está —dice Austin con la boca llena de cereales.

—Eres un asqueroso, Johnson —comento con asco. Tomo la leche que me está ofreciendo y me siento al frente.

—Eso no significa que te salvas de tu castigo, hermanis —avisa mi hermano antes de abandonar la cocina, me ahogo con la leche al oír esas palabras.

—¿Qué? —pregunto aun sintiendo la leche en mi nariz.

—Diecisiete años, 1’75 aproximadamente, aspecto de ruda y… su hermano la castiga —lo dice como si un chiste se tratase.

—Cállate, idiota.

—Cállame, mi amor.

—No quiero estar contigo ni a un metro.

—Anoche apenas nos separaba un centímetro como mínimo, princesita.

Mis ojos suben rápidamente hasta encontrarse con los suyos, burlones, profundos, brillantes, fácilmente puedes perderte en ellos en cuestión de segundos, lástima que unos ojos tan bonitos le pertenezcan a un idiota cómo él.

—¿Dé qué mierda hablas? —pregunto imaginándome lo peor, tengo el corazón a mil y mi estómago quema, intento recordar que fue lo que pasó anoche y de lo que recuerdo… él en ningún momento estuvo allí —Sólo estás jodiendo, ni siquiera estuviste aquí anoche.

Y... él es mi vecino (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora