Capítulo 11

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— Tengo una maldita resaca de los mil demonios —lloriquea Jake tomando otro vaso de agua.

—¿Qué pasó anoche? —pregunto revolviendo los cereales entre la leche, sin ganas de desayunar.

—Uhm —lo piensa unos segundos, mirando hacia... algún lado de la cocina —bebí mucho

—Si me di cuenta de ello, pero ¿qué más?

—Uhm... Ah sí, tuve una pelea, me hice amigo del dueño del bar, me dejó beber gratis, perdí la cordura, vi al rubio que tenemos de vecino, él se acercó con vodka, no pude negarme, aunque... podía beber gratis el resto de la noche... pero vodka es vodka, luego el mismo tipo volvió con dos más y comenzamos una pelea, incluido el rubio. No sé cómo ni en qué momento terminé dentro de una camioneta, camino a casa y ¡pum! Al sofá —relata su historia, olvidándose del dolor —Supongo que ya está perdonado el rubio ese

—¿Qué? —suelto la cuchara inmediatamente, dejándola caer sobre la leche.

—No hay peligro con él. Creo que es gay.

El "crack" que se oyó no fue mi corazón quebrándose en pedacitos, bueno si, también ¿por qué? No sé, pero lo que importa son los restos del tazón esparcidos en el suelo.

—¡Aleisha!

—Mierda —comienzo a recoger los pedazos y como siempre hago mal las cosas... me corté en la palma. Jake rápidamente me aleja y me lleva hasta el baño, pone mi mano en el lavabo y dejar correr agua en la herida, gimo de dolor, pero mi hermano sostiene mi mano bajo el agua. Cuando la sangre ha dejado de salir, Jake saca del botiquín un algodón, alcohol y gasa.

—Piensa en ovejas blancas —toma mi mano y la voltea, dejando a la vista la herida. Moja el algodón en alcohol y me mira —busca la oveja negra —mientras lo va diciendo lo voy imaginando todo. Sé por qué lo hace y sé lo que hará —¿La encontraste? —asiento —¿Cuántas hay?.

—Dos

—Descríbelas

—Una es más grande que la otra, la está protegiendo a la más pequeña —Jake acerca el algodón a mi mano y miro hacia otro lado —todas las ovejas blancas odian a las negras, las quieren sacar de allí. La oveja mayor cuida de la más pequeña, la protege de todas —y siento el ardor —la protege del dolor —digo apenas, aguantando el escozor —Las ovejas negras escapan y son felices... lejos de todo.

Suspiro para luego morder mi labio.

—Te amo, hermana —susurra Jake abrazándome, dejando un beso en mi sien —Nunca te dejaré —lo abracé, lo abracé con todas mis fuerzas, haciéndole saber de lo que no era capaz de decirle: Yo también te amo, hermano.

—¿Ya estás mejor? —pregunta separándose un tanto de mí.

—Siempre estoy bien, animal

—Estás más que bien —ambos reímos —subnormal.

—Pedazo de caca

—No empieces —advierte.

—Okey, okey —rio saliendo del baño con dirección a mi habitación. Me quito el pijama y escojo mi atuendo para hoy, lo típico: Una polera de Jake, algún pantalón y mis converse. Vuelvo a la cocina —¿Qué haremos hoy, hermano?.

—¿Tú? No sé, pero yo estaré en casa —responde desde el suelo, recogiendo con cuidado los pedazos que quedaron. Me agacho y lo ayudo con cuidado.

—¿He oído bien? —rio —¿Jake Evans en casa un sábado?

—Ni que fuera de otro mundo, Aleisha. Además hoy alguien vendrá, necesitamos hablar y arreglar algunos asuntos.

—¿Quién vendrá? —inquiero curiosa.

—Austin

—¡¿Qué?! —suelto de sopetón —Olvídalo.

No hay peligro con él. Creo que es gay.

—¿Pero qué te pasa, subnormal? Has estado rara desde que te hablé del rubio —frunce el ceño a lo que yo sonrío forzosamente.

—Saldré —dejo los pedazos que tenía en el suelo y me pongo de pie, sacudo mis manos. Jake asiente y sigue en lo suyo. Salgo de la cocina y voy a mi habitación, busco mi celular y llamo a Mia sin comprobar si era a ella.

-Jake estará con el rubio imbécil y no quiero estar aquí cuando llegue. ¿Vamos al parque o por ahí? –digo apenas contesta.

-Claro, linda. ¿Paso por ti? –abro mis ojos a tope

-¿Isaac?

-Dime

Mierda

-Eh, pues sí -a ver... poniéndolo así nada pierdo, ¿cierto?. ¡Comida gratis! -ven por mí en 10.

-A la orden. Oy- y corto, dejo el celular en la cama y busco algún polerón en el closet, algún día lo ordenaré... algún día. Tomo uno de color azul oscuro y voy al baño, lavo mi rostro, mis dientes, me pongo perfume y desodorante y listo.

—¿A dónde y con quién vas? —ataca Jake cuando paso por la cocina, está sentado, apoyado en la mesa, viendo su celular, está vistiendo solo un pantalón y desnudo de torso.

—Al parque, con las chicas —miento. Me acerco a él, beso su mejilla y salgo de casa, minutos antes de que el auto de Isaac apareciese. Subo en él y el olor a marihuana me asalta de inmediato.

Y... él es mi vecino (EDITANDO)Where stories live. Discover now