Morena, alta, con escote pronunciado y una minúscula minifalda vaquera. Y como toque final, una estúpida sonrisa en la cara. ¿Quién era esa idiota que estaba hablando con Daniel?
En cuanto Daniel me vió, le susurró algo al oído a la morena y le besó la mejilla. Después ella se marchó y yo me acerqué a ´l.
-Hola -me saludó con una enorme sonrisa mientras me abría la puerta del coche.
-Hola -le dije secamente entrando y cerrando la puerta una vez me hube sentado.
-¿Te pasa algo? -preguntó cuando se sentó en el asiento del piloto.
-Nada -negué con la cabeza- ¿Quién era esa? -me até el cinturón de seguridad.
-Se llama Diana, está en mi clase de química -dijo arrancándo el motor.
¿Química? Sí, es lógico, no me extraña que le interese saber el compuesto químico de las porquerías que se pone en el pelo y en la cara. Parecía una maldita Barbie de tamaño humano pero con el pelo moreno y los ojos café.
-¿Qué estabais haciendo? -crucé mis brazos sobre mi pecho.
-Hablar, ¿no lo has visto? -sonrió de lado.
-Jajaja -reí ironicamente- Que divertido... -rodé los ojos- ¿Te gusta?
-¿Quién? ¿Diana?
-No, el Papa Francisco si te parece. Claro que hablo de Diana. Es muy guapa.
-Sí que lo es -dijo y bufé mirando hacia la ventana- ¿Qué pasa? Cualquiera diría que estás celosa.
-¿Celosa? ¿Por qué iba a estar celosa? Tu y yo solo hermanastros -me aparté el pelo de la frente de un manotazo.
-Sí, pero solo porque tú lo quieres -lo miré con el ceño fruncido- ¿Qué? Es la verdad, eres tú la que no quiere estar conmigo.
-Daniel deja ese tema.
-Está bien...
No volvimos a hablar hasta que hubimos llegado a casa. Abrió la puerta de la entrada y me soltó:
-Diana me ha pedido que quedemos mañana por la tarde.
-Ah, ¿y qué le has dicho? -preguntó sintiendo una rabia, que aunque quisiera, no podía evitar sentir.
-Le he dicho que sí, te parece bien, ¿verdad?
-Sí, claro, puedes salir con Diana -entré y me dirigí a las escaleras- Aunque parezca una furcia -farfullé para mí.
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Enamorada de mi hermanastro
RomanceCuento las horas, los minutos, los segundos, cuento el tiempo que falta para que podamos estar a solas, para que solo estemos él, yo y nuestro amor. No sé por qué, puede que siempre lo amase o tal vez fue por la ternura con la que me trataba o tal v...