Capítulo 12: Es imposible

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Estaba tumbada en el salón viendo Faking It en la MTV. Miré el reloj que había en la pared y vi que eran casi las ocho y cuarto de la tarde. 

En aquel preciso momento escuché como Daniel bajaba las escaleras y entraba en el salón.

-Hola -me saludó.
-Hola, ¿qué tal el estudio? -pregunté mientras me sentaba para hacerle sitio a mi lado.
-Bien, gracias a tu estupendo masaje -dijo sonriendo- Me has aliviado todas las tensiones.
-Me alegra oir eso, son veinte libras -extendí mi mano con una sonrisa en mi rostro.
-Sabes bien que no me harás pagarte por un masaje.
-Sí, pero debería hacerlo -reí- ¿Tienes hambre?
-Sí, mucha -asintió.
-Genial. Pues prepara algo rico que yo también estoy hambrienta -volvía  acomodarme en el sofá y seguí viendo la serie. 
-¡Oye! ¿Por qué tengo que poner yo la cena?
-¿Y por qué debería de hacerlo yo? Te he dado un masaje y no piensas pagarme por ello, no mínimo que puedes hacer es preparar la cena. 
-Pero si yo no sé cocinar -se quejó.
-Pues ya va siendo hora de que aprendas.
-Vale... -bufó. 

Se levantó y se metió en la cocina. Estaba muy intrigada por saber lo que cocinaría. La última vez que intentó hacerlo dejó una servilleta al lado de uno de los fogones y accidentamente le prendió fuego. 

¿Habrá sido una buena idea dejar que se arregle por su cuenta? >

Al cabo de un cuarto de hora comencé a oler algo raro. Conocía aquel olor, pero, ¿qué era? 

< ¡Algo se está quemando! >


Me levanté de golpe y fui a la cocina para ver lo que pasaba. Daniel estaba sacudiendo una servilleta para intentar sacar el humo de la cocina mientras que el grifo estaba abierto y emanaba agua sin parar. 

-¿Por qué está abierto el grifo? -pregunté. 
-Es que se me han quema... -agarró el mango de la cazuela que había en el fregadero y de golpe lo soltó soltando un horrible alárido.
-¡Daniel! -corrí hacia él y le hice poner la mano bajo el agua fría- Nunca debes tocar inmediatamente una cazuela ardiendo aunque lo hayas puesto bajo el agua. El contrasté entre la olla caliente y el agua fría hace que la olla arda aun más por unos momentos. 
-Me arde la mano -gruñó entre dientes ignorando lo que le decía.

(***)

-¿Qué tal la mano? -le pregunté mirando la mano con la que agarraba un paquete de hielo. 
-Mejor, gracias por ayudarme -me sonrió de lado mientras se llevaba unos espaguetis a la boca. 

Después de que se le calmara un poco la mano con el agua fría le embadurné la quemadura con vinagre, no sabía si eso le ayudaría de verdad pero según internet era de lo mejor que podía darle para aliviard el dolor, y al parecer, le hizo efecto. 

-La comida está muy rica -me dijo- Gracias por hacer la cena. 
-Sería muy cruel que te obligara a cocinar después de lo que te ha pasado -le sonreí. 
-Tienes un poco de tomate -dijo señalando su boca. 
-Oh, gracias -dije pasándome la servilleta por la comisura de mi boca- ¿Ya?
-No, aun no -acercó su silla a mí y deslizó su dedo pulgar por mi labio inferior, lentamente. 
-Gracias... -murmuré mirando sus ojos azules. 

 Mientras aun nos mirábamos, Daniel rodeó mi cuello con su mano sana y me acercó hacia él. Sentía como mi respiración y mi ritmo cardíaco se sincronizaban y comenzaban a acelerarse a medida que la distancia entre nosotros se acortaba. 

Cerré los ojos y por un segundo dejé de pensar en lo que hacía. Iba a pasar. Aquello iba a suceder. Iba a besar a Daniel. Sabía que tenía que parar, pero no podía, sencillamente, no podía. 

En el preciso momento en el que nuestros labios mantuvieron contacto fue como si algo estallase dentro de mí. Sentí aqello que no sentí al besar a Raúl ni a ningún otro chico. Sabía lo que significaba aquello. Había leído mucho sobre aquel sentimiento en las novelas. Era un beso auténtico, y él era el chico idóneo para compartir aquel beso. 

Se inclinó un poco más hacia mí, y profundizó el beso, luchando para que su lengua pudiera jugar con la mía. 

-Daniel... -intenté hablar sin éxito- Dani... -volví a intentar, pero sus labios no pensaban darme una tregua- Dani detente... -puse mi mano en su pecho y traté de alejarlo pero él insistió aun más- ¡Daniel, para! -lo aparté brucamente de mí. 
-¿Qué ocurre? -preguntó frunciendo el ceño. 
-Esto está mal -negué con la cabeza. 
-¿Por qué? ¿Acaso no has sentido lo que yo he sentido? ¿Acaso vas a negarme que tu no sientes lo que yo siento por ti?
-No sé de qué me hablas... 
-¡Mientes! Vamos, admítelo, te gusto, y tu a mí también, ¿por qué está esto mal?
-Porque somos hermanos. 
-Her-ma-nas-tros -dijo articulando cada sílaba. 
-Da igual, somos familia, nuestros padres están casados y esto no debe de volver a pasar. 
-Hay casos como estos, no somos familia de sangre. Vamos Katy, no puedes ignorar lo que sientes por mí, al menos yo no puedo ignorar lo que siento por tí. 
-¿Acaso crees que nuestros padres nos dejarían ser uno de esos casos? -se quedó callado- Para ellos la reputación y la imagen es muy importante, no nos darían el visto bueno -sentí como ser formaba un nudo en la garganta. Me levanté y me dirigí a la puerta. 
-¿A dónde vas? -preguntó sin levantarse. 
-A mi habitación, quiero echarme un rato. 
-Está bien -dijo casi inaudible. 

No pude evitarlo, tuve que hacerlo, tuve que mirar sus ojos. Sus ojos azules que en aquel momento estaban cristalizados. Sentía que mi corazón se agrietaba al verlo así, sufriendo por mí. Me sentía la peor persona del mundo.

Me acerqué y me arrodillé frente a él. Puse mi mano sobre su mejilla y le di un casto beso. Sería el último que le daría, y aquello me partía el alma.

Me levanté y me fui sin decir nada. Sin girarme ni mirarlo. Subí las escaleras y entré en mi habitación. Sabía que estaba haciendo lo correcto, estaba actuando de manera racional, pero aquello no cambiaba el hecho de que en el fondo lo único que deseaba era correr a sus brazos para que me protegiera de todos los males y me besara para calmarme. 

Enamorada de mi hermanastroWhere stories live. Discover now